¿Y si tengo una hija que me pida ir a Princelandia a hacerse una manipedi?
Todas tenemos sueños. Unos más irrealizables que otros. Hola, Ryan Gosling. Desde la más tierna infancia nos preguntan sobre nuestros sueños y no en pocas ocasiones, nuestras respuestas hacen sacar una sonrisa burlona a nuestro interlocutor. Yo de pequeña quise ser veterinaria, azafata y gimnasta profesional.
Lo de veterinaria era porque nunca jamás conseguí tener el perro que cada puñetero año pedía por reyes. Eso se me pasó cuando decidí que en realidad quería ser azafata. Lo de azafata lo escogí porque no tenía ni idea de qué era una azafata, pero solía oír que las azafatas siempre están muy buenas, y me convencí de que si me convertía en una, nunca jamás estaría enferma. Lo de gimnasta profesional me duró poco, justo el tiempo hasta que mi madre me pilló haciendo ejercicios encima de la mesa de café, que era toda de cristal, con una cinta improvisada – formada por un retal muy largo de mi bata del cole enganchado con una goma de pollo a una aguja de hacer tricot – y me metió tal colleja que aún tengo la marca que dejó su alianza en mi pescuezo.
Llegada la adolescencia y en el momento en que debía decantarme entre ciencias o letras – sí, soy así de mayor – ya tenía muy claro que quería estudiar periodismo. También eso provocó sorna en algunos amigos y familiares, que presuponían que yo lo que quería era salir en la TV presentando el telediario y hacerme famosa. Nunca le dije a nadie que lo que de verdad me hubiera gustado era ir a conciertos por la patilla, aprender un montón sobre música y escribir sobre ello. Que una es una fans loca, pero con vocación. Por supuesto, ese sueño tampoco se llegó a hacer realidad porque en mi casa existía la firme creencia de que si no eras ingeniero, abogado o banquero, no tenías una profesión respetable. Así que como “el que vale, vale y el que no a empresariales”, pues ahí acabé yo y acabaron mis sueños de ser una gruppie del pop rock.
Siempre he tenido cierto resquemor a mis progenitores por no apoyarme en mi sueño, pero con la edad – y es que la edad todo lo cura – me he dado cuenta que pudiera ser que algún día me pasase algo parecido a mí también. Es decir, ¿qué pasaría si yo algún día tengo hijos y se quieren dedicar a algo que a mí me pareciese descabellado? Empeoro la situación: ¿qué pasaría si algún día tengo hijos y me caen mal? Ahora muchos diréis que a tus hijos los quieres sean como sean, hagan lo que hagan y por encima de todas las cosas. ¡JA! ¿Y si mi hija es fan de Melendi? ¿Y si quiere ser tronista en MHYV? O peor aún, ¿y si le da por la magia? Solo de pensarlo un escalofrío recorre mi cuerpo serrano. Sin duda alguna, intentaría con todas mis fuerzas quitarle la idea de la cabeza, aunque me avergüenza un poco admitirlo.
Personalmente, siempre me ha asustado relacionarme con niñas que son muy niñas. No sé si me explico. Esas niñas que quieren ser princesas, y todo lo que tienen es de princesa, y para ir al cole se ponen su diadema de princesa y cuando les preguntas qué quieren ser de mayor te dicen que, por supuesto, quieren ser princesas. Yo no recuerdo haber querido ser nunca una princesa. Cuando pienso en mí en mi infancia, solo me viene a la mente la imagen de una niña gordita que apartaba las sillas del comedor para poder dar vueltas a la Botilde mientras cantaba “es la ilusión de todos los días, lavarse el culo con agua y lejía…” hasta que subía la vecina a decirle a mi madre que dejásemos de saltar que la teníamos harta. Si yo algún día procrease, ¿cómo me iba a enfrentar a la posibilidad de tener una hija hiperfemenina?
Mis amigas, que me conocen bien y son muy majas, siempre se acuerdan de mí cuando ven alguna cosa curiosa en el internet y me mandan todo tipo de fotos y links curiosos. Uno de los últimos que recibí y que, de hecho, fue el causante de este post, es sobre la existencia de un lugar llamado Princelandia. Princelandia “party & beauty”, como su propio nombre indica, es a donde van las niñas a comportarse como princesas y a ser tratadas como una de ellas. En una serie de escalofriantes imágenes, vemos un grupo de niñas en albornoz rosa, a las que un grupo de chicas con horripilantes pelucas de Raffaella Carrà pero en rosa, les están haciendo la manipedi y las están maquillando. Por si estas fotos fueran poco, dentro de la web podéis clicar en un video donde unos dibujos animados os explicarán en qué consiste exactamente este sitio, al son de una bonita canción muy estilo Disney pero de bajo presupuesto.
A ver, sé que no se puede opinar cuando no has sido madre y que no sabes lo que se siente por un hijo hasta que lo has tenido, pero yo he engendrado un ser con mis óvulos, lo he llevado varios meses dentro de mí, lo he parido y siete años después ese ser me viene un día a casa diciendo que quiere ir a Princelandia a hacerse una manipedi, y le calzo una leche que le dejo todos los lunares en un solo lado de la cara.
En el lado opuesto, están aquellos progenitores que no alcanzaron sus sueños y logran convencer a sus hijos de que tienen su mismo sueño y que van a luchar juntos por él. Supongo que todos estáis pensando ahora mismo en esos padres de deportistas de élite muy jóvenes, a los que ves animando al niño o la niña a grito pelado en cualquier competición, como si su competidor fuera el mismo Satán, y no otro niño. También pienso en las imágenes que he visto del programa Toddlers&Tiaras, dedicado a los concursos de belleza infantiles. Si no lo habéis visto nunca, no dejéis de buscar la web, vais a ver a niñas de 5 años mejor maquilladas que Lady Gaga.
Tengo que empezar a pensar cómo voy a transmitir mi sueño a una posible hija mía del futuro. Porque cuando esa niña me pregunte cuáles eran mis sueños cuando era joven, no sé cómo podré explicarle que “mamá lo que más quería en la vida era ser grouppie y pasarse por la piedra a Liam Gallagher”.
Que como dijera Calderón:
“Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
…
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”
Lucía
6 Comentarios
Mi sobrina celebro su cumpleaños en princelandia y se lo pasó pipa. Las visten, las pintan las uñitas y las peinan y «maquillan» con purpurina. Luego se hacen fotos desfilando en una pequeña pasarela. No veo que tiene de malo…su cara de felicidad fue irrepetible y ella,se sintio muy especial.
Hola Lucía,
te cuento que yo siempre he tenido los mismo miedos que tú. Es decir, mi peor pesadilla es el hijo macho bien macho o la hija sumisa que quiere estar buenísima y ser la esposa perfecta. Y sí, confieso que llegué al extremo de pensar: mejor no tengo hijos y ya. No quiero correr con ese riesgo.
Ahora tengo una niña de 5 meses que espero con todo mi corazón no me salga con lo de la princesa. Pero si lo hace, creo que iré con ella a Pricelandia a ver si disfruto de lo que le gusta y tal vez hasta le entienda un poco. Ya sabes…eso de que desde el sistema puedes hacer más que fuera de él.
En conexión con Toddlers & Tiaras, te cuento que hace poquito escribí sobre eso y los papás loco que empujan a los hijos a cumplir sus sueños frustrados. Te dijo el link por si te animas a leer. http://maternidaden2lenguas.com/2013/03/
Saludos desde Budapest.
Es muy bueno el post. Tengo un amigo que siempre ha dicho que hay que tener varios hijos por si alguno te cae mal, siempre me ha parecido una idea rara pero quizás tenga razón. Un saludo
@Bjungla
Lucía, alguna vez he estado tentada de hacerme esa misma pregunta, pero ese impulso nunca me ha durado más de medio segundo porque al instante ha venido a sustituirle otra cuestión que, creo es mucho más real y práctica: ¿y si soy YO la que no le cae bien a mi hijo?
al hilo de tu artículo…
http://www.mujeresparalasalud.org/spip.php?article425
A la hora que una hija hipotética me viniera con el princelandia y el manipedi… yo creo que termino internada con crisis cardíaca!!! xD
Aquí en Chile también existe esa monstruosidad, y simplemente la detesto, al igual que todos esos concursos de belleza para niñas. ¡Dejen que los niñ@s sean niñ@s, por dios!!! Ahora, si a lo que nos enfrentamos es simplemente a una niña uber femenina y dulcecita que ama las muñecas y el rosado, no me asusta… yo nunca fui así, pero sí tuve amigas y primas amantes de estar bien peinadas, los vestiditos con vuelos y los zapatos de charol, y de verdad no es tan malo, jajaja. Creo que una de las cosas importantes y difíciles de tener hijos es eso, aceptar que son personas distintas, con su propia subjetividad. Uf, yo tengo 25 y recién ahora mis padres están empezando a aceptar que aunque ellos adoren a la tía Trinidad, a mí siempre me ha caído mal, y que es legítimo que me caiga mal,
Pero eso sí, el princelandia, sobre mi cadáver!!!