Como perros y gatos

¿Quién no ha discutido con su pareja? Marta nos enseña a manejar esta situación correctamente.


Ilustración: Isa


Las discusiones dentro de la pareja son algo habitual al igual que con el resto de personas de nuestro entorno. Somos humanos, somos diferentes y a veces chocamos. Pero muchas de esas veces no sabemos cómo manejarlo y ponemos en peligro nuestra relación. Aquí os dejo algunos consejillos para mejorar esos «momentos de lucha»:

Hablar claro. Si queremos algo tenemos que pedirlo. Esto que parece algo muy fácil, sencillo y evidente luego nos cuesta horrores. Si algo es importante para ti no lo sugieras, no lo insinúes, ¡dilo y listo! Y si no lo haces, entiende que tu pareja puede no pillarlo o simplemente pensar que no es algo tan importante para ti.

No somos adivinos. Tu pareja no puede adivinar tu pensamiento. Muchas veces escuchamos la frase «si me conociese tendría que saber que yo no quería eso». E igual te conoce, igual en otros momentos lee tu mirada cual clarividente, pero la verdad es que no lo es. No dejemos que nuestra pareja tenga que ser intérprete de nuestros pensamientos mudos ni nos pongamos en la posición de adivinar los suyos, ya que a veces sacamos conclusiones sobre lo que el otro miembro de la pareja está pensando sin tener pruebas que lo fundamenten.

Críticas específicas. Porque algo no nos guste o moleste no tenemos que tirar del «siempre pasa lo mismo». No a las generalidades, no al todo o nada, tenemos que ser concretos y específicos: «yo me he sentido mal por esto que has hecho». Y, al mismo tiempo, escuchar las críticas del otro para saber si hemos cometido un error o no.

Expresar sentimientos. Hay gente que no sabe expresar sus sentimientos y hay que darles tiempo y ayudarles, aunque parezca que estamos jugando a «Hundir la flota» a base de preguntas y siempre caigamos en agua. Además, muchas veces no lo hacen porque les parece como un rasgo de debilidad cuando en realidad es una de las cosas más importantes en una relación.

Mis momentos / Tus momentos. Todos tenemos nuestros puntos débiles. Algunos no soportan que se les hable antes de desayunar porque se levantan con un humor de perros, otros se toman todo como algo ofensivo cuando les duele la cabeza, etc. Identificad vuestros momentos y, cuando estéis en uno de ellos, hacéroslo saber para que podáis daros vuestro espacio. Sencillo, ¿no? Y evitaremos muchas peleillas tontas.

Aprender a decir que no. La siguiente situación es muy habitual: «Les he dicho a Fulanito y a Menganita que podíamos cenar juntos este fin de semana, ¿te apetece?». Respuesta con cara de acelga y tonillo fúnebre «Vale…». Aquí tenemos la ausencia del punto 1: hablar claro, y el punto 2: adivinación del pensamiento, porque ella piensa «seguro que notará que me apetece tanto como clavarme palillos debajo de las uñas». Y el caso es que de todo eso algo llega porque la pareja pregunta: «¿Seguro? No pareces muy convencida…». ¡Ese es nuestro momento! ¡Ha llegado la hora! ¡Redoble de tambores! Y: «Sí, seguro…» dices mientras tu conciencia sale dando un portazo de tu cabeza. No pasa absolutamente nada por decir que no, ya sea a un plan, a una acción, a una cosa determinada, a una relación sexual, etc. Estamos en todo nuestro derecho y con tacto todo se entiende bien.

Empatía y simpatía. Empatizar es una de las cosas más importantes en cualquier relación, pero hay que diferenciarlo de simpatizar, que es lo que solemos hacer.

  • Simpatía: Ponernos en el lugar del otro tal y como somos nosotros, es decir, plantearnos cómo actuaríamos nosotros en esa situación, cómo nos haría sentir, etc. «Yo no me pondría así por eso».

  • Empatía: Ponernos en el lugar del otro sabiendo cómo es. ¿Cómo actuaría yo en esa situación si fuese mi pareja? ¿Cómo me haría sentir? «Normal que le siente mal porque esas cosas le afectan mucho».

Gritos vs. silencio. Cuando hay una pelea muy pocas veces mantenemos una comunicación buena, abierta y efectiva. Y uno de los factores que lo impiden son los gritos y los silencios. No por hablar más alto se tiene más razón y no porque uno calle está otorgando, simplemente son estrategias que hemos aprendido y ninguna de las dos suelen dar buen resultado.

Evitar discursos. Cuando estamos cabreados por algo muchas veces no tenemos discusiones de pareja sino un auténtico combate de discursos enfrentados, ¿por qué? Porque no escuchamos, la verdad, utilizamos el tiempo de réplica de la otra parte como tiempo para pensar en lo siguiente que te voy a decir cuando acabes. ¿Lo ideal? Escuchar al otro, devolverle la información que nos transmite para que note que estamos entendiendo lo que dice y, a partir de ahí, rebatírselo si no estamos de acuerdo.

Pero bueno, si discutís mucho quedaros con lo mejor… las reconciliaciones ;).

Marta G.

 

4 Comentarios

    • Marta G.

      pues ya sabes! a ponerlos en práctica! y ya nos dirás que tal 😉

  1. Qué bien Marta!!

    Tienes toda la razón, me encanta tu apreciación de los silencios. Es verdad que los gritos duelen, pero hay silencios que matan…

    Me apunto todos tus consejos.

    Gracias por compartirlos con nosotr@s!!

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