«Me cansé, ya no quiero más patriarcado, ya no quiero más desigualdad, ya no quiero que me traten diferente.»
Al parecer todas y todos sabemos perfectamente bien que hay estereotipos basados en género, que hay opresión de nuestros cuerpos ejercida por la dominación masculina, que día tras día nos bancamos los programas de televisión, con mujeres inexpresivas, frívolas y bien vestidas, con hombres intelectuales, que opinan de todo. Nos tragamos los violentos comerciales que dan entre medio de los violentos noticieros que hablan del feminicidio y no lo analizan, que presentan dichos casos de manera aislada y no son capaces de reconocer en aquello una realidad perturbadora que va in crescendo; soportamos los estúpidos consejos “para mujeres” que Metro tiene que darnos, tan triviales e insignificantes. Toleramos la discriminación positiva cuando se nos dice “las damas primero”. Escondemos nuestra menstruación en basureros “top secret”. Usamos jabones especiales para cubrir nuestros olores igualmente especiales, rarísimos al parecer, “despreciables” y “asquerosos”.
A diario sobrellevamos una carga que esta sociedad nos impuso hace siglos, aguantamos tanto y no nos permiten ni siquiera ser dueñas de nuestros cuerpos. Nos dicen qué comer, cómo vestir, cómo peinar, cómo ser, con quién salir, cómo servir, qué es correcto, qué es incorrecto. Nos enseñan desde chicas a ser educadas, señoritas, buenas mujeres, heterosexuales, dispuestas a todo, compasivas, abnegadas. Controlan NUESTRA capacidad reproductiva y productiva, más encima nos quieren calladas. Calladas cuando el sistema nos impulsa día a día a una situación límite e insostenible que consista probablemente en matar a la sociedad en su conjunto, nos lleva, nos pone a prueba, ¡lo pide a gritos! Lo increíble es que, maravillosamente para el patriarcado, la mayoría de las mujeres silenciamos estas injusticias.
Somos tan obedientes que cuando se trata de abusos sexuales producto de la mierda que nos venden, nos enseñan y reproducen los sostenedores del sistema –y nosotras mismas muchas veces-, callamos nuevamente. No nos basta con callar ante lo simbólico, ante lo “pasivamente agresivo”; guardamos el peor de los silencios cuando nos maltratan con sus piropos, con sus miradas, sus leyes, los toqueteos, las penetraciones, las violaciones, las palabras y tantas otras agresiones que vivimos y resistimos a diario.
Yo me cansé, no porque me gusten las causas “de moda”, no porque “sea mujer”, no porque “tenga mamá, hermanas, amigas, primas”; me cansé porque no me gusta que me toquen, no me gusta que me maltraten, no me gusta que me violenten y me pasa, me pasa a diario, me pasa cuando a ti te pasa, me matan cuando matan a otra mujer más; me pasa cuando te tocan, me pasa todos los días en carne propia también. Me pasó anoche cuando un degenerado llamó a mi hermana en la madrugada y se masturbaba del otro lado del teléfono. Me pasó el otro día cuando abusaron de una amiga. Me pasó el año pasado cuando abusaron de mí en una fiesta de curso. Me cansé, ya no quiero más patriarcado, ya no quiero más desigualdad, ya no quiero que me traten diferente, no quiero que sigan abusando de nosotras, no quiero vivir más inmersa en una sociedad donde todas/os se hacen las/os locas/os, porque “es más fácil”, porque “no hay que meterse”, porque “mejor olvidarlo”, porque “la ropa sucia se lava en casa”.
Quiero justicia, quiero que los impunes paguen. No quiero más olvido, porque cuando tú te olvidas yo no lo hago, pero me quedo sola, luchando por tu memoria, por tus derechos, derechos que te niegas olvidando, que eludes no peleando por ti, por tu causa. No sigamos tirando la toalla, porque es ahí cuando ELLOS ganan, cuando se pasean campantes y triunfantes por sus lugares comunes porque nunca entendieron, porque nunca hicieron el proceso cognitivo de plantearse que algo andaba mal con sus actos.
No podemos permitirnos el negarnos a nosotras mismas nunca más. Yo hace algún tiempo me hice la promesa de no permitir que nadie me violente nunca más, partiendo por mí, por esa tendencia autodestructiva que me lleva a no enfrentar mis conflictos, a ponerles tierra encima, a relacionarme con personas tibias, cobardes y nefastas, a no hacerme cargo de mi injusta situación. Ya no podemos hacer como si nada pasa, esto llegó muy lejos y me niego rotundamente a abandonar la lucha.
No nos perdamos, no nos dejemos estar NUNCA MÁS.
Pamela
1 Comentario
Quisiera empapelar mi vida con este artículo, quisiera que les entren estas palabras en la cabeza a todos los que me rodean. ¿Por qué es tan difícil darse cuenta?
Gracias por expresar lo que no siempre puedo… Si nos unimos podemos!