Labores propias del sexo

Una fascinante inmersión histórica en el papel que jugaron las mujeres en el desarrollo de la ciencia.


Ilustración: Sabina


A lo largo de la historia la labor de la mujer ha quedado relegada a “tareas propias de su sexo”. Durante mucho tiempo se ha pensado, y aún hay quien así lo hace, que los hombres tienen unas capacidades innatas que la mujer no ha desarrollado de la misma forma. Este hecho justificaría la presencia casi inexistente de la mujer en áreas como la ciencia, matemáticas, tecnología así como en determinados puestos de liderazgo (cátedras, dirección de empresas, etc.).

¿Por qué es menor la presencia de la mujer que la de el hombre en la ciencia? ¿Esta diferencia tiene realmente una base genética?, ¿Ha existido o existe una discriminación de la mujer en determinadas áreas académicas?

Durante demasiados años fueron múltiples las publicaciones, sobre todo en el campo de la psicología que hablaban a favor de la existencia de unas diferencias intersexuales: “a los chicos les interesa más la mecánica y los objetos, y a las chicas las personas y las emociones”. Afirmaciones que en estudios posteriores han sido consideradas como puros mitos.

Maccoby y Jacklin (1974) tras sus estudios llegaron a la conclusión de que eran muy pocas las diferencias inequívocamente demostradas. Posteriormente y para solucionar algunos de los problemas metodológicos encontrados en los estudios previos, se desarrolló una nueva técnica conocida como meta-análisis. Su finalidad no consiste sólo en conocer si hay diferencias significativas o no entre grupos de hombres y mujeres, sino en estimar la magnitud y consistencia de las diferencias obtenidas.

A medida que se incrementan las revisiones y se aplica el meta-análisis observamos que las diferencias intersexuales son inaparentes.

¿Por qué la mujer parece entonces no estar capacitada para ejercer en determinadas áreas?
Nos dice Eulalia Pérez Sedeño, profesora de investigación del CSIC en el Instituto de Filosofía, que las diferencias estadísticas encontradas en el acceso o participación de la mujer en áreas como la ciencia, estudios superiores y/o puestos de mayor responsabilidad puede entenderse a raíz de diferentes tipos de problemas: pedagógicos, socio-institucionales y epistemológicos (particulares y generales).

 

  • LA VISTA ATRÁS: CONOCER EL PASADO PARA ENTENDER EL PRESENTE

Nos dice Catalina Lara en su libro, El segundo escalón: desequilibrios de género en ciencia y tecnología:
«En la Edad Media, la mujer es considerada en términos generales como un ser malvado, superficial, tonto y estúpido, lujurioso e inconstante. Además existían unas marcadas diferencias sociales, llegando a considerar al campesino un ser inferior e incapaz de desarrollar cualquier actividad fuera de lo meramente físico» -a las clases acomodadas tampoco les interesó-.

La mujeres pertenecientes a las clases sociales más bajas sufrían, por tanto, una doble discriminación, por ser pobre y por ser mujer.

 

Campesina medieval
 

En el s. XVI plantear el acceso de la mujer a la educación era motivo de discusión y fue la base de una gran polémica en la sociedad.

Con la entrada en vigor de la educación universal se rompió el primer sesgo de diferencia de clases. Todos los niños tenían acceso a la educación. No obstante, la incorporación de las chicas a la enseñanza fue con fines diferentes a los de los chicos.

Así mismo no dice Catalina Lara; «La defensa de la costura en el currículum femenino fue una constante hasta prácticamente mediados del siglo XX. Casi una obsesión, la trascendencia de la costura para los responsables educativos iba mucho más allá de su utilidad práctica; con ella se pretendía desarrollar en las niñas actitudes pasivas, de subordinación, alejadas de cualquier creatividad o aspiración a salirse de lo trillado y rutinario.»

Los ítems a seguir por las mujeres, cuando en 1783 la Corona de Madrid crea las Escuelas de Barrio para niñas, son: “doctrina, buenas costumbres y labores propias del sexo”.

En el s. XIX se produce un incremento de oportunidades educativas, no así para las mujeres. No obstante, además de las diferencias de género, existe aún una marcada diferencia social, la enseñanza media (el bachillerato). Ésta se erige como baluarte de defensa burgués frente a la popularización de la educación; serían los hijos de éstos los que tendrían acceso a éste.

Las diferencias se perpetúan, los chicos, al finalizar sus estudios obtendrían un currículum masculino que reflejaba que poseía de conocimientos suficientes y necesarios para el desarrollo de una carrera y una salida profesional. Y la chica, en cambio, dispondría de sus “enseñanzas de adorno”, con ellas se reconocía como una mujer bien formada pero en aquellas labores «propias de las mujeres» y que les ayudaría a encontrar un marido, esa era nuestra función: casarse y ser madre, saber de canto, piano, francés y por su puesto religión.

Podemos llegar a la conclusión de que el acceso a los estudios medios, no digamos universitarios, se convirtió para muchas mujeres en una auténtica odisea.

En 1857 se crean en España la Escuelas Normales de Maestras. Éstas no eran como las de nuestros compañeros masculinos, al tratarse de mujeres sus enseñanzas iban dirigida exclusivamente hacia las niñas. No se consideraban necesarias materias como las ciencias naturales y la geometría. Empezaron a surgir las primeras profesiones orientadas a las mujeres: maestras, enfermeras, taquígrafas.

 

Biblioteca de la Escuela Normal de Maestras
 

Otro ejemplo que nos aporta Catalina Lara de discriminación de la mujer: «La situación subordinada de la enseñanza media femenina se ve muy bien ilustrada en la asamblea de profesores de secundaria en Weimar en 1872, donde concurrieron 110 profesores y 52 profesoras. Los profesores prohibieron la participación en los debates fundamentales a las profesoras. Las conclusiones a las que se llegaron: las instituciones femeninas debían ser dirigidas por personal masculino y era necesario un currículum diferenciado para crear buenas esposas y madres.»

El franquismo lejos de mantener lo que pareció iniciarse en la república dio un paso atrás, favoreciendo el acceso del hombre a la universidad y manteniendo a la mujer como subordinada de su marido, equiparándola en derechos a un menor.

El primer país en cerciorarse de la discriminación por razón de género en la educación fue EEUU. En 1972 se promulgó el conocido como Título IX. Era una enmienda a la educación en la que se prohíbe la discriminación por sexo en profesores y alumnos, y en cualquier institución relacionada con la educación que reciba fondos federales.

El acceso a la Universidad de las primeras mujeres europeas tuvo lugar en Suecia.

Hoy día, y a pesar de los esfuerzos realizados por diferentes instituciones para abolir esas dificultades que marcan la diferencias de acceso de la mujer a determinados puestos parece que persisten reglas no escritas y sesgos muy arraigados que pervierten el sistema meritocrático de acceso y promoción, con los consiguientes efectos negativos para las mujeres durante muchos años.

 

  • PIONERAS

Hasta el s. XIX las mujeres tenían prohibido el acceso a la universidad. En ocasiones, de forma extraordinaria y con permisos individuales, podían asistir a algunas clases. No fue hasta principios del s. XX que pudieron hacerlo de forma regular.

Universidades muy prestigiosas, como por ejemplo L´Ecole Politechnique (París), las mujeres no fueron admitidas hasta 1974. Esto a pesar de que esta universidad se consideraba revolucionaria por admitir a sus alumnos en base a sus conocimientos no según títulos nobiliarios presentasen.

El primer grado de Doctor en Filosofía a una mujer en Europa: Elena Cornado Piscopia en 1678 fue otorgado por la Universidad de Padua, en Italia, país que nunca prohibió la entrada de las mujeres a la universidad. La segunda mujer que obtuvo el grado de Doctor fue Laura Catherina María Bassi en 1733, otorgado por la Universidad de Bolonia.
En 1750 en esta misma universidad, otra mujer, María Agnesi, obtuvo la Cátedra de Matemáticas y Filosofía Natural. Pero estos nombres de científicas no suelen aparecen en los libros de Historia de la Ciencia.

En muchas ocasiones, estas mujeres, además de haber sido excluídas de los quehaceres científicos, aquéllas que consiguieron contribuir con su trabajo y su talento al progreso científico, han sido ignoradas, incluso estafadas por sus compañeros masculinos que gozaban de una posición más favorable. El ejemplo más representativo de esto es el de Rosalind Franklin (Londres, 1920-1958; Dra. en Física).

 

Rosalind Franklin (1920 – 1958)

Podemos conocer su historia en El segundo escalón: desequilibrios entre ciencia y género, de C. Lara.

«Cristalizó el ADN como nadie lo había hecho hasta el momento. Todas las características que hoy conocemos de la doble hélice están deducidas y discutidas en sus cuadernos de laboratorio del King´s College de Londres, desde enero de 1951 a marzo de 1953. Y en los artículos que publicó en Nature y Acta Crystallographica en ese mismo año.

Una serie de circunstancias, contadas y conocidas, hicieron que de una u otra forma a lo largo de esos dos años, los datos experimentales, los cálculos y los razonamientos de Rosalind Franklin, llegaran antes de ser publicados a manos de otras personas. Todo a sus espaldas y siguiendo fielmente las características y dimensiones determinadas por ella.

Estas otras personas, James Watson y Francis Crick, apoyados por científicos influyentes de prestigiosas instituciones, consiguieron publicar este descubrimiento previo a ella pasando ellos a la historia como los descubridores de la doble hélice del DNA.»
Os invito a conocer su historia.

 

Elizabeth Blackwell (1831 – 1910)

Fue la primera mujer en doctorarse en medicina en Estados Unidos y su hermana Emily, la primera cirujana. En 1847, cuando contaba con 26 años de edad, tras ser rechazada por doce universidades, logró la insólita osadía de matricularse en la escuela de medicina de la universidad de Geneva, situada en el occidente del estado de Nueva York. La carrera que Elizabeth Blackwell comenzó ese día la llevó a la pobreza, al ridículo y al ostracismo social; pero también hizo de ella la pionera que abrió las puertas de las escuelas de medicina a las mujeres en muchas partes del mundo.

 

Emmy Noether (1882 – 1935)

Emmy Noether, considerada como la creadora del álgebra moderna, fue una matemática alemana de origen judío. El Senado de la Universidad de Erlangen había declarado en 1898 que la admisión de mujeres estudiantes «destrozaría todo orden académico». Sin embargo, se les autorizaba a asistir a clase con un permiso especial, que no les daba derecho a examinarse. Fue la única alumna entre 984 estudiantes. Después de pasar los exámenes en Nuremberg en 1903, fue a Göttingen donde asistió a cursos impartidos por Hilbert, Klein y Minkowski. En 1904 regresó a Erlangen donde habían cambiado los estatutos de la Universidad y pudo proseguir sus estudios de doctorado. En 1907 obtuvo el grado de doctora “cum laude” con la memoria titulada: Sobre los sistemas completos de invariantes para las formas bicuadráticas ternarias, que fue publicada en 1908.

 

Gertrude Elion (1918 – 1999)

Nació en Nueva York en enero de 1918. Ella misma declaró que no se había sentido atraída por la ciencia hasta que perdió a su abuelo debido a un cáncer de estómago. Con esa misma edad se matriculó en estudios de química en el Hunter College. Posteriormente entraría en la Universidad de Nueva York, donde acabó doctorándose en el año 1941. Una vez concluídos sus estudios tenía intención de trabajar en la investigación, sin embargo por su condición de mujer no pudo trabajar como investigadora. Se dedicó a ser profesora en un instituto y en los hospitales, enseñanado a las enfermeras. Años más tarde conocería a Hichgins, con quien pudo investigar en el diseño de nuevos fármacos. Algunos de estos fármacos permitieron el transplante de algunos órganos. Además desarrollaron nuevos métodos de investigación que permitieron, un tiempo después, obtener el fármaco AZT, primer fármaco asociado al tratamiento del SIDA.

 

Mileva Maric (1875 – 1948)

Mileva Maric, matemática yugoslava, fue la primera esposa de Einstein, con quien trabajó en la elaboración de la teoría de la relatividad. Albert y Mileva se conocieron en 1896 en el Instituto Politécnico Federal de Zurich estudiando la carrera de física. Ella era la única mujer inscrita en matemáticas y fue la primera mujer que se licenció en física. Se conservan varias cartas que se escribieron cuando eran novios, en las que Einstein discute sus ideas con Mileva, la trata como colega e incluso se refiere a «nuestra teoría». Basándose en esa evidencia, algunos investigadores sostienen que las ideas esenciales fueron de la señora Einstein, pero que ella prefirió sacrificar su carrera para beneficiar a su esposo, quien por su sexo tenía más posibilidades de conseguir un puesto académico. De manera que la teoría de la relatividad se debería más a ella que a él, quien la desarrolló sin dar ningún crédito a su compañera. Además existe otro dato: un conocido físico ruso, fallecido en 1960, habría afirmado que, en su juventud, llegó a ver los artículos manuscritos de 1905, los cuales, según recordaba, estaban firmados Einstein-Mariti (el segundo apellido sería una versión en húngaro del serbio Maric). Sin embargo, esos manuscritos originales nunca han sido hallados. Cabe preguntarse por qué los artículos fueron publicados finalmente con Albert Einstein como único autor y por qué Mileva nunca reclamó la autoría.

 

  • ALGUNAS CIENTÍFICAS DE LA ANTIGÜEDAD
Hipatia

– Primeras pitagóricas: Teano Arignote, Myia y Damo.

– Pitagóricas posteriores (-IV, -III): Pintis, Aesana de Lucania, Penctiones.

– Médicas: Agamede, Agnódice.

– Matemáticas y astronomía: Hipatia.

 

  • EDAD MEDIA
Christine de Pizan

Roswita (ca. 935 – ca. 1002): conocía la aritmética de Boecio y habló de números defectivos y perfectos. Además era escritora de obras de teatro en latín, la primera en hacerlo de la antigüedad tardía.

Hildegarda de Bingen (1098 – 1179): escribió libros sobre ciencias naturales y medicina. También sobre música y contemplación mística.

Christine de Pizan (1364-1429): mostró una gran curiosidad por la ciencia. Sus textos, que incluyen novelas y biografías, han sido y son muy influyentes.

 

  • MUJERES NOBELES

 

Marie Sklodowska Curie. El primer Nobel a una mujer. Química, 1911; en reconocimientos a sus servicios para el avance de la química al descubrir los elementos radio y polonio por medio del aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y los componentes de este sorprendente elemento.

 

Irene Joliot-Curie. Nobel de química (conjuntamente con Frederic Joliot-Curie) “En reconocimiento a la síntesis de nuevos elementos radiactivos”.

 

María Goeppert Mayer. Nobel de química, 1963, (conjuntamente con J. Hans Jensen) “por sus descubrimientos acerca de la estructura nuclear”.

 

Dorothy Crowfoot Hodkin. Nobel de química, 1964. “por determinar por medio de la técnica de rayos x, la estructura de sustancias bioquímicas importantes”.

 

Gertry Radnitz Cori. Nobel de Medicina y Fisiología, 1974, (conjuntamente con Carl Ferdinand Cori). “Por sus descubrimientos en el curso de la conversión catalítica del glucógeno”.

 

Rosalin Sussman Yalow. Nobel en Medicina y Fisiología, 1977. “Por el desarrollo de ensayos sobre radio inmunidad de las hormonas pépticas”.

 

Barbara McClintock. Nobel de Medicina y Fisiología, 1983, por su descubrimiento de elementos genéticos móviles.

 

Rita Levi-Montalcini. Nobel de Fisiología y Medicina, 1986. (conjuntamente con Stanley Cohen). “Por sus descubrimientos sobre los factores del crecimiento”.

 

Gertrude Elion, citada anteriormente. Nobel de Fisiología y Medicina, 1988, (conjuntamente con James W.Black y George Hitchings). “Por sus descubrimientos sobre importantes principios del tratamiento por medio de drogas”.

 

Christiane Nüsslein Volhard. Nobel de Fisiología y Medicina, 1995, (conjuntamente con Edward B. Lewis y Eric F. Wieschaus). “Por sus descubrimientos concernientes al control genético en el temprano desarrollo embriológico”.

 

Linda Buck. Nobel en Fisiología y Medicina, 2004, (conjuntamente con Richard Axel). “Por su descubrimiento de los receptores del olor y la organización del sistema olfativo.

 

Éste sólo es un pequeño ejemplo de mujeres inteligentes, preparadas y luchadoras, que demostraron al mundo cuáles eran las “labores propias de su sexo”.

Que nos sirvan de guía e inspiración.

Lola C.

 

Bibliografía

• Lara, Catalina. El segundo escalón: desequilibrios de género en ciencia y tecnología. 2006.
• Casado, María. Sobre la persistencia del desequilibrio entre hombre y mujeres en el mundo de la ciencia. Rev Biotética y Derecho. 2011(11)

 

5 Comentarios

  1. patricia

    Lo que me deja de piedra es que muchas de esas luchas fueran el siglo xx. Cuando leia que universidades incluso en 1974 no dejaban entrar a mujeres no podia creerlo. Sin duda la correlacion de fechas aun tan cercanas nos indica que aun queda mucho por hacer.

  2. Alexandre

    Algún día estaré ahí con todas esas mujeres ilustres.

  3. Violeta Arce

    Ha sido muy entretenido e ilustrador enterarme de tantas mujeres dignas representantes de las Ciencias Naturales. Muy buen artículo, da mucho que pensar sobre el coraje de estas mujeres, que en tiempos donde ser mujer era poco más o menos que ser un niño, se impusieron y lograron sobresalir en un campo pensado únicamente para hombres.
    También quería hacerles saber que hay una falta de ortografía en el texto sobre Christine de Pizan, donde en vez de nobelas debería estar novelas.
    Saludos y sigan adelante.

  4. Esta buenisima la nota, pero todas la ciencias que mencionan son de llamadas «ciencias duras», revaloricemos a las ciencias sociales para no se seguir reproduciendo estereotipos positivistas!

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