Las niñas bonitas no pagan dinero

Bailarinas frente a deportivas, faldas frente a pantalones. Profundizamos en las diferencias existentes entre la ropa infantil y su efecto en las niñas y las adultas de hoy.


Ilustración: Marta A.


Hace unos días me sorprendía (o no tanto) al escuchar en un programa de televisión como se piropeaba a una niña de menos de diez años porque era muy femenina. La niña era considerada más guapa -«mejor»- por vestir con tacones, flores y volantes. Esta situación, que no es ni mucho menos una excepción, me hizo pensar en cómo la ropa y la forma de vestir lanza mensajes machistas continuamente. Y peor aún, cómo lo hace desde que nacemos.

No es raro encontrarse con una mujer embarazada que espera hasta conocer el sexo del bebé para decorar su habitación, como si un bebé niña se sintiese mejor entre corazones y flores. O el tipo de situaciones tal que: cuando Pablo nazca le esperará un dormitorio lleno de dragones, trenes y leones; en el dormitorio de Paula habrá princesas, hadas y ¡anda, un gato! lástima que sea Hello Kitty… Lo que parece ser un tema puramente estético, es en realidad una forma de marcar y diferenciar a dos bebés que son exactamente iguales. Sin embargo, esta forma de discriminación según el sexo no es la única, hay muchos más condicionantes que etiquetan a las personas desde su nacimiento. Por ejemplo, hay varios estudios que demuestran que los adultos varían su forma de tratar a un bebé según sea niño o niña, contribuyendo así a la formación de su personalidad y su carácter; también las expectativas cambian según el sexo del bebé, dando por hecho que las niñas serán más tranquilas y los niños más activos. Pero es la ropa, y los mensajes que esta transmite, una de las herramientas más potentes a la hora de diferenciar desde la más tierna infancia.

Si alguna vez habéis ojeado una tienda de ropa infantil, habréis comprobado que hay dos grandes bloques: el rosa y el azul. Esto, como la decoración, sería un problema puramente estético (no exento de consecuencias, por supuesto), si no fuera porque la ropa de niños y niñas no son distintas solo en el color, sino que lo son fundamentalmente en la forma. Y me diréis, “claro, las niñas usan vestidos y los niños no”. Pues sí, eso para empezar. Pero si nos paramos a analizar las prendas, nos daremos cuenta de que las niñas suelen vestir con ropa y zapatos delicados, en los que prima la estética y lo decorativo (volantes, lazos, lentejuelas, etc.), mientras que los niños usan prendas y calzado cómodos, prácticos y funcionales. Esto supone que, en general, las niñas están vestidas para “estar monas”, aunque esto limite sus movimientos y no les permita correr, trepar, agacharse, …

Estas diferencias son visibles ya en los primeros meses del bebé y su efecto se intensifica cuando empieza a gatear, a andar y a jugar de forma independiente. Con la escolarización, las diferencias se hacen cada vez más visibles: Paula muestra orgullosa su mochila de las princesas Disney, mientras Pablo luce encantado su camiseta de Superman (os recomiendo este artículo en el que un padre cuenta porqué decidió comprar a su hija ropa interior de chico). Si a Pablo se le ocurriese llevar una bolsa para la merienda con lazos, corazones, mariposas o cualquier otra cosa que “huela” a niña, el resto de compañeros y compañeras empezarían a mirarlo mal … ¿O serían los adultos los que lo harían y (queriendo o sin querer) transmitirían este rechazo a sus hijos?

Llegados a este punto, tenemos claramente diferenciados a niños y niñas y, probablemente, estas últimas hayan aceptado como propias de su sexo esa fragilidad y delicadeza que transmite su ropa. A partir de aquí, vamos un paso más allá y las niñas empiezan a convertirse en pequeñas mujeres en miniatura. ¿Sabíais que hay sujetadores para niñas de 5 años? ¡Y con encajes! Pintalabios, esmalte de uñas, tacones,…, las niñas comienzan a asumir que deben cuidar su cuerpo y mostrarse «bonitas». ¿Cómo no van a hacerlo si es lo que les transmite su entorno?

Recuerdo una polémica que surgió hace unos años en Estados Unidos por una camiseta infantil que decía: “Soy demasiado guapa para hacer deberes, así que mi hermano tiene que hacerlos por mí”; aquí en España, en cambio, somos más permisivos y estábamos encantados con la camiseta que comercializaba Zara con el mensaje “Mi mamá es más guapa que la tuya”, incluso teniendo en cuenta que la versión masculina rezaba “Mi papá es más fuerte que el tuyo”. No son los únicos eslóganes que lucen las pequeñas, hay algunos más lúdicos como ‘I love shopping’ o ‘Fashion addict’ y sí, seguimos hablando de niñas de 5 años.

Con la superación del «momento princesa», la hipersexualización de las niñas va en aumento y nos encontramos con chicas de 10 años que aparentan 18 y que piensan que su cuerpo es su única herramienta para atraer a los chicos. Y es normal. Es normal porque lo ven en las revistas para adolescentes, que cada vez van dirigidas a un público más joven; porque lo ven en sus ídolos, que visten cada vez de forma más provocativa y cantan canciones que fomentan la imagen de la mujer-objeto; pero, sobre todo, es normal porque lo ven todos los días en su casa, en el cole, en el parque. Están rodeadas de personas adultas que valoran a las mujeres por lo femeninas que son, que invitan a las mujeres a mostrar su cuerpo para conseguir cosas, que juzgan a aquellas que no se preocupan por su aspecto. Lo ven en la tele y lo ven en el día a día: en su tía, que se viste más sexy para conseguir una entrevista de trabajo, en su vecina «la machorra», que nunca se ha puesto un vestido y tiene que sufrir los chismorreos de la gente del barrio, en su prima, una chica «normal», que solo quiere ir cómoda sin que ningún pantalón le corte la respiración ni unos zapatos le destrocen los pies, pero constantemente es invitada amablemente a que se maquille y «se arregle un poco»…

En definitiva, quizás deberíamos plantearnos qué mensaje transmite nuestra ropa y hasta qué punto somos conscientes y cómplices de esta situación. No hay nada de malo en usar más o menos complementos, maquillarse o usar tacones, la cuestión es si todo esto es imprescindible para ser una verdadera mujer y cómo afecta  todo esto a la construcción de la identidad de las niñas y niños.

 

 

5 Comentarios

  1. Samantha Nuñez

    Perdón, pero de todo eso tiene la culpa la ropa? Creo que estás simplificando mucho tu análisis, como si las niñas no tuvieran padres que les transmiten educación y una actitud ante la vida. A mi de niña me encantaban los vestidos tipo «princesa» con encajes y hasta ahora me gustan.. pero mis padres también me estimularon otros intereses como la lectura, la ciencia, las artes, etc. En el aspecto de la comodidad, hasta me atrevería a decir que las mujeres tenemos más opciones, ya que no toda la oferta son vestido, también hay buzos, pantalones para niñas, leggins, etc, que nos permiten gran actividad física… en ese aspecto creo que los niños están restringidos a tener que ser siempre «físicos» y jamás «delicados». Creo que uno debería apostar por la variedad de la oferta, y no en criticar a los padres que le compran rosado a sus niñas y celeste a sus niños, menos meternos a decir cómo los deberían criar.

  2. Como educadora de niños y niñas entre 6 y 8 años lo veo cada día: rosa, fucsia chillón y ropa delicada para muchas niñas, sujetadores (pero si no tienes nada que sujetar!), pintalabios (no hace falta que te pintes para venir al cole….) diademas y coletas que provocan jaquecas…. y entre los chicos un odio visceral al color rosa y similares… Cuesta mucho. En las excursiones hay que remarcar «ropa cómoda» porque si no, algunas vendrían «guapas» pero no cómodas para sentarse en el suelo, jugar entre árboles o caminar por senderos.
    Al menos a todxs les gustan y todxs llevan esas pulseritas de gomitas de colores!!

    Cuando mis hijas eran bebés, a menudo iban con pelele o ranita (como los pijamitas de bebé) era una de las prendas que les permitían gatear y trepar. Además, las faldas eran exageradamente largas, sólo las llevaban cuando iban en el carrito a algún lugar poco lúdico.

    Pero si las mamás y papás no lo cambian… seguirán vistiendo a sus niñas de forma incómoda

  3. Yo veo esto mismo cuando cuido a niños y una niña de 5 años me dice: quiero la cuchara rosa porque es un color de chica. Y ella es una princesa. Mientras, su hermana de 3 prefiere ser una pirata.

  4. Espero no me malinterpreten, mas que nada hoy en la actualidad cada vez las mujeres estan siendo mas un decorativo, algo meramente visual, y desde chicas se les inculca eso, preocuparse de mas por eso, hace que las mujeres tengan cierta vision superflua por preocuparse y atenderse a detalles realmente innecesarios en vez de enfocarlo en algo de verdadera importancia.

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