Tatuajes con nombre de mujer

Actualmente podríamos decir que el tatuaje, al igual que la ropa, es un reflejo de nuestros gustos y nuestra personalidad, pero, a lo largo de la historia, su uso ha tenido significados muy diversos que no tienen nada que ver con la estética.

El tatuaje ha sido usado como castigo a criminales, ha formado parte de rituales mágicos y espirituales y ha servido para marcar a esclavos, a jefes o a prostitutas según la cultura y la época histórica.

Según los restos encontrados, el tatuaje se lleva usando al menos 5000 años, desde el neolítico, pasando más tarde por diversas civilizaciones y tribus de distintos continentes. En Occidente, se “redescubrió” en el siglo XVIII debido a las expediciones al Pacífico, donde el tatuaje se había desarrollado de forma asombrosa. A la vuelta, los marineros lucían este tipo de adorno que se extendió en ambientes marginales, popularizándose años después en los circos ambulantes.

En este “redescubrimiento”, los hombres eran tatuadores y tatuados, el tatuaje se tenía por una costumbre masculina. En cambio, en algunas de las culturas más antiguas, como la egipcia, eran las mujeres las que adornaban su piel con símbolos relacionados con la protección y la maternidad y existía la creencia de que su uso tenía relación con la fertilidad. Con su llegada a los circos, el tatuaje vuelve a vestir la piel femenina, convirtiendo a las mujeres en objeto de exhibición: Nora Hildebrandt, Irene Woodward, Maud Wagner o Mildred Hull, se ganaron la vida exhibiendo sus cuerpos tatuados, siendo las dos últimas, además, grandes tatuadoras.

Actualmente, tras varias décadas en las que lo masculino ha acaparado la mayor parte del mercado del tatuaje, la mujer va cobrando protagonismo y en algunos países supera en porcentaje al de hombres tatuados. Como en casi todas las disciplinas, las grandes estrellas llevan nombre de varón, pero hoy es fácil encontrar grandes maestras de la tinta que sirven de motivación para que cada vez más mujeres se decidan a dedicarse a este arte. Aunque hay muchas grandes tatuadoras repartidas por todo el mundo, estas son algunas de mis favoritas:

Amanda Wachob – Además de contar con un estilo muy original, ha hecho del tatuaje un arte más allá de la piel. Entre sus trabajos encontramos todo tipo de “experimentos” como cuadros y cianotipos realizados con sus agujas, naranjas tatuadas o una serie fotográfica de tatuajes en bloodline.

Sasha Unisex – En el book de esta artista rusa destacan los diseños geométricos y coloridos. Su marca de la casa son imágenes sin líneas que parecen pintadas con acuarela sobre la piel.

Emily Rose – Afincada en Australia, realiza especialmente retratos y dibujos figurativos. Sus tatuajes están llenos de detalles, sombras y colores increíbles.

Roxx – Con un estilo totalmente distinto y particular, esta artista de las líneas realiza tatuajes espectaculares usando únicamente tinta negra. Sus trabajos, de inspiración maorí, la han situado como una de las tatuadoras de referencia.

Recientemente, la propia Roxx participó en un precioso proyecto en el que el tatuaje va más allá de un simple adorno. P.ink es una iniciativa que pone en contacto a tatuadoras de todo el mundo con mujeres que han sufrido una mastectomía a causa de un cáncer de mama. El objetivo es que aquellas que han pasado por este tipo de operación y sufren secuelas psicológicas vean en el tatuaje una forma de “terapia”, una alternativa a la reconstrucción que les ayude a superar los cambios en sus cuerpos.

En conclusión, estamos ante un arte que ha pasado de considerarse marginal y “peligroso” a figurar en los museos o formar parte de terapias para mejorar la autoestima. Una evolución en la que la mujer ha ido ganando cada vez más peso y que permite que el tatuaje sea ahora mucho mejor valorado y ocupe el lugar que merece como expresión artística.