¡Socorro! ¡La comida me controla!

Este no es un artículo sobre perder peso o sobre el cuidado de nuestra alimentación; este es un artículo que escribo sin mucho cerebro: Lo escribo desde el estómago.


estoy enamorada de mi pizza
Ilustración: Sabina


«Estoy enamorada. Tengo una relación con mi pizza.»

Quizás esta sea una de las pocas frases que salvaría de la película Come , reza, ama. La frase me gusta porque Julia Roberts y yo compartimos una fascinación por Italia; su cultura, su gente y, sobre todo, su comida. Los 3 meses de fascinación y enajenación mental que tiene la señorita Julia con lo que come llevan conmigo desde hace bastantes años. Haciendo examen de conciencia, me he dado cuenta de que los pensamientos más asiduos durante el día giran sobre este mismo tema; os lo prometo con una mano en el pecho y con una tostada bañada en Nutella en la otra (a este país la Nocilla no llega).

No sé si os pasa a vosotrxs o es que simplemente mi cerebro en vez de con sinapsis funciona con cuchillo y tenedor; pero cuando desayuno ya estoy pensando en qué voy a cocinar para la comida y cuando como, al poco ya me estoy preguntando qué será lo que cene. Tampoco perdono el momento de la merienda: las buenas costumbres nunca han de perderse (la Nutella asiente desde la tostada). Puedo pasarme los minutos a lo bobo en Internet buscando nuevos restaurantes que probar para cuando tenga la oportunidad. Hasta me he hecho una cuenta en Tripadvisor para cotillear y evaluar los que haya visitado. El unico reality show que me he tragado emocionada ha sido el de Master Chef (pero el italiano, no el español, por posturear). Me meto tan a fondo en el tema que hasta a veces me resulta apetitoso lo que Hannibal ha cocinado. Así que, después de haberme avergonzado públicamente desnudándome de forma gastronómica, yo me pregunto:

¿A ti no te pasa? ¿No piensas a veces que estás demasiado ligadx a la comida?

Yo creo que no soy la única. Vengo de una cultura en la que la comida es una excusa social;  se queda para comer, cenar, tomar un café, un aperitivo, unas tapas… Conozco a más de uno que en ocasiones especiales come hasta no poder más aun sabiendo que pueda estar mal el día siguiente. A  más de una que se atiborra de dulces como si no hubiese un mañana cuando tiene la menstruación. Personas que durante la comida hablan de recetas de cocina, de qué cocinarán más tarde, de cuándo será la próxima comida. Personas que no saben empezar el día sin un café o que cuando dibujan o escriben no se concentran sin una taza de té con galletas, pastas, o lo que sea. Personas que en el día a día, cada tres anuncios que ven seguramente uno será sobre comida o bebida. Personas cuyos Whatsapps son fotos de comida. Comida en Pinterest, comida en Instagram, comida en Facebook.

Comidaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

¿Todavía no te has dado cuenta?

Indagando en Internet he encontrado un articulo que habla de un estudio de la Universidad de Ohio, publicado por el Daily Mail el año pasado, cuyos datos afirman que las mujeres piensan en comida 15’3 veces al día mientras que los hombres lo hacen 25’1 veces. Por un lado pienso que es normal, que no puedo preocuparme por ello y que soy una exagerada. Pienso en la pirámide de Maslow  y la uso para mi propio beneficio, diciéndome a mí misma: tranquila, es que comer es básico.

 

Teoría psicológica propuesta por Abraham Maslow en su obra A Theory of Human Motivation en la que formula una jerarquía de necesidades humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas (parte inferior de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados (parte superior).

Maslow, hijo, una pirámide inversa conmigo.

Dejando las bromas a parte y como ya he dicho al principio, no me preocupa el hecho de engordar o no, ni que me miren como si fuera una extraterrestre cuando me meto entre pecho y espalda una pizza entera o un plataco de cocido; tampoco el que tenga un reconocido y estimulante problema de adicción al chocolate. Lo que me preocupa es que mi pensamiento se pare tanto a regocijarse en esto en vez de expandirse y preocuparse más por otros asuntos, otras cosas que me hagan sentir tan bien como esta y que no estén ligadas al consumo. Quizás hayan sido las vacaciones y me haya obsesionado con el tema por todo el tiempo libre que he tenido; quizás la semana que viene, con el trabajo, olvidaré las múltiples recetas que quería intentar cocinar. No lo sé.

Hasta entonces quedo a la merced de mi estómago y me despido porque me voy a preparar algo para la cena.

Venga, ¡que te invito!

 

8 Comentarios

  1. Amiga, no creo que seas ningún paladar gourmet selecto , o una gastrónoma nata. Eres comedora compulsiva y eso es triste, sería sano que auto detectes las ansiedades te orillan a evadir tus pensamientos en la comida.
    Besos!

  2. Coincido con todo todo! 😀 Pero lo que a mi verdaderamente me preocupa es que cuando soy feliz con mis dulces sentada en la pc, masticando contenta, una pequeña voz en mi interior dice «estás gorda, mira la chica de esa foto en facebook jamás vas a ser así de flaca» y cosas así… Es un segundo de culpa, para luego seguir degustando libremente.

  3. Yo creo que es un gusto como otro cualquiera, gusto por cocinar, gusto por comer cosas ricas…Mientras no afecte a la salud yo creo que no hay de que preocuparse. Lo que pasa es que nos han dicho que comer mucho es malo, y quieras que no siempre nos dicen, ¡cómo vamos a disfrutar de la comida, con lo que engorda! Pero a mí me encanta, y si eres tú misma la que se encarga de cocinar y comprar, lo más normal del mundo es pensar qué vas a comer o cenar, a no ser que te conformes con comer cualquier congelado. Ea.

  4. Sí tenemos mucha relación con la comida, soy de las personas que deben comer algo al iniciar el día y aunque no me gusta tanto cocinar, sí me gusta mucho comer, trato de no pasarme ninguna de mis comidas. Desayunar para mí es básico, y desayunar para mí es más que fruta y cereal, también me siento mal porque se me puede ir el día cocinando y comiendo, pues desde niña como muy lento, lento es más de una hora y francamente lo disfruto, disfruto comer lento y sola, pues no conozco a nadie que coma mas lento que yo.

  5. Me siento totalmente de acuerdo con este artículo! Me paso el día pensando qué es lo próximo que voy a comer, pero sin pasar por alto la vergüenza que esto me produce, ya que si bien es verdad que la comida está presente en todos lados (publicidades, redes sociales y reuniones) no quita que ver a una chica comer «mucho» está mal visto en la sociedad… ¿no es esto un claro doble mensaje?

  6. joder, marta, cómo me ha gustado!!!así lo vivo yo, como te lo digo. cada vez vamos teniendo más similitudes tú y yo!! 🙂 gra artículo y esa pedazo de ilustración que no puede estar más chula, grande sabina!

    • Marta A.

      jajajajajaa Luisa!!! Muchas gracias!!! Es verdad, cada vez tenemos más similitudes, habrá que seguir investigando sobre ellas. Así que hay que conocerse, es inevitable!!! Es la excusa perfecta para en verdad ir a comer, o cenar, o merendar… juntas 😉

    • Jajajajajaj ¡Me ha encantado el artículo! ¡Cuánta verdad! Me he visto a mí misma con esa tostada -de paté, en mi caso- en la mano y escribiendo, viendo o leyendo cualquier cosa delante del ordenador. Y por supuesto, pensando en qué voy a almorzar dentro de un rato o a qué sitio especial iré este fin de semana.
      Tenemos una rica cultura gastronómica que no debemos perder y si ello significa probar platos diferentes… ¡adelante!

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