¿Alguna vez has leído un libro que te ha cambiado la vida, que te ha ayudado a ponerte las gafas violetas y a partir del cual te ves diferente? A esta lectora también le ha pasado, y escribe a la autora Florence Thomas para agradecérselo.
La nostalgia acompañada de la felicidad se apodera de mí justo en este momento. Es increíble que pueda sentarme a escribir y no tener la certeza de ser leída por quien pretendo, sin embargo me atrevo a escribir porque es este el medio que tengo para comunicarme, para por fin ser libre y abandonar una serie de prejuicios que he adoptado.
Acabo de terminar su libro Género: Femenino y antes de abordar Había que decirlo, debo escribirle, hacerle saber lo que su experiencia de vida como mujer y como académica ha provocado en mí.
Agradezco a un tío paterno, uno de esos hombres que han emprendido su lucha feminista en silencio, que me regalara parte de su obra. Eso ha generado en mí fuertes reflexiones que hoy me dan el valor de escribirle, pero también de tomar la vida con mis manos y permitirme ser mujer. Solo ahora comprendo esa frase que decía Simone y que retoma usted en su libro: “la mujer no nace, se hace”. Solo ahora comprendo que las mujeres somos el resultado de una construcción social que hasta ahora hemos afrontado; una construcción patriarcal que ha tenido a la mujer rezagada, que abre espacios que se hacen llamar solidarios, pero que como usted manifestaba, no han aprendido a escuchar a la mujer.
Hace poco participé en un encuentro de Mujeres Públicas de Antioquía y tuve la oportunidad de escuchar a un grupo de mujeres que ayudó a cambiar un poco esa idea que tenía de la mujer y de la mujer “colectivizada”, por decirlo de alguna manera. Ver en el escenario mujeres como Juanita María Barreto y Patricia Ariza me permitió descubrir que son las mujeres adultas las que se han empoderado de esta lucha, las que a capa y espada han habilitado espacios reales que nos han dado la posibilidad a nosotras, las mujeres jóvenes, de ir a las urnas, de usar una falda sin miedo, de decir lo que sentimos sin miedo… De ser mujeres libres.
Conocí además a una mujer maravillosa que me permitió descubrir que es la rebeldía la única clave que tenemos las mujeres para salir adelante, pero una rebeldía que no se desnuda en las calles y grita con orgullo que “si ser libre implica ser puta, entonces soy puta”. No, esta mujer me permitió descubrir que la lucha es un poco más silenciosa, que no tiene nada de malo la manifestación política y pública, pero que sí vale la pena descubrirnos como mujeres desde nuestro interior femenino, desde nuestra capacidad de escribir y manifestar lo que sentimos, sin miedo… Ese es el reto: abortar de una manera literal el miedo, miedo incluso a nosotras mismas.
Porque descubrirse genera miedo. Es un sentimiento aterrador descubrir que, a diferencia de tus amigas, has decidido esterilizarte para no tener más hijos, y saber que por eso seré condenada por egoísta, por no pensar en mi hijx. Bueno, es aterrador sentirse condenada por la sociedad cuando apenas te estas descubriendo, pero toca llenarse de valentía y entender que no soy egoísta por pensar en mí.
Florence, es maravilloso descubrirse como mujer, es increíble que para eso tenga que estar sola y dejar de compartir mi vida con un hombre, porque descubrirme implica entender que soy yo la dueña de mi cuerpo y mis pensamientos y que eso no tiene precio. Descubrirme ha sido un reto gigante que me ha obligado a abandonar una serie de actitudes y pensamientos que antes me definían. Descubrirme me ha dado miedo, me ha costado lágrimas, me ha costado noches inmensamente sola… Pero también me ha permitido sonreír de manera espontánea, leer a mujeres como usted, Patricia Ariza, Mara Agudelo y Simone. Descubrirme me ha permitido ver a la mujer de una manera diferente, una mujer luchadora, emprendedora pero también llena de miedo, de un miedo patriarcal que ha sido impuesto y que todas nosotras hemos asumido de manera silenciosa.
Florence, descubrirme me ha obligado a indagar sobre la historia de las mujeres de mi familia. Entender el contexto en el que crecieron, en que se hicieron mujeres; bueno, por lo menos el contexto en el que intentaron e intentan hacerse mujeres. Descubrir tantos silencios y tantos secretos ha sido algo que me ha confrontado de manera radical incluso visceral, porque han sido muchas las lágrimas, muchos los conflictos y muchos los procesos de sanación y perdón que he tenido que emprender.
Seré una más de las mujeres que le escriben para agradecerle, seré una más de las mujeres a las que la vida le cambia gracias a su experiencia de vida. Veo en usted a una mujer, una mujer que alcanzó a descubrirse gracias a la reflexión de todas esas experiencias de vida.
Descubro además que es el amor y la “entrega” al otro lo que nos obliga a pensarnos como mujer, descubrirnos como seres sexuales, trascendentales y reflexivos. Agradezco a la vida por ponerla en mi camino, y espero que antes de que la muerte toque a mi puerta pueda conocerla, pueda ver directamente a sus ojos y decirle de frente gracias, por ayudarme a buscarme, a mirarme a los ojos sin miedo y a ser feliz entendiendo qué y quién soy yo.
Gracias, Florence.
Ana María Jiménez Rodas (26), La Ceja (Colombia)
@AnaMaraJimnezRo
2 Comentarios
Con Florence tengo mis encuentros y desencuentros. Por lo general disfruto sus columnas, pero cuando empieza con su feminismo duro en el que está de acuerdo con Badinter en sus ideas de la maternidad como esclavitud… Aaarrrggg!
Sin duda alguna escribes igual de bien, bonito e inspirador que ellas. Yo Ana comparto tu opinión, una vez leí a Simone, mi adorada Simone, no volví a ser la misma, yo ya tenía mis gafas violetas bien puestas (Gracias a que conocí Proyecto Kahlo) pero leerla me hizo mucho mas critica, mucho mas argumentativa, decida e incluso segura, me siento como Leduc totalmente impregnada de ella jajajajaj (deliro a veces).
te entiendo demasiado, quería que supieras eso y bueno que me encanta como escribes.