Cinco siglos igual

El 12 de octubre es una fecha que no puede pasar desapercibida. Este año se cumplieron 522 años del desembarco de Cristóbal Colón en tierra americana. Una reflexión acerca de la conquista, del saqueo y del olvido que sufrieron los Pueblos  Originarios.


Ilustración: Marta A.


“Soy un alma indígena que habita un cuerpo blanco” – Anónimo

El 12 de octubre celebra el triunfo del olvido. Cinco siglos de una historia triste y abominable. Fue el 12 de octubre de 1492 cuando Cristóbal Colón piso tierra americana, cuando nuestra historia dejó de escribirse.  Él creyó estar en India y por eso llamo “indios” a quienes habitaban estas tierras. Él creyó que descubría un nuevo mundo, al cual debía colonizar, educar, saquear y reconvertir al cristianismo. Mató dioses, violó culturas, prohibió lenguas y dialectos y puso fin a cientos de civilizaciones.

Nosotros, hijos de aquella tierra quemada e infringida durante muchísimos años supimos festejar “El día de la raza”. Agradecimos a Europa su conquista, el triunfo de su cultura sobre nuestra infinidad de pueblos aborígenes. Nosotros que seguíamos llamando “indios” a nuestros Pueblos Originarios. Nosotros que seguíamos agradeciendo al progreso y que ahora rezamos a un tal Dios Padre.

Nosotros. ¿Qué celebramos el 12 de octubre? ¿De qué “raza” hablamos? Fue hace algunos años donde comenzó a tomar forma una fuerza crítica que comenzó a cuestionar toda esa historia que por años nos enseñaron en las escuelas. No fue hasta mucho que nos persuadimos de que acá no había ni indios, ni pobreza, ni ignorancia. Cristobal Colón, como un nombre que reúne a todo el proceso colonizador, no descubrió nada. Y fue en el 2010 cuando dejamos de festejar el “Día de la raza” para comenzar a reflexionar sobre la “diversidad cultural” que habita nuestros suelos. Incluso muchos países de Latinoamérica ahora festejan el 11 de octubre como el último día de la libertad americana. Mientras, en España el “Día de la hispanidad” brinda por el despojo y el abuso, incluso en el lenguaje.

Y por más coherente que suene, aún la consciencia latinoamericana no termina de despertarse. Aún seguimos durmiendo en el letargo del eurocentrismo que nos impide pensarnos como tierra independiente. Actualmente buena parte de la población sigue nombrando como “indio” a todo indígena americano cuando el colectivo que nuclea a todas nuestras etnias es el de Pueblos Originarios. Y originarios por haber sido ellos los primeros en poblar las infinitas tierras americanas. Y originarios, también, por haber sido los primeros en haber sufrido las consecuencias de la corona. ¡Qué poco sabemos de aquellos que habitaron nuestra tierra ancestralmente! Los manuales de escuela los siguen retratando como personajes al desnudo cubiertos de harapos que vivían de cazar pescados, pero… qué sabemos de sus dioses, de su medicina, de su forma de organizarse, de sus chamanes, de sus ritos. Nada. En cambio, sabemos los nombres de la familia real española, sabemos la capital de la mayoría de los países europeos, sabemos de su cine, de su música, de sus crisis. Si bien los lazos con la corona se cortaron hace más de 200 años, nuestros ojos siguen mirando a España. Europa sigue siendo nuestro nuevo mundo. Nada sabemos de nuestro continente, pero tanto sabemos de aquel. Viajar por Europa es incluso más fácil que viajar por Centroamérica y es así, porque consumimos más de afuera que de Latinoamérica, sabemos de las compañías aéreas de bajo costo de Europa pero nada de Guatemala, por ejemplo. Los medios de comunicación siguen ocupando un rol fuerte en esta conquista del primer mundo.

Todavía hoy sufrimos las consecuencias de aquella invasión. A pesar de todas las riquezas que saquearon de nuestro continente, los países latinoamericanos debemos pagar una deuda externa a los que nos colonizaron. No por nada, Colón en su diario de viaje, escribió 139 veces la palabra oro.

Hoy, nuestras pieles son de color claro y nuestro cabello es rubio. Nuestros apellidos son españoles e italianos. Hoy hablamos español y las lenguas autóctonas están en peligro de extinción. América fue la región con mas dialectos y lenguas en la historia y hoy solo se cuentan con los dedos de la manos.

Hoy, nosotros tenemos ciudadanía europea y de nuestros antepasados sólo sabemos que andaban desnudos y con lanzas en la mano. Nos impusieron dioses, idiomas y una cultura llena de significados que nos son ajenas. Descubrir no es sinónimo de colonizar, invadir ni saquear. Nos colonizaron por ser libres en nuestra tierra.

Y cómo dice Eduardo Galeano: “Del Potomac al Río de la Plata, los esclavos edificaron la casa de sus amos, talaron los bosques, cortaron y molieron las cañas de azúcar, plantaron algodón, cultivaron cacao, cosecharon café y tabaco y rastrearon las causes en busca de oro. ¿A cuántas Hiroshimas equivalieron sus exterminios sucesivos?

 

1 Comentario

  1. me encanto este articulo!!
    cuanta verdad allí escrita
    tenemos que recuperar ese sentido de pertenencia de las costumbres de nuestros ancestros definitivamente

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