Una Frida viajera reflexiona sobre las «mujeres ausentes» de China y sobre la ansiada inmortalidad de un emperador mientras pasea entre los Guerreros de Xian.
Por fin la gran China. Toqué Xian y ya la primera noche la pasé en la calle. Acostumbrada a dormir en todos los aeropuertos del mundo, en Xian cierran sus puertas a la noche, así que nos mandaron a mí y a una china de patitas en la calle. La noche no era placentera fuera, llovía, hacía frío y una espesa bruma apenas dejaba vislumbrar nada… Pero por más que pedimos a los guardias que se apiadaran de nosotras, no había nada que hacer, aquí si dicen no es no. Aproveché para hacerme amiga de la china, una jovencísima estudiante que hizo de profesora y me dio mi primera lección de chino mandarín.
Siempre he sabido que iría a conocer Xian. He leído la historia tantas veces que ya estaba embelesada antes de llegar. El protagonista de la historia, Qin Shi Huang, primer emperador de China de la dinastía Quin, fue todo un personaje hace más de dos milenios. Tomó el trono a los 13 años, allá por el 246 a.C. y en las dos décadas posteriores unificaría una ristra de reinos en guerra, los comunicaría con calzadas, construiría la primera versión de la Gran Muralla y estandarizaría monedas, pesos y medidas en China. Grandes logros a grandes costos, pues fue un rey déspota como es tradicional en estos oficios o lares.
Pero se le recordará más por su obsesión a la muerte. Ofuscado por la idea de morir, recorrió Asia buscando el elixir de la inmortalidad. Por supuesto no lo encontró, aquello debía ser un cuento chino y finalmente topó justo con lo que no quería, muriendo en una de esas. Y es que, a saber, uno o una solo puede ser inmortal hasta que se muere.
Una taza de café y unas largas charlas con las chicas del hostel me hizo aterrizar en China. El dueño no disparaba ni una en inglés, pero las empleadas, of course. Les era curioso ver a una mujer viajando sola y me preguntaban sobre mi vida, familia, viaje… y sobre cómo hacía para hacer lo que quería. En China la vida es muy diferente y su libertad como mujeres es relativa.
Muchas hijas únicas, recordé aquella clase de antropología donde se nos hablaba de la política del hijo único y las mujeres ausentes en China; recordé el documental Las habitaciones de la muerte sobre los orfanatos en China y lo tuve presente cuando las oí hablar de sus anhelos, esperanzas y vidas.
Cuenta la rumorología que Qin Shi Huang empezó a idear su tumba a los 13 años, un palacio subterráneo que desafiaría a la muerte. Si por alguna de aquellas le fallaba el plan A para conseguir la inmortalidad, tenía un plan B que le aseguraría su reinado en el más allá. Un tipo listo. En el interior del palacio fluirían réplicas de mercurio de los ríos azul y amarillo a través de montañas de bronce. El techo estaría incrustado de piedras preciosas que representarían los astros y el firmamento. Joyas, instrumentos musicales, libros antiguos… Su tumba sería una transcripción del universo donde enterrar todas las maravillas del mundo.
Dicen que para impedir su profanación hizo colocar mercurio venenoso, trampas explosivas o ballestas automáticas. No se sabe a ciencia cierta, puesto que la cámara mortuoria aún continúa sellada, pero las modernas pruebas realizadas han revelado una cámara subterránea de cuatro paredes y altas concentraciones de mercurio, dando crédito a parte del cuento chino. Con esas, puso a trabajar a 700.000 obreros durante la tira de años para edificar el dantesco palacete, obra que se detendría sin finalizar después de su muerte allá por el 209 a. C.
A la mañana siguiente, emprendería los 35 km que separan Xian de la Tumba del emperador Qin Shi Huang. La conductora del bus era una mujer y decenas de mujeres conducían vehículos públicos por las calles de Xian. Vería incluso una cambiando una rueda de la moto. Me sorprendió.
Dos milenios después de los hechos, en 1974, unos campesinos que excavaban un pozo de agua cerca del monte Li, aquel que se decía protegía la tumba del emperador Qin, encontraron una especie de guerrero. Este sería el primero de 8.500 más, todos a tamaño natural, pintados, diferentes y únicos.
Tres grandes fosas con un ejército que escoltaría la tumba del emperador Qin en su viaje al otro mundo envuelven el palacio subterráneo del Monte Li. La primera contiene 7.500 guerreros de terracota en posición de batalla, una recua de caballos y algún que otro carro de combate vigilantes ante su tumba.
La segunda contiene unos 1.000 guerreros y cuádrigas de caballos. La tercera, conocida como “la fosa de los generales” o el estado mayor del ejército, contiene 69 guerreros y 4 caballos. Luego marché hacia el monte Li. Hoy en día es un gran parque por el que pasear sobre donde dicen está el palacio subterráneo. No hay intención de abrirlo, bastante trabajo tienen ya con los guerreros, llevan 30 años y lo que les queda.
El primer emperador Qin Shi Huang murió buscando el elixir de la vida eterna y quiso enterrar con él todas las maravillas del mundo. Extrañamente, en toda la historia no aparece ni una sola mujer, ni una figura entre miles, permanecen ausentes, solo hay tesoros, hombres, guerreros, generales, arqueros, guardianes… Y quizá no has más vida eterna que la que por naturaleza genera la mujer.
En el pasado, las niñas chinas eran ahogadas frecuentemente nada más nacer, debido a la predilección profundamente arraigada por los hombres, a los que les corresponde mantener el linaje familiar. Hoy en día muchas niñas chinas continúan siendo “extirpadas” de sus raíces para ser adoptadas por todo el mundo.
Pero no solo esas mujeres desaparecen en China. La política del hijo único que comenzó en el 79 no hizo más que acrecentar el problema de la diferencia de género impulsando a las familias a someterse a abortos selectivos en función del sexo. A ellas se les llama “mujeres ausentes”, aquellas que no han nacido por la discriminación. La brecha en los/as recién nacidos/as se ha venido ampliando desde 1980.
En solo dos décadas se han contabilizado más de 9 millones de mujeres ausentes y se prevé que para el 2050, habrá 30 millones más de hombres entre 20 y 50 años que mujeres. No sé qué futuro le espera a China sin sus mujeres.
En el mundo del patriarcado, en el mundo del cuadrado, de los grandes y despóticos emperadores y de los miles de valerosos guerreros, parece no haber espacio para las mujeres. No son ellos los guerreros, los que batallan a la muerte y los que desean conseguir la inmortalidad. Sin mujeres no hay elixir. Son ellas las guerreras, las guerreras de Xian, la joven estudiante que duerme en la calle, las chicas del hostel que anhelan otra vida, la conductora del bus, la del taxi… A todas los millones de mujeres chinas les deseo, al menos, la vida eterna.
Belinda del Camino
caminaresunarteolvidado.wordpress.com
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