Feministómetro: ¿sí o no?

Pensé que el feminismo que hace unos años me dio alas para crecerme, quererme, reconstruirme, empoderarme y hacerme feliz, ahora me las estaba quitando…


Ilustración: Laura


Cuando, hace unas semanas, leí el artículo Yo, con las feministas de mierda, siempre de @feminazida, sentí cómo todo mi cuerpo se relajaba. Fue un gustirrinín extraño, ese de ver satisfecha una necesidad que no sabías que tenías. Como cuando una compi verbalizó en el recreo, con toda la naturalidad del mundo, que le estaban saliendo pelos en el chocho y tú, en silencio, comprendiste que no eras un engendro de la naturaleza.

Y es que, sin darme cuenta, al igual que a @feminazida, aquello que hace unos años me dio alas para quererme, reconstruirme, empoderarme y hacerme feliz, ahora me las estaba quitando.

Porque es verdad que el descubrimiento del feminismo supuso para mí un antes y un después. El feminismo me hizo CRECER, así, con mayúsculas, con 30 años recién cumplidos.
Me dio poder y fuerza para decir NO en casa, en el trabajo, en el espacio público. Incluso a mí misma.
Me ayudó a querer mis muslos, mis tetas, mis estrías, mi escoliosis, mis incipientes canas. A quererlas de verdad, no solo de boquilla. A verme hermosa.
Me hizo más ambiciosa, emprendedora (Proyecto Kahlo es el producto de una noche de pasión entre el feminismo y yo…) y valiente. Segura de mi potencial.
Me enseñó a escuchar mi cuerpo y a defenderlo frente a la indiferencia médica.
Me empujó a ignorar ese deseo de satisfacer a todos y a todas.

Comprobé con cierta tristeza cómo el movimiento que me había animado a pasarme las ideas de lxs demás por el forro, a ser yo misma, ahora me miraba con cierto aire de desprecio. O quizás me lo pareciese a mí… La cuestión es que el miedo a ese rechazo de «la cúpula» (un ente conformado por reconocidas feministas de oro, inmaculadas, academicistas a las que no pondremos nombre) me coartaba más de lo que era capaz de reconocer.

Porque yo soy una mujer blanca cis (término anglosajón para denominar a una persona cuyo sexo biológico se corresponde con su identidad de género) que vive en una relación heterosexual monógama desde hace 10 años y es feliz en ella. Porque no practico el BDSM. Porque no pertenezco a ninguna asamblea feminista en mi ciudad. Porque estoy embarazada y tengo instinto maternal, llevo muchos años teniéndolo y quiero ser feliz con mi bebé cuando nazca todo el tiempo que pueda y me dejen. Porque me pongo corrector de ojeras todas las mañanas. Porque sigo siendo demasiado autoexigente y perfeccionista.
Porque la gran mayoría de mis amigas es también así.

¿Qué podía aportar a las redes de empoderamiento feminista en internet con ese trasfondo vital? ¿Qué tipo de experiencias rompedoras podía aportar que inspirasen a las que me leyeran? ¿Qué referencias bibliográficas podría citar para fundamentar mis impresiones? ¿Qué frase de mi próximo artículo sería objeto de recriminaciones por la policía de «la cúpula»? ¿En qué tipo de policía me estaba convirtiendo ante otras compañeras que hacían ahora incursión, al igual que yo poco tiempo atrás, en el feminismo?

Así que, al leer el artículo de @feminazida, emulé a una amiga de mi madre con su expresión favorita: «tomápocculoya». Me acordé que el feminismo me había enamorado por hacerme libre, y ahora que lo había conseguido no iba a dejar que me devolviese a la caja. A otra caja, con otras categorías diferentes, pero una caja al fin y al cabo. El feministómetro tenía que dejar de darme miedo. Y tenía que dejar de dárselo a las demás, así que yo también tenía que dejar de usarlo.
Todo aquello no estaba dando lugar más que a un sistema jerarquizado muy chungo que contravenía en forma y fondo a todo lo que el feminismo predicaba en cuestión de sororidad, cooperación y libertad.

Aunque sigo siendo consciente de la necesidad de cuestionarnos ciertos comportamientos para poder desaprender lo que nos hiere -a veces incluso sin darnos cuenta- del patriarcado en el que vivimos inmersas, mi formación en pedagogía me dice que es mejor enseñar y aprender desde la motivación, los sentimientos positivos y el compañerismo que desde la obligación, el miedo al reproche o la competitividad.
Al fin y al cabo, la teoría se cumplía en mi caso: yo me había formado como feminista gracias a mis lecturas, a los artículos que me apetecía leer, que me hacían cuestionarme aspectos de mi vida en los momentos en los que lo necesitaba. Nunca aprendí de las críticas (quizás sea demasiado orgullosa para eso).

Así que hoy, como @feminazida el 13 de enero de 2015, y paradójicamente gracias al feminismo, soy un poquito más libre. #tomápocculoya

 

16 Comentarios

  1. Hola! Me parece muy interesante el artículo. Una parte escencial del feminismo es esa que te hizo sentir libre, porque nos da como mujeres la opción de elegir hacer todo lo que queramos hacer. Desde el punto de vista de un feminismo muy radical hay roles que no deberíamos de asumir, eso otra vez cuarta nuestra libertad de elección. Caemos de nuevo en el punto en que como mujeres se nos dice como debemos de vivir, y de comportarnos solo por ser mujeres, esto me parece muy peligroso y limitante, pero es real, muchas lo hemos sentido así.
    El ser femistas, ser mujeres conscientes, libres de tomar desiciones nos debe convertir en ejemplo para todas aquellas mujeres a las que se les han negado sus derechos fundamentales y que no están en posición de elegir como quieren vivir sus vidas.
    Pienso en las mujeres de mi país, cuya situación es otra totalmente, las que sufren violencia, las que no tienen acceso a la educación, para ellas tenemos que ser ejemplo, que nuestra lucha individual por nuestras libertad a elegir, sea también la de ellas.

  2. Frida Carla

    Bravo, bravo, bravo. Es liberado, sencillamente liberador, que existan tantas mujeres que no somos «lo diverso», pero tampoco queremos ser del todo «lo socialmente signado». Gracias MIne por provocarnos, gracias a todas por surgir desde las redes y regalarme en esta mañana en la que trabajo en mi tesis doctoral acerca del género en el arte, la inspiración para continuar defendiendo la libertad en su sentido más amplio y abarcador.

  3. Será que lo hablamos poco? Cuántas mujeres respiran alividas después debleer esto.
    Vivo en una dualidad permanenete: por un lado, muchos me acusan de «tonta grave» si me molesta el sexismo en la publicidad o los medios de comunicación, pero también soy mamá, esposa y a pesar de que trabajo, me llevo mas del 70% de las responsabilidades de la casa.
    Eso me impide ser feminista? No, la feminista soy yo, no mi marido lamentablemente. Pero aunqie suene raro, tal y como dice el texto, se está educando. Quizas logre quitarme un 10% de aquí a unos años.

  4. Gracias, y mil veces gracias. He pasado por algo similar, tengo amigas que se consideran feministas y que no entienden que yo también lo pueda ser, a pesar de no corresponder con los supuestos cánones de feminismo. No comprenden que yo pueda tener una relación y que hable y basé mis decisiones (que nos comprenden a los dos) con mi pareja. A él lo llaman despectivamente machirulo, porque solo escuchan su voz no la mia. Mi pregunta es quién es más machirulo; mi pareja por expresar su opinión o ellas por no queres escucharme a mi?

  5. Ángeles

    Yo también lei el artículo de feminazida y fue como brisa fresca en un húmedo día tropical. El feminismo me ha enseñado a ser libre, a aceptarme, respetarme y ahora por no querer encajar a juro en alguna de sus tantas expresiones o por no tener las experiencias de vida de algunas compañeras, entonces eso me vuelve una mala feminista y no soy verdaderamente libre ni me acepto, ni me respeto… surgen los señalamientos, las burlas, los juicios morales…. el patriarcado logró filtrarse (de nuevo)

  6. Necesitaba leer algo como esto, sentir que no era la única que pensaba que algo estaba descuadrándose y ver que ni mi compañera ni yo encajábamos. Gracias infinitas.

  7. Por eso me identifiqué mucho con Mar Candela y su idea del feminismo artesanal. Un feminismo que cada una de nosotras vayamos tejiendo para ser cada vez más libres en nuestro contexto personal.

  8. acabo de suspirar de muy adentro mio, me siento mucho mas libre. Gracias! simple y claro. como no haberlo visto antes?…. Queremos ser libres, no nos digan como ! la verdad es que ultimamente me sentia asi, atrapada en cajones absurdos. No nos dejemos de cuestionar pero que salga de un sentir propio, honesto. la verdad que el «feminismo» es una cuestión que se esta tornando confusa para mi. Todos acordamos actualmente en que no es el correspondiente opuesto a machismo y se habla de una mayor inclusión y demás. pero sinceramente me parece que el termino mismo para todo esto debería ser diferente si es que buscamos realmente una participación activa de toda la sociedad sin divisiones,en busca de mas respeto y amor. Pensé que yo era la complicada en pensar estas cosas pero bueno, aprovecho el impulso que me dio leer esto… es complejo, lo se…Pero siento que las cosas no estan todas dichas y concluidas

  9. Jatzibell

    Hola, yo coincido contigo que teóricamente no he leido mucho, que las grandes académicas y ademas feministas pueden ser interesantes.Pero yo, desde mi propia formación he aprendido a ser feminista por mi propia lucha, para ser libre y sentirme libre. También me pongo maquillaje, a veces me depilo, uso lociones y cosas de esas. No por seguir un rol sino porque me gusta a mi. Pero para muchas, esto todo eso está mal. Aveces creo que la sororidad puede estar muy alejada de mi y ellas.

  10. ruben eduardo merlo

    comparto el texto Mines Proyecto Kahlo, ,, en lo personal comenzo hace un tiempo a agotarme las confusiones entre feminismo ( por sus policias) y mujerismo ( pavotas) ,, apele a nutrirme de a poquito con paridad y horizontalidad. y ahora me permito acompañar con alegria reinvindicaciones pendientes x las q luchan orgas feministas (sin policias), y avanzar en mi propía huella interna de no al patriarcado, menos al machismo,,, y avanti con paridad y horizontalidad , igualdad. saludos desde Unquillo, pueblo de artistas, sierras de Cordoba. Argentina.

  11. Aleonada

    Me gusta cuando tropiezo con lecturas que dan al dedo de mi coyuntura personal. Así es. Lo más grave es que son dos medidores sociales: uno, el que mide qué tan feminista somos; dos, el qué mide qué tan femeninas somos. A veces siento que me rajan en ambos y a veces me siento mal porque no puedo pertenecer a nada. Lo cierto es que prefiero mi libertad aunque no tenga con quien compartirla. Así como ud, me reconocí feminista con lecturas y esa sensación de injusticia que arde en todo el cuerpo ante la privación de nuestras libertades.Saludos.

  12. María Jos

    Es que el feminismo no es un arma para atacarnos entre mujeres, sino un arma que a través de la enseñanza nos enseña a romper esquemas, a cuestionarnos actos y a ser más libres como sociedad completa …eso involucra a tod@s l@s actor@s sociales que la componen. Yo decido como me parece mejor llevar mi cuerpo, mi vida, etc. aveces eso implica usar sostén, depilarme, maquillarme pero a veces simplemento no lo hago , lo más importante es que lo decido yo y cuando yo lo quiera

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