Trabajar Envilece XIV

Nuestra Frida tiene tela, ni un día le dejan descansar tranquila. Cada vez que intenta poner sus ideas en orden, algo se las descoloca. ¿Tendrá por fin un rato para ella misma?


Ilustración: Estrella


Recapitulando. Aquí estoy, metidita en la cama. Las nueve y media; todo está en silencio y oscuro. Ayer bajé todas las persianas a cal y canto, quería dormir hasta la hora de comer porque estaba agotada, pero me he despertado hace ya un buen rato. Aún así, remoloneo debajo del edredón que hace juego con el portarretratos y me invaden toda clase de recuerdos. Creo que hoy va a ser uno de esos días tontunos, de no hacer otra cosa que no sea vaguear, hacer una lista de lo que tengo que hacer y no hacer nada. Me encanta. Qué bien se está así de calentita, con la almohada alta y blanda, que se ajusta a mi hombro y mi cuello. Me giro hacia un lado, cierro los ojos y podría quedarme así hasta el fin de mis días. De aquí no me muevo. Voy a ver con qué sueño ahora.

Las diez y cuarto. Me hago pis. No quiero salir de aquí, si me levanto, no me voy a volver a meter. He soñado con el viaje de estudios del colegio. La primera vez que iba a Barcelona. La primera vez de muchas cosas, me temo. De viajar sin Papá ni Mamá. De levantarme por la mañana, de ordenar una habitación, sin que nadie me lo ordenara; comer lo que no me gustaba, pedir en un bar, comprar en una tienda, portarme bien en un museo, nadar en la playa sin supervisión familiar. Éramos unos críos y nos sentimos muy mayores. Salimos de la niñez y entramos en la pubertad un mayo de hace bastantes años. Ellos parecían los mismos, y nosotras también, pero nosotras íbamos depiladas. Juré que jamás volvería a hacerlo. Hasta un par de meses después. No he vuelto a ver a nadie de aquellos con los que me hice mayor, aunque recuerdo una foto en la playa con la pandilla de clase haciendo el tonto. Nos reíamos todos y Álvaro le puso a Jaime un freesbee delante de la cara cuando apretaron el botón. Me enteré hace poco de que Jaime murió en un accidente de tráfico.

Pues qué bonito todo y qué bien estaba yo embelesada en mis recuerdos de niñez cuando tuvo que sonar el teléfono. Peroporfavoroslopidoatodas, dejadme en paz, que he llevado una semana como el orto y hoy me han dado el día libre. Once menos diez y Laura ya me quiere sacar de casa esta tarde para que le cuente todo, absolutamente todo, del viaje con el jefe. Once y cinco y mi madre me abrasa a preguntas sobre si tengo un lío o no con mi jefe, mira que eso está muy mal visto, a no ser, claro está, que sea soltero, y con muchos posibles, entonces eso ya es otro cantar. Reservarías dos habitaciones, ¿no? En serio, mamá, ni por todo el oro del mundo me liaría con el jefe máximo. Tiene doscientos años más que yo, si sólo tuviera veinte más, no sé, me lo pensaría porque el hombre tiene estilazo, y es muy divertido, cosa que he descubierto en el viaje, porque en la oficina es un sieso estirado, que si te mira, te fulmina… Pero es que me temo que le gustan los mismos hombres que me gustan a mí. Porque hemos conocido a un par de ellos, de la filial de Holanda, que menudos bombones, y los dos poníamos ojitos. Desafortunadamente, los holandeses, superprofesionales, no como nosotros, nos han ignorado. Bien por ellos, pero qué pena, chica.

Casi cerca de las doce, me llama Sonia para hacerme saber lo muchísimo que ha echado en falta mi dedicación esta semana. Para ella me he vuelto imprescindible, me valora mucho, pero mucho, no vaya yo a creer que es por necesidad, es porque tengo mucha valía, y soy multitasker, una habilidad que no muchas tienen, porque mira, y yo miro, en confianza me dice que le ha pedido a la nueva que recogiera a la niña porque ella tenía gine, y claro, no podía ir a buscarla, y le ha dicho que no, qué se habrá creído esa nórdica embrutecida, a una superiora no se le puede decir que no en un momento de crisis existencial como el que ella está atravesando. Pongo el teléfono en mute para que no me oiga desgañitarme de risa. Me empieza a caer bien la Nueva. Olé sus ovarios. Sí, sigo aquí, es que es de otro país, mujer, le digo. Tal vez no entiende que entre mujeres nos tenemos que ayudar, me suelta. Esta mujer no ha asumido que si no me pagara quinientos pavos más al mes, le iba a hacer de criada su santa madre. Espera que no me vaya más de viaje por ahí tantos días. Hablará con el jefe sumo para que no vuelva a ocurrir. Mala, mala, eres muy mala.

Qué genial cuando toda la casa huele a café. Me siento en el sofá y enciendo el portátil, ya he ventilado, he hecho la cama y estoy dispuesta a pasarme el mediodía leyendo qué ha pasado en el mundo esta semana, mirando qué se lleva en el mundo y decidiendo qué peli voy a ver con Sara y Laura. Un traguito de café y un mordisco de pan con chocolate. Esto es maravilloso, estoy por apagar el móvil y que le den a todo. Me da el solecito en la cara, esto va mejorando. Una alerta de correo, no sé si mirar. No miro. Entro en el Facebook, a ver qué han hecho mis escasos ciento cincuenta amigos. Bah, siempre lo mismo, me aburro. Me voy a salir de aquí. El vecino ha puesto musiquita, qué bien, me gusta cuando no está su novia, que pone la música más alta, pero no tanto como para que moleste; tiene buen gusto. Llaman al timbre, es él, no, no tengo taladro, y si tuviera, no te lo dejaría porque no quiero que hagas ruido. Se muere de la risa, le digo que puedo conseguirle uno este finde porque iré a casa de mis padres, pero se lo presto bajo juramento de que lo utilice en horario de oficina. Acepta, se va a casa todo contento, y me dice que cuando baje a por el pan, me trae el mío. El día no puede ir mejor. Otra vez la alerta de correo. Jo. Venga, la miro, aunque me vaya a fastidiar el día, total, luego pienso beberme dos vinos comiendo. Es del jefemáximosupremo.

Me felicita por mi gran trabajo durante el viaje, mi adaptabilidad, mi iniciativa, mi dedicación, mi buena educación, mi buen criterio, mi capacidad de observación y mi sentido común. Jo, soy toda una profesional y yo, sin enterarme.  Menos mal que no se ha enterado de que el martes me calcé al secretario de los holandeses. He sido una compañera de viaje excepcional y ha decidido que seré, de ahora en adelante, y si las condiciones son de mi agrado, su secretaria. Sin palabras me hallo.

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