Miedos cotidianos

La gente que me rodea siempre me dice que no entiende mis miedos: tengo una colección bastante importante, como todo el mundo, pero algunos de ellos sorprenden por no terminarse de entender bien.


Ilustración: Daniela


Entre mis miedos se pueden encontrar cosas relativamente comunes como los insectos (casi todos, sí; incluyendo a las mariposas) o el miedo a volar. Pero la gente no entiende que me den miedo o vergüenza -porque yo creo que es una mezcla de ambos sentimientos- cosas tan banales y cotidianas como pedir la cuenta en un bar, preguntar cómo se llega a una calle, hacer una llamada de teléfono o conocer a gente nueva.

Siempre que sale la conversación sobre nuestras fobias hay una muy recurrente: el miedo a hablar en público. Por alguna extraña razón, a mí nunca me ha dado miedo tener que hacer una presentación de un trabajo o dar una charla. Me siento cómoda, tengo la cantidad de nerviosismo justa para mantenerme alerta y no tengo miedo a equivocarme. ¿Por qué prefiero enfrentarme a una audiencia de cien personas antes que a un solo camarero para pedirle el menú del día? Entiendo que esto pueda sonar raro porque ni yo misma a veces lo comprendo, pero creo que hay varios motivos. El primero es que normalmente me preparo el tema a conciencia. Si controlo sobre lo que voy a hablar, no tengo miedo. El segundo es que considero que la gente valora que tengas el arrojo de ponerte a hablar en público y normalmente no se va a reír de ti si te confundes. Esto me hace sentir segura de mí misma.

En cambio, cuando tengo que enfrentarme cara a cara con una persona, no puedo evitar pensar que me están juzgando. Y ahí juega un importante factor en contra mi aspecto físico. En el cuerpo a cuerpo, por llamarlo de algún modo, siento miedo de que me vean fea, gorda o mal vestida. No puedo evitar sentir que me juzgan. Y esto me da miedo, aunque probablemente el 95% de la gente no piense este tipo de cosas. Además, tengo miedo a que la gente sea antipática o a molestarles con muchas preguntas o peticiones. Es un círculo vicioso. Voy con ese miedo dentro, y esto produce que me salga un hilillo de voz. Tengo que repetir las cosas. Me trabo. Todo esto añade ansiedad a la situación. Y la bola de miedo se hace tan grande que prefiero evitar estas situaciones.

Pero claro, ¿cómo se evita pedir en un restaurante o preguntar por una calle? Cuando voy acompañada, suelo dejar esa tarea a quien viene conmigo. Cuando voy sola… Pues no me queda más remedio que hacerlo. Eso sí, prefiero perderme o pasarme de parada en el autobús antes que preguntar.  Y, a la hora de llamar por teléfono, intento contactar antes vía Internet para evitar el mal trago. El teléfono… Eso merece capítulo aparte.

Odio profundamente hablar por teléfono. Me pone muy nerviosa no ver a mi interlocutor, y siento que sólo con mi voz no voy a poder expresar todo lo que quiero decir. Se podría creer que si no me ven, sería más fácil para mí poder comunicarme… Pero me produce un gran bloqueo. En mis actuales prácticas, me encargaron hacer llamadas de trabajo durante un par de días. Y sí, en las primeras lo pasé fatal, pero después me di cuenta de que no era tan terrible.

En cuanto a lo de pedir en los sitios… Voy mejorando. El haberme venido al extranjero me está dando mucha práctica, he de confesar que cuando viajo fuera de España me cuesta menos hacer este tipo de tareas. Yo creo que es porque como la gente ve que eres de fuera, suelen tener más paciencia contigo y me siento más segura.

Gracias a unos pequeños trucos me he dado cuenta de que, para ser más independiente, debo dejar atrás estos miedos ridículos. Y que, salvando algunas excepciones -porque gente desagradable hay en todas partes-, hay una fórmula secreta para que tu interlocutor/a sea amable contigo: educación y una gran sonrisa. La gente no se preocupa de tu aspecto cuando pides en un restaurante si utilizas las palabras gracias y por favor. Nadie se fija en tus defectos si contestas con una sonrisa sincera. El remedio a la enfermedad de mis miedos cotidianos han resultado ser unas cuantas pastillas de amabilidad y simpatía. Y aquí estoy, curándome poco a poco.

 

 

8 Comentarios

  1. Anda al doc, yo pensaba que yo era rara por sentir las mismas cosas y es trastormo obsesivo compulsivo en mi caso. Suerte! ✌

  2. Lo mejor es que mientras piensas todo eso, la gente que hemos tenido la suerte de poder concerte solo pensamos en una cosa al verte: que buen rollo da! Y unos minutos después descubrimos que eres preciosa…por dentro y por fuera <3

    Pd: no me gusta nada, nada, hablar por teléfono con gen que no conozco 😉

  3. Que lindo que compartas esta nota. Todos tenemos distintos miedos que cuesta llevar y aceptar. Sin embargo, ademas de la educacion y sonrisa, creo que tambien es necesaria una pizca de «no me importa lo que piensen de mi!» Eres perfecta tal cual eres! Todos tenemos algun defecto y no es nuestro problema si el otro decide enfocarse en ellos en vez de nuestras cualidades 🙂

  4. Me he sentido totalmente reflejada en este relato de tus miedos. Y aunque creía que hay mas gente que los sufre, nunca lo he hablado directamente con nadie. Ahora veo que el que te cueste pedir en un bar o, sobre todo en mi caso, llamar por teléfono no es tan, tan raro. Gracias!!

  5. conoces la flores de bach? pues hay un remedio para lo que te pasa, se llama MIMULUS, buscalo en las herboristerias o en las farmacias

  6. Amadalia

    Gracias por el testimonio, justamente hoy pensaba en eso, de cómo el miedo puede paralizarte…. dejarte atónita y totalmente atrapada de blablableo mental q no para….. hoy también reflexionando y escribiendo sobre mis miedos, me llegó una frase que me gustaría compartirles «Soy mi mejor jueza y desde ahí todaos son mis jueces, a cada momento, en cada acción»

    Siento que muchas veces arrancamos de la sombra para dejar de sentir lo que nos hace sentir, esa incomodidad no muy explicable, pero nos perdemos tanto entendimiento, hoy siento que llegué a una raíz, a mi propia enemistad…. apareció mi sombra y me dediqué a escribirla, salió sola, y todo volvió a relajarse…. Me sentí agradecida de estar rodeada de personas que son mi propio espejo y que me muestran tan claramente lo que tengo que trabajar y por sobre todo ACEPTAR en mi….. Un abrazo!

  7. HOlaa entiendo tu punto totalmente y a mi me pasa lo contrario.. jaja mira cómo son las cosas!!

    Siento que cuando hablo con una o pocas personas hay mucha mas intimidad y puedo expresarme mejor, siento mas confianza.. que cuando me encuentro en un grupo grande de personas.. y de hecho yo también estoy logrando avanzar.. poco a poco, cada experiencia buena o mala es ganancia y voy creciendo.
    Gracias por tu artículo es bueno saber que también otras personas luchan con este tipo de cosas a las que sinceramente no debemos darle poder sobre nuestras vidas.

Navegar

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies