Ser ciudadanxs del mundo y, sobre todo, no serlo

Maureen nos cuenta las dificultades a las que algunas personas se enfrentan a la hora de viajar; porque las fronteras no son las mismas para todo el mundo.

Para los que no lo saben todavía, el mundo está dividido en dos grupos: las personas que tienen los pasaportes buenos y el resto de la gente; y no es sorprendente que esas personas con pasaportes afortunados sean las que siempre levantan la bandera de ciudadanxs del mundo. Siendo en su mayoría personas que vienen de países ricos, esas personas tienen el poder económico para viajar y el poder diplomático en sus pasaportes. Por cualquier parte del mundo que vayan, las puertas se abren y nunca sentirán la humillación de tener que hacer cola durante días frente a una embajada para pedir un visado y que se lo nieguen, nunca sentirán la humillación de tener que responder a preguntas estúpidas y personales en cada aeropuerto, nunca sentirán miradas sospechosas sobre ellxs y no tendrán que usar la otra fila, la de los no ciudadanos del mundo.

Todxs queremos parecer gente cool, abierta y viajera, exhibiendo todos los sellos que tenemos en nuestros pasaportes y mostrando las fotos que nos hicimos con las personas que encontramos diciendo con emoción frases banales del tipo esa gente no tiene nada pero es tan acogedora… Pero la verdad es que no todxs tenemos la suerte de poder experimentar el sentido de acogida de los pueblos desaventajados del mundo; así que me gustaría que las personas que entran y salen de las fronteras tan fácilmente como el viento por las ventanas, esas personas que cogen siempre las colas más rápidas del control de pasaporte (UK/EU and Schengen only), se den la vuelta y miren a la gente, en general con más melanina, que sí está esperando en filas largas, teniendo que responder con calma a preguntas a lo mejor estúpidas o a lo peor humillantes y racistas; porque la realidad del mundo en el que vivimos es que ser ciudadanx del mundo es más bien una cuestión de privilegios que una cuestión de apertura de mente y de Wanderlust.

¿Qué vas a hacer aquí? ¿Por qué estás aquí? ¿Conoces a alguien? ¿Te vas a quedar en casa de quién? ¿Familia o amigxs? ¿Vas a la universidad? ¿Qué universidad? No te pareces mucho a tu foto. Pon tu dedo aquí, ahora el otro dedo. Ponte de lado que tenemos más cosas que verificar. Es que hay personas que son más difíciles de identificar… Tener que aguantar sin quejarse lo que se parece a interrogatorios policiales es una realidad para la mayoría de lxs viajerxs.

Viajar y no ser blancx es complicado desde el inicio, desde la petición del visado. Por cierto; hay personas no blancas que tienen los pasaportes buenos pero, si el problema del visado es gestionado por ellas, sigue existiendo el problema del racismo y el temor de no ser aceptado, y no hay nada peor para arruinar unas vacaciones.

Soy una persona negra a quien le gusta viajar y he notado que las personas con los fenotipos aceptados nunca se preguntan si su color de piel va ser un problema cuando eligen un destino de viaje y eso es un privilegio que me gustaría tener. Las personas negras sí, se lo preguntan. Yo por ejemplo aprendí que era negra viajando, con las miradas y las preguntas antropológicas de la gente: Tu pelo se parece a una esponja (con tentativa de tocarlo sin pedirlo), ¿con esa nariz consigues usar gafas? ¿Por qué tu palma no es del mismo color que el resto de tu cuerpo? Ustedes tienen una calidad de piel diferente. De verdad no sabía que las negras usaban maquillaje. ¿También tienes el chocho negro? Y un largo etcétera.

Entonces ahora, antes de planear un viaje, siempre me pregunto lo que me está esperando. Tengo que decir que en la mayoría de los viajes que hice, la gente en general era simpática conmigo aunque tuve momentos muy desagradables donde no me sentía un ser humano sino un animal en un zoológico. No obstante, me di cuenta de que la gente era simpática porque casi siempre estuve acompañada de gente blanca. Siendo la única pepita de chocolate de la galleta, mi presencia estaba diluida y el racismo también. Al contrario, viajar con un grupo en su mayoría negro, es una experiencia muy diferente, créanme. Esto se lo podría confirmar un grupo de amigxs mío de Madagascar que decidieron visitar Varsovia, Polonia; o esa colega que alquiló un apartamento en Roma para pasar las vacaciones con su familia: después de su llegada los vecinos llamaron al propietario para echarlos porque no querían que esa familia negra les trajera el ébola al edificio.

Se debe añadir que, en general, en un viaje de turismo se trata mejor a las personas negras cuando ellas no son del país, ya que no están aquí para quedarse. Un día estaba en una misión de trabajo en Bretaña, una región en el noroeste de Francia, cuando un anciano se aproximó a mí y me preguntó si era brasileña. Me quedé sorprendida y le pregunté que por qué brasileñ; a lo que el señor me respondió: porque hay mucha gente de su color en Brasil. Quería responder que también hay muchísima gente de mi color en Francia y que no llegaron anoche, pero le respondí que no era brasileña y continué con mi trabajo. Es porque espero reacciones como esa, incluso reacciones peores que esa, que siempre sentí aprensión de salir de mi entorno multicultural parisiense para irme a visitar la Francia profunda. Prefiero visitar países extranjeros porque ser víctima de racismo en tu proprio país es mucho más hiriente.

Entonces para nosotrxs, negrx viajerxs, hay dos opciones: quedarse en casa para conservar nuestra salud mental y nuestra autoestima de seres humanos o salir a ver el mundo y estar preparadxs para recibir bofetadas. No es que me guste recibir bofetadas (tanto en el sentido literal como en el figurado) pero la primera opción no es una posibilidad para mí, ya que el mundo también es mío y quiero verlo. Estoy feliz de ver que no soy la única que piensa así y que jóvenes negrxs han tomado la iniciativa de animar a las personas negras a viajar más. Es el caso de Zim Ugochukwu, creadora del concepto Travel Noire. También florecen en Internet numerosos blogs y plataformas, muchos de ellos dedicados a mujeres negras para intercambiar ideas de viajes, relatar experiencias, compartir fotos… Todo esto para inspirar e incentivar a las personas negras y aliviar su miedo y su frustración al viajar.

Lo único que puedo objetar es que esas iniciativas sean casi todas estadounidenses. Cuando viajo siempre se me pregunta si soy de EEUU. Ser afroamericanx es llevar contigo un prestigio relacionado a la potencia política, económica y cultural de ese país, prestigio del cual no se benefician el resto lxs afrodescendientes y aún menos lxs africanxs. Cuando contesto que soy francesa, la gente no se lo cree porque aparentemente nadie sabe que hay negrxs en Francia; y cuando contesto que soy marfileña, la gente no se lo cree porque aparentemente todxs lxs africanxs son demasiado pobres para viajar.

Me gustaría que esas iniciativas se multiplicaran entre los pueblos del continente africano y de sus diásporas para que el mundo se dé cuenta de lo diversos e interesantes que somos. Nosotrxs también queremos ser ciudadanxs del mundo.