Amistad en crisis

Se han escrito ríos de tinta sobre las crisis familiares, las crisis de pareja, las políticas, las económicas… Pero, ¿qué pasa cuando una amistad entra en crisis?


Ilustración: Marta A.


Para mí, el cómo se termina una amistad es una especie de misterio insondable. Que una relación amorosa o familiar se acabe, en mi experiencia, suele ser por diferencias irreconciliables de algún tipo; pero si me paro a pensar en todxs aquellxs amigxs que parecía que iban a estar para siempre en mi vida y que ya se han apartado de mi camino, no puedo evitar que un escalofrío recorra mi cuerpo. La relación se terminó, sí, pero en una gran mayoría de los casos no podría decir por qué.  La palabra para definir lo que siento ante esto es difícil: es una mezcla entre tristeza, melancolía, rabia y extrañeza. ¿Qué es lo que ocurre para que una amistad se pierda de manera fulminante?

A veces no tiene por qué ser nada grave, simplemente las personas crecemos, evolucionamos, y nuestros caminos se pueden separar. Pero no puedo evitar que esto deje en mí una especie de nudo en el estómago. Admiro a esa gente que conserva a sus amigos del colegio; esos grupos que han crecido juntos y que, aunque a día de hoy sean muy diferentes, siguen al pie del cañón en el sendero de la vida.

De la época del colegio no conservo a ningún amigx íntimo. Gracias a, o en ocasiones, a pesar de Facebook, he podido descubrir qué ha sido de gente que no veo desde hace diez o quince años. No diré que me ha servido para retomar el contacto, pues no ha sido así, pero sé en quién se han convertido. A veces me ha sorprendido el camino que han tomado algunas personas; otras veces me ha dado pena ver quiénes son. Aparte de una quedada hace unos tres o cuatro años con algunxs compañerxs, sólo he quedado con una de mis amigas del colegio para tomar algo. Por suerte, me gustó descubrir que esa chica en concreto seguía siendo una gran persona; y aquella caña que compartimos en un pueblecito de la costa me supo a gloria. Ese tipo de cosas me reconcilian con la vida.

Obviamente es muy difícil retomar el contacto con personas con las que ya no te une nada, o casi nada, aparte de un puñado de buenos recuerdos y unas risas recordando a lxs profes. A veces me pregunto si las redes sociales no sirven nada más que para cotillear sobre lxs demás. Pero ahí siguen, en mi Facebook; interactúo sólo con un par de personas o tres que aportan cosas que me interesan o comparto. Y, otras veces, leo cosas que me hierven la sangre mientras intento entender cómo hace no tantos años esa persona y yo éramos inseparables. Cuántos disgustos por culpa de la herramienta creada por Zuckerberg…

La gente del instituto, con altas y bajas, se ha mantenido más en mi vida. Sí que es verdad que ya no compartimos muchas de las cosas que nos unían, pero el contacto sigue vivo. Me da la impresión de que estoy un tanto fuera del círculo; no sé si porque en los años de la universidad me pude alejar, o porque he cambiado y nos vinculan menos cosas. Sea como fuere, cuando nos juntamos, todo sigue siendo como antaño (palabra que nos encanta); y hace poco, en la boda de una de mis amigas, lo dimos todo hasta las seis de la mañana bailando temazo tras temazo de nuestra época adolescente. No me puedo quejar.

Las pérdidas que más me duelen seguramente sean las que vienen de la universidad. Es en esta etapa, al menos para mí, donde las amistades que entablas conocen a tu verdadero ser. La chica que empezó la universidad ha cambiado durante la carrera, sí, pero no en lo esencial; así que cabe pensar que es más difícil que los cambios que puedas sufrir te alejen de tus amigxs. Nada más lejos de la verdad. Por desgracia, poca gente conservo de la etapa universitaria. Una amistad se debe cultivar, y creo que, en la mayoría de los casos, el no regar la planta ha sido la causa de que esas amistades se terminaran. Por fortuna, sé que hay gente con la que aún puedo contar.

¿Y después? ¿Qué pasa después? Como decía la canción, la vida te da sorpresas, y puedo decir que he hecho al menos un buen amigo tras la universidad, en un curso en el que terminé por pura casualidad y que me llevó a convivir con él durante tres meses en frías tierras irlandesas. Eso une. Además, sí que hay alguna amistad que lleva conmigo desde casi la infancia; desde esa época terrible llamada pubertad.

Espero seguir conociendo a gente a la que pueda llamar amiga. De momento, he tenido la suerte de ampliar mi círculo al conocer a lxs amigxs de mi pareja. Otras personas, que en su día llegaron a mi vida por relaciones que ya no existen, contra toda probabilidad se han quedado a mi lado. Y espero ser lo suficientemente inteligente como para solucionar las crisis que pueda tener con mis amistades. Porque una vida sin amigxs, es una vida un poco más triste.

 

7 Comentarios

  1. Romy Caballero

    Me ha encantado tu post. La verdad creo yo, que las amistades mas interesantes quizás de tu vida o mas singulares, casualmente se dan mientras estudias.. es decir en esa convivencia. De ir a clase y al principio no saber bien con quienes congeniaras…mas u con algunos menos.. Pero creo que ahi luego el tiempos y las circunstancias esporádicas van haciendo su trabajo. Yo he tenido amistades y casi todas del colegio la verdad y incluso si hemos tenido tiempos de prueba, justo en este momento estamos distanciadas… La verdad no se mucho del presente que tienen también… pero no es la primera vez… en una oportunidad anterior por ejemplo, también tomamos distancia por buenn tiempo y luego de un tiempo ps volvimos a tener contacto. Y yo si creo q cuando congenias con ciertas personas de verdad, pues fluye la amistad, todo creo que empieza por la empatia en parte a la hora de conocer personas y la tolerancia.. en ciertas cosas. Por ejemplo, si creo personalmente, que hay cosas que no me agradan de ellas y a ellas de mi, pero lo interesante es que tan dispuestas estamos para tolerarlas o pasarlas por alto y seguir en pie con la amistad que nos ofrecemos mutuamente. Obvio q nadie es perfecto, ya he tenido varias cosas que nos han disgustado mucho a mi o a ellas de cada una. Pero es parte de tejer la historia que tienes con tus amistades también… queda en uno al final si seguir, si hay vínculos, o sencillamente en algún momento dado dejarles atras. En fin. Saludos.

  2. Este artículo me ha removido. Me ha llevado el pensamiento a mi grupo de amigas del colegio… hemos sido inseparables durante casi 30 años, que se dice pronto. Éramos como hermanas. Pero según fuimos creciendo, también fuimos cambiando. Sin embargo, había un código no escrito: todo se pasaba por alto en pro de la amistad. El dicho «la confianza da asco» lo describe perfectamente. Si una de ellas te hacía daño, oías un «ya sabes como es», «siempre ha sido así». Y todas a callar. Los desplantes fueron a mayores hasta que llegaron momentos importantes en la vida de unas y de otras… y lo que no une más, separa. Por fin pude reflexionar, darme cuenta de que unas normas «establecidas» a los 5 no valen a los 25. Y con todo el dolor del corazón, no hubo más remedio que decir basta y adiós.

    Y es que las amistades de la infancia surgen por una circunstancia: vecinos con hijos de la misma edad, veraneo en el mismo sitio, coincidir en clase… Quizá los cimientos de este tipo de amistades sean tan solo los recuerdos. Y yo al menos de recuerdos, no vivo. Ni paso por alto putadas y desplantes «porque estamos juntas desde el cole». Eso sí, precisamente por todos los recuerdos, el adiós es tremendamente doloroso, al menos para mí.

    Mis mejores amistades hoy en día son las nacidas en edad adulta, es decir, con compañeros de la universidad y de trabajo. Nos conocimos en clase o en la oficina sí, pero congeniamos por ser afines a ideas, gustos, aficiones… Con el criterio mucho más formado de qué si y que no.

    Supongo que es como la pareja, es muy diferente estar enamorado a «estar acostumbrado».

  3. Milena Fraser

    Me acabo de graduar de bachiller y con mis compañeros de clases ocasionalmente hablo con dos, tenía dos amigas pero eramos inseparables pero ellas comenzaron a cambiar y simplemente no cupe más en sus vidas mr afectó mucho eso. Me mudé a otro país y no soy muy buena haciendo amigos, los que me quedan estan lejos y aquí no he tenido oportunidad de conocer gente, no soy amiguera pero me afecta no tener amigos. A veces pienso que es falta de seguridad y que me achanto por miedo a que me pase otra vez eso. No me gusta la soledad pero casi que lo estoy, al menos por ese sentido. Y ahh se supone que los 17 son los mejores años y eso pero no lo siento así no se siento que desperdicio mi vida estando sola

  4. No me puedo sentir más identificada con este artículo, se han pasado!! hay varios analisis que yo misma he hecho en mi interior. y reconforta saber que alguien más le da tanto interés a la amistad como uno. Yo también tuve un quiebre con una muy amiga mía, donde eramos casi hermanas. de eso ya mucho tiempo. En mi epoca universitaria pasaba como loca del trabajo a la universidad, podia ver poco a mis amigas, tenia una vida de loca, aun asi me daba el tiempo. Ella era mi amiga desde los 15 años, ahora tengo 31, pero finalmente nos fuimos alejando creo que mi falta de sinceridad y el apego excesivo ella con su novio, nos fue alejando…..he tenido hartas crisis de esas… aveces me dan bajones pero tengo esperanza de que puedo conocer a mas amigos…. que hay que dejar que fluyan las cosas, pero de que echo de menos una amiga cercana es cierto.

  5. Hace tiempo tuve una amiga. En realidad éramos tres, inseparables. Con el tiempo me empecé a alejar de la primera. Yo sí supe qué pasó: se me metió al feminismo hasta las entrañas. Y con ello, empecé a ver más actitudes en ella que me molestaban. Si antes ya me irritaba cuando me reclamaba por no haberle dado «like» a sus publicaciones en facebook o cuando se enojaba porque no respondía los mensajes mientras yo estaba trabajando, con el feminismo empecé a rechazar su filosofía de vida, su manera de establecer relaciones, tanto de amistad como amorosas. Entendí, también, que más que una amiga quería una compinche, una fan que le aplaudiera cualquier gracia y que la escuchara atenta y paciente en la desgracia. Y yo no podía. No podía quedarme callada cuando estaba en desacuerdo, cuando veía que una acción la iba a dañar, cuando veía que estaba dañando a otra gente.
    Es curioso. La quise mucho y significó mucho para mí en una época en la que compartimos demasiado. Pero como dices, una evoluciona y los caminos se separan. Aun así, lo intenté: aun después de habernos separado notoriamente quise estar con ella en los momentos difíciles y la acompañé, le di palabras de aliento… Lástima que ella no lo estuvo en el mío, en la época más difícil de este año para mí. Hace poco fue mi cumpleaños. No supe de ella y me sorprendió. Recordé las palabras de nuestra otra amiga: «A pesar de las diferencias que pudieron tener, ¿cómo pudo dejarte sola en un momento así?». Porque en ese «momento» realmente necesité amistad, y ella no me la dio. Pensarlo me entristece un poco. Me hace recontar nuestra amistad y darme cuenta de que a menudo la hice de oreja y hombro para llorar, pero pocas veces recibí lo mismo.
    Estoy segura de que ella piensa que la culpa es mía: que nunca fui lo suficientemente amable, paciente, leal… Y está bien, acepto mi parte. Simplemente espero que un día se dé la oportunidad de ver las cosas desde otra perspectiva.
    En fin, quizás este comentario esté un poco fuera de lugar… Pero gracias por el artículo, porque de una u otra forma, me ha dado la oportunidad de terminar de expresar esto.

  6. Qué tema tan interesante.
    Tuve un hijo y eso más o menos coincidió con la pérdida de dos de mis mejores amigos, muy mejores amigos, aquellos con los que había superado toda clase de pruebas, de distancias, de noches. No sé si fui yo la que me alejé, o ellos quienes se alejaron. No sé si cambié tanto como para ser merecedora de ese destino o que no supe adaptar mi nueva condición a mi alegre y despreocupado yo de antes. El caso es que una amistad se diluyó como un azucarillo y la otra parecido. Y todavía me atormento pensando en que qué clase de persona soy cuando dos pilares de mi vida se alejaron rotundamente de mi. Para mi no fue para tanto, sigo siendo la misma. Me he tenido que adaptar a muchas cosas pero ¿quién cambió? en fin. Que no se pasa bien, se pasa mal.

  7. Totalmente de acuerdo, Elo, con las amistades universitarias. A veces da miedo descubrir cómo personas que creías amigas solo eran como digo yo «amigas de grupo»… decepciones que al final hacen que valores más lxs amigxs que son de verdad 🙂
    Marta, estoy enamorada de tu ilustración…

Navegar

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies