Elo reflexiona sobre si realmente aceptamos la diversidad a nivel personal, en nuestro entorno, y con las personas con las que nos rodeamos. Cuando hablar de diversidad es más fácil que realmente experimentarla.
Si pregunto a la gente de mi círculo más cercano si están a favor de una sociedad diversa o si creen que la diversidad es buena, estoy convencida de que prácticamente todo el mundo me responderá que sí. Pero también estoy convencida de que la realidad no se corresponde con lo que me dicen que piensan, y me incluyo. Dicho así, puede sonar a que mi entorno y yo somos personas intolerantes. Pero, créeme, esto te ocurre también a ti que me estás leyendo y a la gente que te rodea. Y no, no creo que seáis personas intolerantes. La explicación es otra.
Sin darnos cuenta, y por el mundo digital en el que nos movemos con mucha frecuencia, hacemos que nuestro círculo de amistades (reales o vía cibernética) se parezca mucho entre sí. Si somos del Real Madrid, seguramente sigamos en Twitter a muchos fans madridistas o incluso a jugadores del equipo. Si somos votantes de un partido político, es más que probable que sigamos a sus dirigentes o a su página de Facebook. Incluso cuando se trata de gente anónima, solemos seguir a aquellas personas que tienen unas ideas similares a las nuestras.
Es cierto que, en general, nos gusta juntarnos con gente para pasarlo bien y no para discutir, y es por esto mismo por lo que los grupos de amistades suelen ser bastante homogéneos. Es cierto que conozco algunas excepciones en las que en un mismo grupo hay opiniones políticas para dar y tomar, pero no es menos cierto que apenas tocan temas polémicos porque saben que estarían todo el día discutiendo. Lo dicho, nos juntamos, tanto en la vida real como en la virtual, con gente que se parece a nosotres. En nuestros círculos personales no parece tener cabida la diversidad, visto lo visto. Si abanderamos la diversidad y la tolerancia, ¿por qué nos ocurre esto en nuestra vida personal?
Yo creo que, por un lado, tenemos miedo a estar equivocades. Imagínate que todas aquellas cosas en las que basas tus ideas y tu vida son refutadas por una persona con ideas diferentes a las tuyas. Imagínate que lleva razón. Imagínate que te convence. No es fácil renunciar a todo tu sistema de valores y, además, nuestro ego impide muchas veces que demos nuestro brazo a torcer y que reconozcamos que nuestra visión es errónea. Cuando debatimos con alguien que no piensa como nosotres, hay algo que suele fallar: no escuchamos. Podéis pensar que sí, pero en realidad solemos estar pensando en qué vamos a contestar para contradecir los argumentos que escuchamos. En otras palabras, cuando las ideas de quien está en frente son diferentes a las nuestras, básicamente la información nos entra por un oído y nos sale por el otro.
Si una persona no cree que pueda estar equivocada sobre lo que piensa, jamás solucionará sus errores. Por eso a veces creo que puede ser interesante acercarse a otros puntos de vista y escuchar con detenimiento para después sentarse a reflexionar y ver si podemos rescatar cosas que sean válidas para nuestra vida. Cuando nos planteamos cómo ven otras personas la realidad, en el fondo estamos saliendo de nuestra zona de confort y estamos experimentando múltiples visiones de las cosas. Este ejercicio puede ser muy enriquecedor, ya que podemos incorporar (o rechazar) puntos de vista que nos irán convirtiendo en personas más sabias.
John Francis, un ecologista estadounidense, pasó 17 años sin hablar para dejar de discutir con la gente de su alrededor y empezar a escucharles. Creo que todo el mundo debería tomar un poco de su ejemplo y darse cuenta de que a veces debemos escuchar, y no estar simplemente esperando nuestro turno para hablar. De este modo, quizá descubramos un mundo nuevo ante nuestros ojos. Es cierto que puede que no nos guste, pero, aun así, nos va a enriquecer profundamente.
Por eso os animo a que os rodeéis de gente diferente, que os dejéis abrazar por la diversidad. Una de mis mejores amigas es una chica musulmana muy religiosa que lleva hijab. En principio nada me unía a ella, e incluso llegaron a preguntarnos por qué nos llevábamos tan bien si éramos tan distintas. Pues porque, simplemente, nos sentamos a escuchar.
1 Comentario
Hola Fridas!
Me encanta esta revista, me permite explorar como ser humano y reflexionar sobre mis vivencias.
La diversidad es algo increíble, es un mundo cada persona que vive en este planeta y las personas tienen sus características por experiencias que han vivido o simplemente porque desean ser así y en muchos casos también es algo impuesto por el grupo social (amigos,familiares,ect.)
En cierto punto me he rodeado de muchos tipos de personas y sobre todo que son diferentes a mi, me enseña a ser un poco mas tolerante con mi entorno y mi trabajo como artista. Hace poco tenia una pareja que pensaba muy diferente a mi sobre todo en los aspectos en como llevar la relación e incluso su propia vida. No soy nadie para juzgar los procesos de otras personas, pero no me sentía bien a su lado por el hecho posiblemente no fui lo demasiado tolerante o simplemente sentía que estaba estancada una relación tan complicada. En ese momento en el que como ser humano no te sientes bien, creo que la tolerancia pasa a otro segundo plano. Es bueno mirar otras visiones en nuestras vidas, nos hace reflexionar y cuestionar las nuestras o fortalecerlas, apoyo la diversidad pero también el respeto a decidir por nosotros mismos con que queremos estar o no, porque no es agradable chochar todo el tiempo, eso sucedió con mi expareja.
Pero ahora me siento con mis objetivos mas claros y viviendo cada vez más todo estas experiencias, viendo que la diversidad es maravillosa, pero sobre todo reflexionar y decidir.
Gracias!
Un abrazo.