Pues nada, que me voy de au pair. ¿Has escuchado esta frase últimamente? Si vives en España, apuesto a que tienes al menos una amiga que ya la ha pronunciado; y si no, recuerda que te avisé.
¿Qué pasa cuando no es tu amiga la que se va a vivir con unos desconocidos para cambiar pañales, limpiar desastres y pelearse con un nuevo idioma? ¿Qué pasa cuando eres tú la que está haciendo la maleta mientras te mueres de miedo porque no sabes si serás capaz de aguantar?
Te entiendo perfectamente. Soy au pair a los 30, porque yo eso de hacer las cosas cuando toca nunca lo he llevado muy bien. El caso es que la crisis me pegó un empujoncito en forma de patada voladora y me envió de nuevo fuera de España por segunda vez en mi corta vida. Mientras hacía las maletas, intentaba calmarme pensando que ya había vivido en el extranjero antes, así que mi choque contra una nueva realidad no sería tan exagerado. Me equivocaba. No me he librado de chocar contra el muro, pero no el del lenguaje, ni el de las nuevas costumbres. He chocado contra el muro de la soledad. Qué poético.
Mujer, si no te hubieras ido a vivir al campo, a un lugar en el que sólo puedes salir a la calle en botas de agua y al que ni siquiera llega el transporte público, otro gallo cantaría. Pues te doy la razón, pero sólo en parte. Aunque a veces tenga ganas de gritar desde lo más profundo de mis pulmones, quería probar el sabor de esta nueva soledad, quería estar cerca de la naturaleza y vivir con poco. El resultado está superando mis expectativas. Esta soledad, que no es soledad sino ligereza, está llena de lluvia, árboles, perros, gatos y ovejas. De abrazos de niños, carreras en la hierba, arañas en el techo y chimeneas. De gente que vende huevos en la puerta de su casa, que teje y hace pasteles de chocolate para las tardes de invierno. De ilusión.
Yo, que estaba buscando volver a sentirme fuerte y demostrarme que soy más que el producto de una crisis económica y a veces existencial, me he dado cuenta de que lo que buscaba era una tontería; una auténtica chorrada. ¿Por qué? Porque yo no soy lo que pasa a mi alrededor. Yo no soy mi trabajo y tampoco soy la falta de él; yo no soy mis miedos ni soy el crédito de mi tarjeta. Yo soy yo y, aunque vine para ser fuerte, me iré blanda como un bollo porque esa es la única forma de vivir plenamente. Supongo que necesitaba soltar todo el peso que cargaba a cuestas y poder mirar al futuro con la mente fresca. Aquí, entre barro, lluvia y ovejas puedo llenarme de las razones necesarias por las que es maravilloso estar viva.
No he fumado nada para escribir este artículo, lo prometo. Estoy presente. Ahora mismo escribo frente a un ventanal mientras un perro me ladra furiosamente y una tormenta me congela los pies. Tecleo intentando entrar en calor con el quinto té del día y siento que hay un puzzle que se va armando en mi cabeza y me dice que, haga lo que haga, estará bien. Paz. No necesito más que salir a pasear. ¿No es maravilloso poder ver el sol y la luna alineados sobre una manta de kilómetros de campo mojado? Vale, vale, ya está bien. Volvamos al objetivo de este texto.
Si nunca has sido au pair pero estás barajando la posibilidad de hacerlo, seguramente ya sepas todas las cosas negativas que podrían ocurrirte. Seguramente sepas que hay au pairs que han vivido explotadas y seguramente también sepas que algunas familias aprovechan la crisis para pedir lo imposible. Seguramente sepas que Internet está lleno de historias de horror. Sin embargo, ten en cuenta que las experiencias negativas son las que más ruido hacen y que las personas con experiencias agradables casi nunca publican su punto de vista en ningún lugar. Siempre ocurre lo mismo y a veces nos hacemos un ovillo de miedos pensando en lo negativo que podría pasar porque esa es la única información a la que tenemos acceso. Perdemos el tiempo. Siempre hay más gente con buen corazón, siempre hay más gente dispuesta a entenderte y ayudarte. Si no te atreves a apostar por ti, nunca sabrás todo lo que podías haber vivido, todas las personas increíbles a las que podrías haber conocido y de todo lo que podrías haber aprendido.
Ten miedo, ten todo el miedo que quieras; pero si sientes que necesitas un cambio de aires, haz las maletas y vete. Dile a tu miedo que aprecias que te ayude en situaciones de vida o muerte pero que irte a vivir a otro lugar durante un tiempo no es una de ellas. Vas a estar bien y, si no, siempre puedes regresar. No hay nada que temer. Aquí tienes la señal que buscabas, aquí tienes el sí, no hay mejor momento que éste. Si te sientes estancada, es necesario probar nuevas combinaciones para volver a sentirte viva e ilusionada y nunca lo lograrás si repites el mismo movimiento una y otra vez.
Sal, ve de la mano del miedo, lo necesitas para sobrevivir; pero no permitas que vuelva a pararte en el quicio de la puerta. Sal y busca la buena soledad, la que te hará blandita mientras juegas a hacer castillos de Lego con niñxs llenos de mocos y sonrisas, esas pequeñas criaturas maestras en vivir el presente. Esos seres que todos hemos sido y que, a pesar del miedo, prueban a explorar y a subirse siempre a las sillas más altas que encuentran. Sé de nuevo la niña que necesitas. No tienes nada que perder.
Abre el armario, desempolva la maleta, pronuncia un hasta luego.
Disfruta de ti.
6 Comentarios
MANDY que yo te vengo a leer a día de hoy! Justo cuando estaba pensando en ti porque la próxima semana estaré en Sevilla unos días! !
Para nada me extraña esa valía tuya de dejar lo que sea atrás por tener emociones nuevas, aun sin saber si serán positivas o no 🙂
Para los que queréis ir de au pair. . Una conocida tiene una empresa en BARCELONA que os puede ayudar English options, muy profesionales+!!
Un beso muy gordo MANDY!
Me encantaría vivir esta experiencia pero no sé dónde puedo informarme o «apuntarme». Alguien podría orientarme un pelín? Muchas gracias!
Hola Eliota.
Tienes dos opciones para hacerlo: contratar los servicios de una agencia o buscar familia por tu cuenta en páginas destinadas a ello.Yo lo he hecho por mi cuenta, porque lo que hace una agencia es ponerte en contacto con las familias, cosa que puedes hacer tú directamente y sin intermediarios, pero si tú no quieres arriesgarte, valora la posibilidad de la agencia.
Internet está lleno de información que seguramente podrá ayudarte, y como un consejo básico pero muy importante, pide a las familias todas las tareas que vas a realizar por escrito, así tendrás pruebas, si te exigen más de la cuenta, de que tu trabajo no supere los límites que acordaste. Aunque no sea mayoritaria, y hasta que no se regule de forma seria, siempre existe la posibilidad de que la familia se aproveche y te haga trabajar muchas más horas. Espero que pronto todo se regule de una forma realmente positiva para las au pair, porque por ahora desgraciadamente no es el caso en muchos países.
Muchísima suerte y un abrazo.
Tengo 30. Hoy es mi primer día como au pair. Llegué ayer a Nueva York y todavía estoy muerta de miedo pero sentía esa necesidad de salir de la pompa en la que está metida España. Estoy ilusionada también por todo lo que hay por aprender aquí y por lo orgullosa que me sentiré de haber sobrevivido a la experiencia. Me he emocionado con este post porque es real. Gracias
Estuve de Au Pair el año pasado y sigo en este mágico país por otra temporada, con diferente trabajo. Estoy de acuerdo 100%. Gracias a esta aventura me he encontrado s mi misma, se lo quiero y quiero enfrentarme a ello.
Un saludo!!
No podía haber leído tu publicación en mejor momento. Gracias por compartir tu punto de vista ante esta experiencia. ¡Un abrazo!