A veces, la sociedad nos premia por perseverar cuando lo que realmente queremos es dejar de hacer lo que no nos hace felices.
¿Y si las personas que tiramos la toalla vivimos más felices?
Sabes que algo no va bien, porque ya no tienes ganas de levantarte para hacer lo mismo. Por una milésima de segundo la idea de abandonar se te cruza por la cabeza y te recorre el cuerpo un escalofrío muy parecido a la libertad. Entonces, no sabes por qué, pero sientes que estás haciendo algo malo. ¿Por qué estás jugando con la idea de tirar la toalla, tú, que siempre has sido tan fuerte? Como no lo entiendes, recurres al gurú que todo lo sabe, google. No sabes cómo, pero en cuestión de segundos tu pantalla se ha llenado de imágenes de personas sudorosas haciendo maratones y portando frases maravillosas: «nunca te rindas», «siempre adelante», «sigue, cueste lo que cueste», «si vas a tirar la toalla, que sea en la playa», «abandonar es de cobardes» «para atrás ni para tomar impulso», «insiste y lo lograrás». Entonces la sensación de libertad que experimentaste al pensar en abandonar empieza a mezclarse con el miedo a estar haciendo algo malo, y lo peor, la culpa ha llegado con sus maletas para instalarse en tu cabeza.
Rebobinemos. Si has sentido un desahogo pensando en abandonar, no des por hecho que es normal. No todo el mundo es capaz de escuchar a su intuición cuando les pide parar, la mayoría, por miedo al que dirán, y es que los mensajes que el mundo parece querer enviarnos nos hacen sentir confusas. ¿Si una no llega a la meta significa que es menos fuerte? Eso parece. Sin embargo, yo me pregunto, ¿qué pasa cuando la meta ya no te ilusiona?, ¿cuando estás estudiando una carrera cuya salida profesional no te ves practicando, cuando intuyes que serías más feliz sin pareja, cuando te aburre escribir sobre el mismo tema en tu blog, cuando ir a trabajar en aquello que se te da bien, en realidad te deprime? Pues que los «nunca te rindas» te harán sentir culpable, como si algo hubiera fallado en ti, como si carecieses de algo que las demás personas tienen, admitámoslo, como si fueras una cobarde. Pamplinas.
Olvida todo lo que te han contado sobre el esfuerzo, no siempre vale la pena. Jamás serás cobarde por cambiar algo que no te gusta. Abandonar es un preciado arte que poca gente sabe practicar, por eso aprecio encontrar gente como yo, con toallas tiradas y tachones en su historia, gente que un día de pronto ha cambiado de idea, ha dejado cosas a medias y ha abandonado otras pocas, gente que no ha seguido adelante con la misma idea aunque hubiera invertido en ella tiempo y dinero, simplemente porque seguir ya no les hacía felices.
¿Puedes abandonar entonces todo lo que te apetezca? La verdad es que no, no podemos levantarnos un día, liarnos la manta a la cabeza y empezar a abandonar todas nuestras responsabilidades a loco. Quizás tengas una familia a la que mantener, o tus circunstancias te impidan cambiar por el momento, y es que no vivimos en un mundo rosa en el que podamos abandonar un trabajo y obtener mágicamente otro, por ejemplo. Lo sabemos. Aún así, mientras el cambio aún no sea económica o emocionalmente posible, lo que sí puedes hacer es cambiar lo que esté a tu alcance para acercarte a lo que te haga más feliz. Eso sí, cuando llegue el día, no dejes que la culpa te impida liberarte. Parece que no es fácil, pero se puede conseguir.
Hagas lo que hagas, lo que quiero dejar claro es que no debes sentir culpa por haber perdido el interés por algo. Es lo más normal del mundo. Yo no creo en que abandonar algo sea de cobardes, yo creo que lo cobarde es no cambiar nunca y dejar de elegir libremente lo que nos hace felices cada día.
Olvídate de los anuncios de zapatillas que hacen futbolistas multimillonarios que nunca se rinden. Si yo ganase ese dinero, tampoco me rendiría, o quizás sí, porque valoro más mi paz mental. La vida es cambio, y el cambio exige abandonar ciertas cosas que ya no nos sirven. Siempre que se toma una decisión se abandona otra. Abandonar no es de cobardes, hay que ser valiente para hacerlo. Ser persistente te puede llevar al éxito, y también a no ser feliz nunca. No existe una única dirección para ir hacia adelante. Pájaro en mano nunca es mejor que ciento volando, y lo peor que puedes hacer con un pájaro es cometer la tortura de encerrarlo.
Si ya no tiene sentido seguir adelante con algo, ¿por qué sentirte culpable? Quizás dudas porque no estás segura de si estás abandonando por una mala racha y temes arrepentirte. No lo sabrás hasta que no te hagas esas preguntas que te revuelvan un poco el estómago. Recuerda la meta, recuerda por qué lo estás haciendo, si la meta te sigue ilusionando, sólo te has topado con una piedra en el camino; puedes despejarla, tomarte un respiro, cambiar de perspectiva y seguir adelante. Si la meta ya no te ilusiona, no tiene ningún sentido que sigas adelante por mucho esfuerzo que hayas empleado. Esto es difícil de entender en una sociedad en la que premia la titulitis y el materalismo y donde se nos enseña a mantener las apariencias y a elegir y mantener un sólo hobby, un sólo trabajo y una sola pareja para toda la vida, y todo cambio se entiende como un fracaso. No se a ti, pero a mi esa idea de felicidad me parece una locura, además de bastante peligrosa para nuestra salud y nuestro desarrollo como personas.
Reflexionar si se deja atrás algo en lo que se ha invertido tiempo o dinero es eso, una reflexión. Es sólo tuya, y créeme, el haber invertido tiempo y dinero no es un motivo para seguir tirando del carro con todas tus fuerzas, lo único que estarás haciendo será disfrazar el miedo a la libertad de constancia y superación. Por otra parte, ten en cuenta que seguirás perdiendo más tiempo y dinero, y de camino, tu felicidad. Vamos, que seguir adelante no es precisamente un planazo. Recuerda, hablamos de tu felicidad, no la felicidad de tus padres esperando que te cases con tu novio. No la felicidad de tu novia que insiste en que acabes el último año de carrera. No la felicidad de tu maestra que espera que sigas tocando el piano porque siempre se te ha dado bien. No hablamos de esas felicidades, hablamos de la tuya. Cuando estés a punto de morir probablemente te parecerá una idea bastante absurda haber vivido haciendo todo lo que hacía a los demás felices mientras olvidabas cómo ser feliz haciendo lo que querías tú. Por eso.
Deja de leer ese libro triste y aburrido que te deprime, aunque tenga 700 páginas y vayas por la 500.
No pagues más por otro año de unos estudios que no te gustaría ejercer.
No sigas casada si no eres feliz, sólo porque llevas casada 10 años, sin ser feliz.
No sigas haciendo cursos para completar tu carrera de periodista, si en realidad quieres hacerlos de jardinería.
La fuerza de voluntad ejercida sin sentido puede llevarte lejos, siempre que el destino te dé igual.
Puede que ahora te parezca imposible dejar de sentir culpa por cambiar de decisión y abandonar, pero dejar de sentir culpa no es sólo posible, de hecho es lo más sano y natural. Responsabilidad bienvenida seas, culpa no, gracias. Cuando mires atrás y veas tu vida llena de tachones y cambios de dirección, siéntete privilegiada, la mayoría sólo sabe seguir el mismo camino recto y predecible sin plantearse si realmente podrían haber sido más felices explorando otro, sin haber sentido nunca ese escalofrío de libertad que produce tirar la toalla y mirar a un horizonte completamente nuevo. Habrán llegado a todas las metas, sí, pero nunca sabremos si realmente fueron felices por el camino, que es a fin de cuentas lo único que importa.
5 Comentarios
Preciosos artículo!!! No ha podido resonar más con este momento de mi vida!
denunciar lo que escribir esto. perdono para mi harablas
DENUNCIAR LO QUE ESCRIBIR ESTO ARTICULO!
Gracias !
Sin duda un texto para reflexionar, MUCHAS GRACIAS seguramente tus palabras serán de ayuda para mucha gente