La presión de la maternidad

A día de hoy las mujeres seguimos siendo presionadas para ser madres y cuestionadas cuando decimos que no queremos serlo. Esto y el invento del «instinto maternal» trata de someternos a seguir unos mandatos que puede que no vayan con lo que queremos hacer con nuestra vida. Irene nos habla de ello.

Ilustración: Patricia

“Ser madre es lo más bonito de una mujer”.

No es una frase inventada. Hace pocas semanas me la dijo un hombre cuando expresé que no quería ser madre.

La presión social hacia las mujeres para ejercer la maternidad sigue siendo un hecho. Todas las mujeres que hemos tomado la decisión de no serlo -o que no es una de nuestras prioridades en la vida- sabemos que esto es así: se nos ve como raras, “desviadas”, un poco sospechosas…

La maternidad está todavía lejos de ser una elección completamente libre a ojos sociales. Todavía se sigue considerando que la mujer tiene que ser madre para ser una auténtica mujer, y no se toma del todo en serio a aquellas que decimos que no queremos serlo. A veces incluso se convierte en una cuestión de estatus personal: si eres o quieres ser madre eres una mujer madura. Si no, es que todavía no has madurado lo suficiente. Sea como sea el no ser madre siempre está peor visto, siempre se asocia de alguna forma a incompletitud o falla.

Siendo esto así, cuando una mujer no quiere ser madre esto puede resultar una fuente de sufrimiento: sufrimiento por el ataque social prácticamente constante que cuestiona, analiza y juzga tus decisiones.

Las formas que denotan esta obligatoriedad se suceden igual que con la obligatoriedad de estar delgada: desde el más puro descaro -“algo raro te pasa”- a la más pura sutilidad incluso bienintencionada: “¿no se te despierta el instinto maternal?”.

Y aquí tenemos uno de los inventos sociales que más nos ha estado presionando para ser madres. Porque no tener el “instinto maternal” (vamos, no querer ser madre) se ve como un error, como que algo nos falta. Porque claro, es un instinto. Algo natural, ¿verdad?

  • EL INVENTO DEL INSTINTO MATERNAL

Para comenzar el instinto maternal es una cuestión sexista. Y lo es puesto que está basado en una construcción social, no natural, y no hay correspondencia como tal para los hombres. No hay ningún gen de “desear ser madre”, las mujeres no venimos programadas para desear ser madres. No se trata de una “conducta innata inconsciente”, que es lo que es un instinto. Porque el hecho de que podamos ser madres no implica que debamos y ni siquiera que queramos.

La naturaleza no es destino. Ya lo decía Simone de Beauvoir.

El instinto maternal no es más de otro deseo posible -y sólo eso, posible- al que se le ha puesto un nombre. Y al ponerle nombre específico se le da relevancia, se lo resalta. Se le da más importancia. Se remarca que las mujeres estamos programadas para ser reproductoras sin más opción.

Considerar que el instinto maternal es tal, un “instinto”, implica remitir a la naturaleza, a la genética, a lo natural. Y al naturalizarlo se le eliminan los componentes sociales que implica. Se oculta la presión a la que se nos somete a las mujeres para ser madres, para ser productoras y reproductoras de otros seres, camuflándolo bajo el nombre de un deseo que nos dota la naturaleza y, también y sobre todo, romantizándolo. Porque la maternidad está en extremo romantizada. Sólo se cantan sus bondades y las alegrías que reporta, lo demás se oculta, casi con miedo -no vaya a ser que al decir algo negativo de la maternidad te conviertas en mala madre o mala persona-.

Al ponerle socialmente un halo sólo de bondades a la maternidad -decir algo malo de la maternidad es prácticamente un delito- uniéndolo a la palabra “instinto” se limitan mucho las posibilidades de elección libre. ¿Cómo decidir no ser madre con lo fantástico y lógico -la naturaleza lo dicta- que es querer serlo?

La realidad es que en todo caso el instinto maternal aparece tras tener el bebé como consecuencia del afecto que se siente hacia él y la ayuda de la oxitocina liberada. Es cuando tenemos enfrente al bebé cuando pueden aparecer estas conductas más ligadas a la naturaleza, más hormonales, de protección y cuidado. Pero no antes.

Considerar que es algo anterior a tener el bebé no es más que otra manera de generarnos presión: como es algo natural, es algo que, tarde o temprano, tiene que surgir. ¿Cómo que no existe el instinto paternal? Porque también hay hombres que desean ser padres y que lo han deseado desde que tienen uso de razón.

Este instinto es una construcción cultural que busca naturalizar una elección como forma de presión y estigmatización de las mujeres que no desean ser madres.

  • ENFRENTARSE A LA SITUACIÓN

Las mujeres que no queremos ser madres nos enfrentamos a estas reacciones que ponen en entredicho nuestra libre elección. Una vez alcanzamos determinada edad es de lo más frecuente que nos pregunten acerca de este asunto. Y ante una respuesta negativa acerca de si queremos ser madres aparecen cientos de cuestionamientos:

“Ahora no quieres, pero ya querrás”, “Con lo bonito que es tener hijos”, “¿Quién te cuidará cuando seas mayor?”, ¿Y qué vas a hacer?”, “Yo también decía eso a tu edad y ahora mira”, “Pero si es lo más bonito de la vida”, y un largo, larguísimo etcétera.

No querer ser madre es una lucha social constante.

Es un no parar. Es la lucha contra la maternidad obligatoria. Porque también es salir del rol esperado y mostrar un modelo nuevo de mujer al que los demás no están acostumbrados. Y todo lo que es nuevo asusta, impresiona, impacta. Y genera rechazo.

Todas las mujeres que no queremos ser madres nos vamos a tener que enfrentar a esta lucha por normalizar algo poco reconocido, algo que igualmente nos puede llenar: sí, la no maternidad también es un camino hacia la realización personal. Porque cuando una decide no ser madre está decidiendo otro camino, otras opciones que nos pueden hacer igualmente felices como a aquellas mujeres que son madres porque lo han deseado. La vida no se acaba si decides no tener hijos. Sé que es lógico, pero socialmente no lo es tanto.

Esta lucha a nivel individual puede cansar. ¿Y qué podemos hacer?

Primero ser conscientes de que va a ser una constante. Que difícilmente dejaremos de ser cuestionadas al respecto. Pero esto no implica que siempre tengamos que estar en pie de guerra y argumentar por qué no queremos.

Podemos evadir la situación. No entrar en el tema o cambiar automáticamente a otro. Porque no es justo para nosotras obligarnos a estar siempre en pie de guerra. Que socialmente no esté del todo aceptada la no maternidad no implica que tengamos que estar el 100% de nuestro tiempo abanderadas para defender la postura. Puede no apetecernos, y está bien. No sumemos a la presión externa por ser madres la presión de estar siempre en lucha.

Lo ideal es actuar como nos lo pida el cuerpo. Si estamos guerreras es estupendo: defendámonos. Argumentemos si nos apetece. Pero sino, atajemos. Cambiemos de tema. Y si hace falta, seamos bruscas: “no quiero hablar de este tema”. Y ya está. Porque no siempre tenemos porque ser amables con los demás o entrar a lo que quieren hablar: respetemos nuestro deseo. Si no queremos, a otra cosa. Que somos bruscas, pues que así sea. Las mujeres no tenemos que ser siempre complacientes y muchísimo menos si están cuestionándonos.

Por desgracia las posibilidades de qué hacer frente a esta situación son bastante limitadas a nivel individual, por lo que lo básico sería decidir si queremos entrar en el tema o no. Si queremos o no enfrentarnos a la situación y aprender a ser más duras cuando queramos romper con los cuestionamientos. Esto nos cuesta horrores, porque se supone que debemos ser siempre agradables y nos duele pensar que somos desagradables con algo. Pero esto no deja de responder a que queremos ser siempre aceptadas, lo que es un punto sobre el que deberíamos pararnos a reflexionar.

Por otro lado tenemos la responsabilidad social de desmontar el mito del instinto maternal: este no es el que nos lleva a desear ser madres. Nos pueden llevar miles de cosas a quererlo, pero en ningún caso viene prefijado de fábrica. No somos autómatas a merced de nuestra naturaleza ovárica.

El instinto maternal es otra falacia más para presionarnos a ejercer el papel que se nos supone que tenemos que ejercer. El instinto maternal, tal y como es entendido socialmente, no existe.

*Si quieres leer relatos sobre experiencias de mujeres que no quieren ser madres, pásate por este artículo en el que hablamos varias Fridas.

Publicado originalmente en En tu propia nube.

 

4 Comentarios

  1. Chicas, gracias por escribir este texto. Tradujo muy bien todo lo que pienso. También no quiero ser madre y me senti entendida con su texto <3

  2. Hola. Soy bastante mayor. Se cosas por experiencia propia no por ser mas inteligente. Solo quiero que sepsis mi opinión. Tengo tres hijos. Nadie me fprzo ni manipulo. Creo .que ser madre es otra profesión. Como medico .arquitecto.pintor .estilista. Funcionaria ect…Cuando elije una profesión es lo mismo que un hijo ser responsable.consciente de tus obligaciones. Aceptar horario.adaptarse
    Esto i muchas cosa mas tienen simiñitut en todas las presiones. Has de sentir vocación para llevar a teino el camino que elijasEran tiempos mas fáciles y eleji tener hijos y arquitecto de interiores os desoser libres y no escucheis a nadie.El resultado de vuestro viajeha de ser decidió vuestra

  3. Es muy diferente acá en Chile.
    Una vez que te haz embarazado debes tener a la criatura, de otra manera puedes ir a la cárcel. A menos que tengas dinero y contactos para sacarte el «apéndice» no hay marcha atrás.
    Esta obligación hace más visible el sufrimiento, el desgaste y lo agobiante que puede llegar a ser madre. Las mujeres a veces dicen «adoro a mi hijo pero te digo a ti que aún no los tienes… no te embaraces» .
    Entre mis círculos la gente tiene mucho instinto maternal/paternal. Es ese sentimiento de querer cuidar y proteger a ese ser que está ahí. Cuando era adolescente era común hacer familias entre los grupos de amigos.
    Papá, mamá, tíos, hermanes, primes sin lazos sanguíneos, pero con el deseo de proteger, cuidar y querer. Eso lo tienen todes.
    Pero el nacer una criatura de ti, es algo que está en otra categoría.

  4. Hace poco me pasó que quería tener una relación con un chico, todo iba bien, aun no eramos nada, peeeero, él fue muy claro «el quería hijos» me dijo «no pretendo llenarte de hijos, pero no me hago a la idea de que tu no quieras compartir mi ADN» obviamente, esto nos llevó a una discusión, y al final, no nos hicimos novios, nunca pensé que mi decisión de no tener hijos, fuera a afectar a posibles relaciones. Aunque se que él no actuó correctamente, ya que comenzó con esa presión sin ser nada. Al menos lo bueno de esto, es que, supe mantenerme firme a mi decisión, y no a irme de boca solo por estar con alguien 😛

Navegar

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies