La muerte, como fiel compañera de la vida, inunda nuestra sección literaria. Pasen y lean.
¿Cuánto tiempo voy a estar muert0? La próxima vez que tengas que decidir acerca de tu propia vida, que tengas que hacer una elección personal, hazte esta pregunta. Este es uno de los consejos de Wayne W. Dyer en su libro de autoayuda Tus zonas erróneas. Mediante esta reflexión pretende que nos lancemos a la piscina y vivamos haciendo lo que queramos, sin miedo a fracasos y sin postergaciones, puesto que nuestra vida es finita por mucho que nos intentemos olvidar de ello. Porque sí, amigues, si de algo estoy al 100% segure es que por muy vives que parezcamos hoy, todes vamos a morir.
El caso es que, aunque esta rotunda afirmación la podríamos hacer cualquiera, casi nadie habla sobre ello. ¿Por qué? ¿No nos preocupa? No creo que sea eso. ¿No solemos acordarnos? Nooo lo creo. ¿Miedo? ¡Miedo!
Sobre este premeditado olvido de nuestro inevitable final reflexiona Norbert Elias en su libro La soledad de los moribundos, en el que estudia cómo se ha afrontado la muerte en las distintas sociedades occidentales, desde la edad media hasta ahora, pasando de ser algo cotidiano a un ocultamiento, evitando pensar tanto en la muerte como en los moribundos, alejándonos en esos momentos en los que más calidez necesitan.
A modo del «ojos que no ven, corazón que no siente», nos consideramos ajenes, o a caso podría haber algo peor que sentir cómo se acerca lentamente hacia nosotres la muert¡Pues tal vez sí! Tal vez el horror de la propia vida, esa que muchas veces nos pesa demasiado, tanto, que nos inspira, nos anima, nos alienta a buscar la cálida luz al final del túnel.
<…> corre el siglo XIX, y somos mujeres, y pobres, y para colmo negras, y puede que la desesperación nos haya hecho asesinas. Pero sobre todo somos madres. Y todo esto nos convierte en lo más bajo de los parias de este mundo.
En la novela Beloved, de Toni Morrison, una madre esclava mata a su hija de dos años para protegerla del futuro. Tras escapar y ver cercano su nuevo aprisionamiento, la muerte es la paradójica salvación que vislumbra para sus hijes.
Fantasmas, superstición, fantasía y la crudeza de una reciente realidad se entremezclan en esta novela que ganó un Pulitzer y fue llevada a la gran pantalla en 1998 por el director Jonathan Demme con Oprah Winfrey en el papel protagonista.
Pero pasemos de una historia de amor que nos lleva a la muerte como único camino a la vida, a la historia de una niña cuya salvación de la muerte son los libros, según nos cuenta la propia parca. ¿Qué lo cuenta quién? La Muerte, la Calavera, la Mujer de la guadaña. Porque ciertamente, en La ladrona de libros, de Markus Zusak, la trama es expuesta desde el punto de vista de la Muerte. Ella es la que nos cuenta en primera persona la historia de Liessel, una niña alemana que descubre durante la segunda guerra mundial el placer de la lectura y el horror de la guerra. Con giros de estilo en la narración, a veces ágil y poética y otras áspera y seca, destaca el recurso al flash-forward, opuesto al flash-back, que nos muestra momentos del futuro que aún no han sucedido, algo que no es ninguna traba para nuestra peculiar narradora, a la que nunca deberíamos perder de vista.
«Conviene vivir considerando que se ha de morir; la muerte siempre es buena, parece mala a veces porque es malo a veces el que muere.»(Francisco de Quevedo y Villegas)
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