La vivencia de la sexualidad en personas con diversidades funcionales es un hecho que se les ha negado. En este artículo Núria ilustra varias historias de sexualidades diversas para reinvidicarlo.
Te acabas de cruzar con un tío en silla de ruedas, te ha mirado, le has sonreído y has seguido tu camino. No has mirado atrás como haces siempre que alguien te gusta. Llevas todo el trayecto al curro pensando en cómo sería follar con alguien en silla. ¿Se le levantará? Y si no se le levanta…¿qué se hace? Te prometes que si te vuelves a cruzar con él le dices algo.
Andrés.
Tienes 23 años para 24 y no trabajas. Llevas un año con Elisa y muchos meses magreándote con ella por todos los parques del barrio. El invierno en el parque es duro sin casa, sin intimidad, y con síndrome de down.
Mario.
Cada vez salía menos: en la mayoría de los garitos no puedo entrar y la mayoría de veces me tiro la mitad de la noche solo, sin apenas a hablar con nadie. Tenía ganas de conocer gente y Nacho me picó con lo del Grindr. Anoche quedé con un tío y fue genial, al ir a saludarle le hice la gracia de “perdona que no me levante” y a partir de ahí fue de lujo (el sexo también).
Julia y Lucía.
Nos conocimos en un grupo de mujeres de nuestra fundación. Ella se sentó a mi lado, olía como a vainilla. Yo estaba convencida de que a Lucía le gustaba Susana, otra compañera, con la que nos reíamos mucho. Pero resulta que a Lucía le gustan las tímidas que se echan colonia de Nenuco y a mi, las natillas me chiflan de siempre.
Rosa.
“Vive como en su mundo” le decían de pequeña. “La llamamos y no se entera” se quejaba su familia. Rosa ahora tiene 36 años y sigue viviendo en su mundo. Ha aprendido a convivir en el nuestro y con el resto de personas a base de repetir y repetir y repetir….porque Rosa no entendía por qué no se podía tocar los genitales cuando le apetecía ni desnudarse donde le pillara.
Juan.
Cada día viene Rodrigo a casa: me desnuda, me quita la sonda, vacía el colector de orina, me levanta de la cama, me ducha, me vuelve a sondar, me pregunta qué quiero ponerme, me viste, me coloca en la silla, me prepara el desayuno, me lo da, me lava los dientes, me termina de retocar, me lleva hasta el coche, me sube al coche, me baja del coche, me lleva hasta el trabajo. Allí otra persona me da los apoyos que necesito. Por la tarde vuelve Rodrigo y él está conmigo hasta que me acuesto. Rodrigo me coge, me lleva, me trae, se preocupa por mi y le pago por su trabajo. Tengo ganas de que me toquen de otra forma, pero me niego a pagar por eso.
Virginia.
Conoció a una intérprete de lengua de signos en un centro social autogestionado en unas jornadas inclusivas que hicieron allí. Hablaron, en lengua de signos claro, sobre cuerpos diversos, sexualidades disidentes y posporno. Desde ese día Virginia no falta a ningún encuentro marrano, como dicen elles.
Las sexualidades de las personas con diversidad funcional es un hecho. La diversidad funcional es una característica más de la persona, como el que tiene los ojos azules o el pelo rubio. Ser una persona con diversidad funcional te hace vivir con una serie de particularidades y a veces, para algunos aspectos de tu vida, necesitas ayuda. La vivencia de la sexualidad puede ser un aspecto donde la persona necesite apoyos para vivirla de la forma más satisfactoria posible. Si negamos su sexualidad, si les infantilizamos o si miramos para otro lado, vamos a castrar una parte importantísima de la vida de esas personas. El placer, las relaciones con otres, la seducción, el juego, el amor, las risas, las fantasías, desear y ser deseade nos hacen disfrutar y por tanto, nos hacen felices. ¿Quién soy yo para negarle ser feliz a alguien? ¿Por qué seguir negando y creando estereotipos sobre la sexualidad de las personas con diversidad funcional? Así que haremos un ejercicio de lógica: Si todas las personas somos diversas, todas las personas tenemos sexualidades diversas.
Ilustración realizada por Charlie de Nova (27), Madrid (España)
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