Una de nuestras Fridas decide compartir estas palabras con nosotres. Somos todas UNA y de eso se trata la sororidad.
Día a día tratamos de seguir vivas a pesar del dolor que nos causa que una compañera quede bajo tierra por un hijo de yuta que quiso golpearla, hasta matarla.
Nací y me crié en una ciudad muy pequeña, donde pasé las tardes jugando en la calle, dejando la puerta de mi casa abierta aún de noche. Iba y volvía de mi casa sola, sin que nadie me pregunte nada.
En el pasado mes de abril, en esa misma ciudad, una piba salía del boliche caminando a su casa; y esa misma noche, dos tipos tuvieron el tupé de perseguirla, agarrarla, meterla dentro de un auto, llevársela lejos, violarla y además, matarla. Un mes pasó sin que se supiera nada de ella. Un mes estuvo tirada muerta en un descampado, hasta que les ocupades en el caso dieron con el cuerpo.
Desde ese momento, mi ciudad ya no es la misma que antes. El dolor por las pibas es muy grande y te revuelve todo. La ciudad se vio afectada, se realizaron marchas a las que asistieron miles de personas, está claro que nunca nadie había sentido lo que sintió cuando sucedió aquello.
Debo decir que a pesar de la tristeza, destaco algo que fue bueno, y fue la capacidad de las mujeres de aquella ciudad de solidarizarse entre sí, en buscar justicia, en juntarse del suelo y levantarse para poder enfrentar la injusticia patriarcal que nos ataca desde todos lados. Y ver cómo, desde un granito de arena que puso cada una, se puede lograr algo grande. Algo así está pasando en la Argentina en su total extensión.
Es maravilloso el poder que tenemos las mujeres cuando nos podemos enfrentar a todo lo malo que es el patriarcado, cuando podemos ser capaces de levantar el teléfono y avisar que nos están pegando, que nos quieren matar, que nos quieren matar porque estamos conquistando derechos, porque salimos a trabajar, y porque podemos. Mientras podamos. Nos convertimos en amigas, hermanas, aliadas cuando salimos a las calles al grito de Ni Una Menos.
Somos todas, tenemos el poder y la capacidad para destruir por completo la irracionalidad machista. Para hacernos escuchar, decir quiénes somos y qué queremos.
No importa la raza, no tenemos género, somos todas una.
Y así es como, por la fuerza de las mujeres y de ella misma, liberaron a Belén, que había tenido un aborto espontáneo sin saber que estaba embarazada y la habían metido en cana por homicidio, según acusaron les médices.
Así, también, liberaron a Higui, que la llevaron presa por haberse defendido de un abusador, y vamos a pelear por su absolución.
Así, vamos a seguir luchando por la libertad a Milagro Sala, presa política, por ser mujer, colla, negra y pobre.
Y vamos a estar presentes batallando juntes para que nunca más tengamos que escuchar un “Avisame cuando llegues”, ni gritos en la calle, ni a alguien criticando tu forma de vestir o tu elección sobre gustos.
Vamos a seguir peleando para que dejen de matarnos.
Por Chica de Oro (23), Argentina
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