¿Os ha pasado alguna vez sentir picor, dolor al hacer pis después de haber tenido relaciones sexuales? ¿Será infección urinaria? Lola, nuestra doctora, nos saca de dudas.
¡Buenas! Quería hacerles una consulta . La historia es que yo empecé a tener relaciones con mi enamorado y todo iba bien hasta que una vez me dio infección urinaria. La verdad que siempre teníamos relaciones con preservativo pero esa vez hubo un rato que estuvimos practicando sin preservativo. A partir de entonces las infecciones urinarias se empezaron a hacer frecuentes (una vez incluso tuve relaciones menstruando y cogí infección) Decidimos no tener relaciones porque tengo mucho miedo de que me dé infección urinaria y eso no me hace vivir mi sexualidad como yo quiera, ya que el miedo me estresa. Ayúdenme. Gracias.
Hola Frida,
Las infecciones urinarias son de los procesos infecciosos más frecuentes en las mujeres. Son varias las circunstancias que pueden favorecer y predisponer la aparición de esta patología.
En tu caso, primero tendríamos que saber con seguridad que estamos ante una infección urinaria, a veces confundimos la infecciones de la vulva y la vagina con las infecciones del tracto urinario y son dos proceso diferentes, siendo contraproducente ,incluso, el tratamiento de uno presentando el otro caso. Si ya desde tu Centro de Salud se confirmó la infección del tracto urinario, habría que investigar ahora qué situaciones son las que favorecen el que esta aparezca.
De modo aclaratorio, comentar que las infecciones del tracto urinario bajo están provocadas en la mayoría de los casos por unos enteropatógenos, es decir, bacterias que suelen estar de forma habitual en el tracto intestinal. Por cuestiones anatómicas, para estas bacterias es más fácil alcanzar el tracto urinario de la mujer que el del hombre, por eso en más frecuente en nosotras que en ellos. No nos contagiamos en los aseos públicos ni es una enfermedad de transmisión sexual.
Según nos cuentas parece que son las relaciones sexuales las que precipitan el que aparezcan, te diré que no es raro, todo lo contrario, bastante habitual. Esto se debe a que durante la práctica sexual se pueda favorecer la diseminación de este germen por la zona vulvar. Pero igualmente te diré que puede haber otras circustancias relacionadas, como la higiene personal, al limpiarnos, tras ir la baño, si se hace de atrás hacia delante estamos arrastrando también estos patógenos a la zona vulvar, por ejemplo.
Te animo a disfrutar de tu sexualidad con tu pareja, porque tomando unas medidas adecuadas, podemos evitar que aparezcan las infecciones de orina. La primera sería tomar las medidas higiénicas y adecuadas tras el coito, como son, orinar justo después y lavado de la zona urogenital.
Beber agua, unos 2 litros al día. Aunque los estudios científicos no son concluyentes e incluso contradictorios, se ha hablado de las propiedades beneficiosas del arándano rojo en la prevención de las infecciones urinarias. Desde luego, e imagino que se habrá hecho, determinar qué germen está provocando la infección mediante un urocultivo, si se ha tratado con el antibiótico adecuado o quizá es resistente a este antibiótico. Y si a pesar de todas estas medidas la infección es recurrente, consultar con tu médica o médico, quizá haya que plantear un tratamiento preventivo durante algunos meses.
Espero te sirva de ayuda nuestra respuesta.
Saludos.
1 Comentario
“Les voy a dar un truco para detener las infecciones recurrentes en vías urinarias: no tengan más coitos.
Hace 6 años me hallaba yo con el culo metido en una tina con agua concentrada de cebolla y ajo. Me estaba sintiendo realmente mal por una cistitis que no cedió a los antibióticos que me ordenaron. Pasaron tres semanas desde las primeras molestias (ese ardor al orinar que tantas conocemos) hasta llegar al hospital en estado de semi inconsciencia. Solía pasar por episodios de cistitis una vez cada uno o dos años. Siempre obedecía al pie de la letra tanto las indicaciones como el medicamento. Pero esta vez la cistitis no cedió y pensé que con el tiempo se iría sola, o que con baños de asiento me pasaría. Ese día amanecí pésimo, pero no quería que mi novio pensara que estaba exagerando ni quería molestarlo con tonterías de enfermedades mías. Eran las cinco de la tarde cuando me paré de la tina y supe que nada andaba bien. Pude sentir en todo el cuerpo la infección. Entré en el mismo estado semi-inconsciente de una persona justo antes de desmayarse, pero por varias horas, hasta que a las nueve de la noche me hallé en el hospital. Dos semanas de tratamiento intravenoso, y me alivié. Fue mi peor y última infección urinaria.
He tenido parejas desde los 18 años, hasta los 35. Durante todo ese tiempo fue lidiar con infecciones urinarias y vaginales. Las recomendaciones que siempre dan para ambas son muy similares:
– Higiene estricta.
– Nunca limpiarse el ano de atrás para adelante.
– Solo usar ropa interior de algodón.
– Tomar mucha agua.
– No usar tangas tipo brasilera.
– No aguantar nunca las ganas de orinar.
Antes de poner la última recomendación, dos cosas. Primero, la higiene de nosotras: Las mujeres somos extremadamente higiénicas cuando tenemos una pareja. Tenemos tanto miedo de que el hombre sepa que nuestra vulva huele a vulva que hacemos todo tipo de cálculo para estar impolutas al momento de tener relaciones. Nos bañamos momentos antes de verlo, así ya nos hayamos bañado, o vamos al baño para limpiarnos con papel higiénico húmedo o con toallitas justo antes de tener relaciones. Nos horroriza que el hombre vea nuestro flujo habitual y más que lo huela cuando nos haga el favor de hacernos sexo oral. Ano y vulva perfectamente aseados, meticulosamente aseados. Queremos que nuestro hombre sepa, además, que tiene a la única mujer en el mundo que no tiene olores, que son las demás las apestosas y sucias que hasta necesitan jabones íntimos. Nosotras somos perfectas, tal como él nos quiere.
Segundo: la higiene de ellos: Los hombres son unos guarros, sencillamente. Todas tenemos la imagen del tipo que se rasca el ano en la calle sin el menor pudor, del que se hurga la nariz, se toca las pelotas y se acomoda la verga, o del que se la sacude en cualquier esquina después de orinar. Se masturban en los buses, escupen donde quieren y pueden. Y todo lo tocan con esas mismas manos. Y todo cuanto nosotrAs tocamos en el espacio público lo han tocado ellos antes con esas mismas manos. Las barandas del bus, los paraderos del metro, las sillas donde se masturban, paredes, billetes, monedas, mostradores, todo cuanto podamos tocar en el espacio público –y muchos privados– tiene alguna bacteria de Escherichia coli masculina. Las mujeres, incluso en el baño, no tenemos contacto con nuestra vulva. Eso de lavarse las manos después de ir al baño debería ser una exigencia con sexo propio: hombres, favor lavarse las manos después de orinar.
A mis 18 salí con un tipo muy ejecutivo, un tipo que jamás ninguna mujer sospecharía lo guarro. Cuando fui a hacerle sexo oral su pene estaba lleno de esmegma y había un tufo de mierda. Y lo peor… lo hice. Así estamos educadas las mujeres. Desde esa experiencia los culos de los hombres me dan un asco tremendo. Ver el culo, así sea vestido, de los hombres cuando, por ejemplo, se levantan de una silla, me asquea. Y es que ellos están educados para que las mujeres los queramos tan feos como son, por eso no tienen la presión de la belleza que nosotras tenemos; y tan sucios como quieran estar, porque las mujeres consideraremos su fealdad y su suciedad como parte de su humanidad, sin cuestionar, siquiera. Feos, gordos, viejos y sucios: bienvenidos, que aquí estamos las mujeres bien educaditas para aguantar y para incluso encontrarles atractivo el mal olor.
Así que esta es la muy misteriosa y última recomendación que nos hacen los doctores, y en la que nunca reparamos:
– Orinar después de tener un coito.
Misteriosa porque adivinen qué: Las bacterias que nos piden que eliminemos en esa micción de urgencia después del coito no son nuestras. Llegan a nuestra uretra porque un pene nos las ha traído. Un pene repugnantemente sucio, o un pene aparentemente limpio como el de tantos que, sin embargo, el dueño no ha dudado horas antes en tocarse después de viajar en un bus o de tocar dinero. En las recomendaciones nos piden que tengamos las manos lavadas antes de tocarNOS, y estoy segura de que la mayoría de nosotras jamás se tocaría la vulva para rascarse o masturbarse después de venir de la calle, sin antes haberse lavado las manos. No recomiendan nunca expresamente que sean los hombres los que se laven las manos antes de tocar a una mujer, y sin embargo, nunca les decimos a los hombres que lo hagan aunque los riesgos los corramos nosotras.
Por otro lado, la E. coli nuestra es casi inofensiva para ellos en una relación sexual. Tanto, que adoran la idea de meter su pene en nuestro recto y cuando lo hacen salen indemnes del acto. Nosotras, si pudiéramos rozar nuestra vulva en su ano, pararíamos todas en el hospital. Soportamos, además, coitos con fricciones cada vez más fuertes para complacer a los hombres cada vez más ávidos de violencia y penetraciones imposibles hasta el cérvix. Y esa fricción lastima ese delicado orificio que es nuestra uretra y la deja más expuesta a contagios infecciosos. ¿Cuántas relaciones no terminaron con nuestra vulva dolorida pero nosotras con una sonrisa para que el varoncito pensara que todo perfecto y que qué dios del sexo?
Desde que dejé de tener coitos, hace unos cuatro años (salvo uno solo esporádico*), yo, que tenía episodios infecciosos recurrentes de varios tipos en mis genitales, dejé de tenerlos. Completamente. No era mi problema. Mi aseo estaba perfecto. Mis calzones siempre han sido de algodón. Siempre me he sabido limpiar al ir al baño, tomo agua desde los 18 que me lo indicaron, siempre he detestado las tangas brasileras y no me aguanto las ganas de orinar. Mis bacterias no eran el problema. Mis bacterias y toda yo, estamos perfectas. El problema de salud sexual de las mujeres viene DE AFUERA, y tiene sexo propio.
*(Ah, sí, ese coito esporádico, que fue uno y, obvio, sin orgasmos, terminó en una infección por candidiasis, porque muchas infecciones de transmisión sexual son asintomáticas para los hombres pero bien sintomáticas para las mujeres. El tipo seguro aún anda por la vida con su pene infeccioso creyendo que está muy sanito, e infectando a más mujeres. ¿Que qué tipo de penes me metí yo a la boca y a la vagina? ¿Con qué tipo de hombres te metías, Diana, por dios? Pues con los mismos educaditos y aseaditos con los que todas creemos meternos. Ilustradores con maestrías, pintores reconocidos, diseñadores gráficos triunfando en Europa, profesores de literatura, un concejal de Bogotá, un diplomático gringo. Ningún indigente, como pueden ver. Todos de un perfil del que jamás ninguna sospecharía. Algunos en una relación sexo-afectiva estable conmigo, donde una podría presuponer un mínimo cuidado de la salud del otro. Pero el hombre es uno –ese que nos hace confiar– y, para cuestiones infecciosas, su pene es otro).”