Una de nuestras lectoras decide compartir con nosotres esta interesante reflexión sobre la relación entre mujeres, belleza y arte. Muy interesante.
Lo que estamos habituades a ver, pensar o escuchar es que esta relación se basa naturalmente en la belleza como atributo esencial de la mujer. Antes que nada, las mujeres, como género, nos debemos asociar a la belleza para encarnarla, es decir SER nosotras objetos bellos (o no, si tienes la mala suerte de fallar en tu misión). Otras formas de relacionarse con ella, como CREAR, BUSCAR o DEFINIR la belleza, parecen haber estado reservadas a otras manos. El privilegio de decidir qué es la belleza o de dominar la creación artística ha sido históricamente cosa de hombres. Ya es hora de poner las cosas en su sitio y de hablar de las múltiples facetas que tiene la relación entre las mujeres y la belleza.
Para una mujer es más fácil entrar en los más prestigiosos museos de arte desnuda que pinceles en mano. Así lo denuncian las ‘Guerrilla Girls’, un grupo americano de mujeres artistas formado en los años ochenta en protesta por la discriminación contra las minorías raciales y las mujeres en el mundo del arte. En referencia al Metropolitan Museum of Art de Nueva York idearon su famoso poster en él que se podía leer: “Menos del 5% de los artistas en la sección de Arte Moderno son mujeres, pero el 85% de los desnudos son femeninos”. Irónicamente, este grupo feminista se caracteriza por presentarse ante el público usando nombres de artistas fallecidas y poniéndose máscaras de gorilas (poco favorecedor e impropio de una Venus o de una maja desnuda).
La situación tanto en la historia del arte clásico como en el mundo del arte moderno está muy lejos de haber avanzado. Durante casi 200 años de historia, el museo del Prado, el más importante de España, no dedicó ni una sola exposición en solitario a una mujer. La primera se realizó en 2016 y fue un homenaje a Clara Peeters, una pintora flamenca del siglo XVI cuya obra fue olvidada durante siglos. En sus cuadros, principalmente bodegones (tenía prohibido el dibujo anatómico), llama la atención la innovadora técnica que usaba para disimular autorretratos en los reflejos de los objetos que ella pintaba. En Bodegón con flores, copas doradas, monedas y conchas (1612) se retrata a sí misma con sus pinceles y su paleta de pintura en la mano. Parece ser que esta era una manera de reivindicar su papel como mujer y pintora.
Hoy en día tenemos la suerte de poder conocer este tipo de mujeres que, pese a todo, han dejado su huella en la historia de la belleza. Ha quedado más que demostrado que las mujeres no sólo tenemos el poder de ser bellas, tenemos también el poder de crear belleza y de definirla usando nuestros propios criterios. Por supuesto no tiene nada de malo el querer verse guapa y disfrutar de ello, lo único que debemos dejar atrás es la actitud pasiva de quien se somete a las ideas impuestas en cuanto a lo que es bello. Con el maquillaje, con la pintura, con la escritura y de mil maneras más podemos ser, más que objetos, sujetos frente a la belleza. Mantener una relación activa con lo que consideremos ser bello es una manera más de empoderarnos. ¡No olvides que en tus manos está contemplar, crear y disfrutar de la belleza!
Os dejo con las palabras de una artista que además de ser un referente en el arte, era también su mejor musa: “Me pinto a mi misma porque soy a quien mejor conozco” Frida Kahlo.
Por Irene Sf (22) – Bilbao, País Vasco, España.
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