5 cuidados sencillos para tu (divino) coño

Cuidamos muchas partes de nuestro cuerpo a diario, pero a veces hay un gran olvidado. Hoy Julia te trae 5 cuidados sencillos para tu (divino) coño.

 

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Illustracion de Patricia Corrales

Nuestro cuerpo está ahí, con nosotras, todos los días. Lo lavamos, lo alimentamos, ¿lo cuidamos? Los ritmos trepidantes, el trabajo, los horarios, los desplazamientos, la falta de tiempo, pueden ser un obstáculo a la hora de dedicarnos, no ya a nosotras mismas, sino más concretamente a nuestro cuerpo. El cuerpo es la carne, pero también es la conexión de ésta con nuestra mente y nuestros pensamientos. Todo está conectado.

Si el cuerpo a veces es el gran olvidado, lo que tenemos entre las piernas puede convertirse en la cueva jamás visitada ni honrada. Sin tiempo, nos restringiremos a lo básico: agua, jabón y cuidados menstruales básicos en los días designados. Pero, ¿no merece nuestro coño una atención más personalizada? La musculatura que lo rodea se tensa, se estresa, reflejando nuestro estado de ánimo, nuestra salud sexual o nuestra necesidad de parar el carro y bajarnos un ratito para disfrutar de tiempo de calidad con nosotras mismas.

Aquí pretendo, más que daros consejos, lanzar ideas al aire para que cada una converséis con vuestras partes pudorosas como mejor sepáis. Lo importante, después de todo, es abrir las piernas y dejar respirar lo que entre ellas se encuentra.

  1. Higiene, pero sin pasarse

Las personas con coño tenemos que ser limpias, como todas las demás, pero no nos obsesionemos. Con la proliferación de productos para la higiene íntima pareciera más que tenemos que dedicar media hora diaria a la limpieza de la grieta tenebrosa.

Basta un poco de agua templada para lavarnos. Un jabón suave no está de más, pero no usemos mucho, porque para qué tanto químico. El olor a coño está bien, no pasa nada, es natural, y sabroso. No tiene que oler a rosa recién cortada, porque no es una flor. Punto.

  1. Depilación, al gusto de la dueña de la casa

A veces me cansa un poco leer sobre los pelos. Que si es malo depilarse completamente, que si peor aún es dejarlo estilo matojo selvático. Considero que cada une conocemos nuestra anatomía mejor que cualquier coacher coñil, así que conversa contigo misme, prueba cosas, diviértete experimentando y decide qué es lo que más te conviene. Por razones estéticas, higiénicas o placenteras, pero por TUS razones. Que nadie te diga una palabra sobre tu coño, que para eso es tuyo.

  1. Rituales cotidianos: sé un poco bruja y encuentra el tuyo

No se muy bien qué contaros aquí… Es todo muy íntimo. Os contaré una anécdota. Hice un curso para ser monitora de educación sexual y de género. Una de las profesoras, sanitaria de profesión, nos contó un día un gran secreto. Ella, cuando salía por la noche a ligar, introducía un dedo en su vagina y se ponía un poco de esencia detrás de las orejas, a modo de perfume. Nos confesó que servía, y que era más dulce que cualquier perfume caro.

El caso es que no tengamos miedo de estar contacto con nuestro coño. Mirarlo, tocarlo, olerlo. Como siempre nos han dicho que es algo un poco sucio, puede que nos dé un poco de reparo. Pero, ¿a alguien le da asco tocarse el ojo, sacarse un moco, o acariciarse el codo? Pues eso, que es otra parte del cuerpo más y que podemos relacionarnos con ella directamente, sin miedo. Busca momentos para que converséis tranquilamente (no sólo cuando vayas a masturbarte).

  1. Disfrútalo, disfrútate, y compártete sólo cuando lo desees.

Eso no se toca, niña. O sí. Disfruta de las posibilidades que te ofrece lo que tienes entre las piernas. No es solo el clítoris o la vagina. Son los labios menores y mayores, es el periné, es invitar a tu culo a la fiesta, es relajarse y hacer experimentos, y reírse, y disfrutarse, tanto a solas como en compañía.

  1. Míralo y muéstralo. Apología del nudismo.

A mi me costó bastantes años enfrentarme a la experiencia cruda de abrirme de piernas y mirarme en un espejo. Ahora me gustaría viajar en el tiempo para decirle a esa Julia: mírate, que tienes un tesoro entre las piernas que merece ser tenido en cuenta.

Uno de mis primeros compañeros sexuales, cuando fue a comérmelo por primera vez, levantó la cabeza y me dijo: Lo siento, pero no puedo, no me gusta. Ahora, pasados muchos años, pienso que claro… Cómo le iba a gustar. Yo no iba depilada, aquello no era un coño pornográfico, era un coño enamorado, resuelto a dejarse descubrir. Qué pena que esa fuera una de mis primeras experiencias con el sexo oral, porque tristemente me marcó durante años.

Me costó mucho abrirme de piernas segura, confiada y tranquila. Cuando encontré amantes con los que no sentí pudor, me di cuenta de que aquello era el verdadero deseo, mostrarse sin miedo a ser rechazada.

Si al alguien no le gusta tu coño, el problema no eres tú, sino la persona que tienes delante. No permitas que nadie te diga que algo no está bien. Solo permítele ser a tu chocho, como él desee ser y mostrarse.

Prueba a hacer cosas desnuda, ve a una playa nudista, quítate el bañador mojado y ábrete de piernas al sol. Muéstralo al mundo, porque no hay nada malo en ti por hacerlo. O compártelo solo con quien tú quieras, pero no tengas miedo, no te cubras o te tapes por miedo a no gustar.

Eres belle, y tu coño, sea como sea, también lo es.

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