Amanda nos habla de la importancia de les amigues y de cómo sembrar una amistad es cultivar un futuro en común.
Está muy bien eso de pensar que no nos vemos nunca pero que cuando lo hacemos después de seis meses es como si no hubiera pasado el tiempo, pero seamos sinceres, ¿qué calidad de relación podemos tener con una persona a la que nunca vemos y con la que nunca nos ponemos en contacto?
A veces nos rendimos con demasiada facilidad. Nos damos cuenta de que ya hemos llamado en tres ocasiones a la persona en cuestión para salir con ella y desde ahí no hemos recibido ninguna comunicación por su parte. Podemos tirar la toalla y pensar que la amistad no es recíproca; pero en realidad, el tiempo nos enseña que no siempre las cosas pasan siguiendo un guión. Tal y como pasa con las parejas, a veces una persona tira más del carro que la otra durante una época, y no por ello significa que la otra parte no quiera salir adelante.
A veces a todes nos viene bien un pequeño empujón, alguien que esté ahí aunque no seamos las personas más habladoras y con más ganas de salir con alguien de la historia. Si todas las personas dejaran de hablar a otras porque no quieren salir con ellas en algún momento, la mitad introvertida del planeta no tendría amigues. No quiero decir con esto que la introversión sea una excusa para descuidar amistades, pero sí que comprendo que no a todas las personas nos gusta relacionarnos de la misma forma ni con la misma intensidad. Nuestros patrones a la hora de relacionarnos cambian con el tiempo adaptándose a lo que buscamos, y eso está bien.
Mientras una persona extrovertida tiende a querer estar más a menudo en contacto con otras para sentirse cargada y feliz, una introvertida tiende a espaciar esas ocasiones en el tiempo para poder descansar entre ellas y así poder disfrutar de la calidad de las mismas. Por eso aunque es posible y muy común la relación entre personas tan diferentes, e incluso como parejas, no siempre es fácil. Hay que conocerse muy bien para saber qué necesita la otra persona y cómo no reprocharle algo que en realidad no está haciendo mal, simplemente es distinto a lo que haríamos nosotres.
Como en todo, en la amistad basta con aplicar el sentido común. Si siempre estamos llamando a alguien que no nos presta ningún tipo de atención, nos daremos cuenta de que no tiene mucho sentido poner esperanzas en algo ficticio. Pero si sólo es temporal, podemos tragar un poquito de orgullo hasta que las cosas vuelvan a su cauce. La regla es hacer lo que nos va a reportar más felicidad; puede ser ahora, pero también en el futuro. De nada sirve el rencor cuando queremos establecer un verdadero vínculo afectivo con otra persona; simplemente, no sirve a nadie.
Tampoco está mal recordar que no podemos esperar tener el mismo nivel de intensidad con unas relaciones que con otras, sencillamente no es posible. Así que es mejor disfrutar de lo que se dé en cada momento. Hay personas con las que preferimos salir a tomar algo y hablar de trabajo, otras con las que hablamos de amor, otras con las que salimos de fiesta, a comprar, a hacer ejercicio, o incluso a llorar, ¡lo que sea! En la amistad no hay nada escrito y lo único importante es poder apreciar la maravilla que es tener a alguien descolgando el teléfono al otro lado para escuchar lo que sea que queramos decirle. ¿Qué puede haber más bonito?
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