Una Frida comparte su historia de superación personal al vivir con una enfernedad crónica de la piel.
Desde pequeña sufro una enfermedad de la piel. Es una enfermedad crónica que me ha causado alguna que otra dificultad y, en ciertos momentos, me ha hecho sentirme diferente y llena de complejos. Durante mi infancia y mi adolescencia, he llegado incluso a sentirme rechazada por mis compañeres de clase y a odiarme por tener esto. En definitiva, por ser diferente al resto.
He tenido que soportar comentarios a las espaldas, miradas de pena o de extrañeza al desconocer de qué se trataba eso rojo de mi piel. A lo que yo he respondido con la cabeza agachada, evitando miradas y sintiendo vergüenza de mí misma.
Es complicado hacer como si nada te importase cuando en realidad te importa más de lo que demuestras. Me han hecho sentir frágil y muy débil.
Hay personas que piensan y me dicen que soy “fuerte”, que trato este tema con naturalidad… pero en realidad, sólo hago ver que no me importa para que dejen de hablar del tema y así, poder pasar un poco desapercibida.
En muchas ocasiones y, sobre todo, cuando tengo brotes fuertes, como el de este último invierno, me armo de valor, me pongo una coraza como quien se pone una sudadera, y salgo al mundo. Salgo al mundo haciendo ver que soy consciente de lo que tengo y que nada me importa. Sin embargo, esa sensación de vergüenza, extrañeza y fragilidad hacia las miradas de los demás, continúan.
Hace cosa de unos pocos años, empecé a aceptarme y a asimilar que esto iba a acompañarme toda la vida, y que quienes quisieran acompañarme en este viaje me tendrían que aceptar tanto a mí, como a lo que traigo conmigo. Mi enfermedad.
Soy muy consciente de que he tenido muchísima suerte con la familia que tengo. Me han apoyado siempre y, me han demostrado que están ahí para lo que haga falta. Agradezco todas las facilidades que me han dado para ser quien soy y toda la ayuda que he podido necesitar. Y, aunque no lo diga a menudo, estoy muy orgullosa de ellas.
Asimismo, la casualidad hizo que me cruzara en el camino con una persona que me besa cada mancha roja que se encuentra por mi cuerpo. He de confesar que esto era algo que nadie había hecho hasta ahora. Al principio rechazaba que lo hiciera, hasta me paralizaba. Era una sensación nueva que me generaba tensión e incomodidad. No obstante, fue besando cada zona acompañándolas de caricias que transformaron esa sensación en cálida y agradable. Es posible que parezca una tontería o que se vea como un poco raro, hasta simple, pero para mí no lo es. No lo fue.
Tener personas a tu lado que te apoyan pase lo que pase y que te acepten tal y como eres, con tus complejos y con tus inseguridades es fundamental. Actualmente vivimos en una sociedad que juzga constantemente el físico de las personas y esto, en muchas personas hace que nos sintamos fuera de lugar o simplemente nos odiemos por cómo somos.
Hay que recordar que el cuerpo es solo el molde de lo que somos. Que no somos un trozo de carne que todos pueden juzgar. Somos quienes somos por nuestras acciones y por nuestro interior, no por lo que todos ven. Seas como seas, sean cuales sean tus complejos o tus miedos, tienes mucho talento y vales muchísimo.
E.R.L. 22 años, Navarra. Twitter: @Patidifusa66
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