Marta se desnuda ante nosotras y nos deja unas palabras cargadas de vulnerabilidad y de fortaleza. Disfrutadlas.
Me desnudé ante ti.
No me quité la ropa ni te mostré mi cuerpo que al fin y al cabo es una carcasa, una protección.
Desnudarme por dentro era hablarte de vulnerabilidad.
De mi talón de Aquiles.
Sin miedo a que nadie lo utilice y con terror porque alguien lo haga.
Con ganas de que me conocieses y con pánico a que me juzgases.
Me desnudé ante ti y me sentí pequeña pero inmensa.
Algo mágico estaba pasando.
Porque abracé cada una de mis debilidades diciendo ‘aquí están’.
Porque no las maquillé, camuflé o escondí.
Me desnudé ante ti y me hice fuerte en lo que era.
En lo que soy.
En lo que tienes que saber de mí porque es mi esencia, mi base.
Son mis pies transformándose en raíces y anclándome al suelo para alimentarme de él y sostenerme al mismo tiempo.
Para mantenerme firme y orgullosa mientras la piel tiembla.
Y el sudor se escurre por la espalda.
Me desnudé ante ti y los segundos parecían detenidos en el tiempo.
Y me di cuenta de que daba igual todo.
Lo que me hacía vulnerable era pensar en mostrar lo vulnerable.
Si es que eso tiene sentido.
Ese miedo pasaba a realización.
A darme cuenta de que no son complejos sino características que hacen que sea quien soy.
Que hacen que te vea como eres.
Y ahí estaba.
Desnuda.
Ante ti.
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