Somos el feminismo del futuro

Marta nos explica su visión del feminismo del futuro: el futuro es ahora. Somos nosotres.

Ilustración de Amanda
Ilustración de Amanda

Estaba dándole vueltas a lo de “el feminismo del futuro” y no hacía más que ver una versión parodiada de la mujer del anuncio de lejía llamando a mi puerta con el pelo azul, luego me he dado cuenta de que sólo con dar un paseo por mi barrio puedo encontrarme a una mujer así. Y después de todos estos viajes virtuales, he caído -por fin- en que estamos en él.

Somos el feminismo del futuro.

Lo somos cuando podemos hablar de “nosotras” en -algunos- grupos mayoritariamente femeninos y que los hombres no se sientan excluidos.

Lo somos cuando escribimos con la “e” y no lo vemos “difícil de leer” sino inclusivo para todas, todos y todes.

Lo somos cuando la gente se lleva las manos a la cabeza y nos dicen que sacamos punta a todo.

Lo somos cuando nos apoyamos las unas a las otras y descubrimos la magia de la sororidad y cuando entendemos que, la mujer “machista” es una víctima de una sociedad ídem.

Lo somos cuando decimos algo en un contexto en el que sabemos que no es bien recibido. Cuando argumentamos, señalamos y algunas veces nos enfadamos defendiendo lo que sabemos que es justo. Lo somos con esos sofocos, decepciones, llantinas y frustraciones que nos llevamos.

Lo somos cuando cogemos la palabra “feminazi”, nos la apropiamos y nos la ponemos hasta de camiseta.

Lo somos cuando aplaudimos que las mujeres hagan lo que quieran con su cuerpo: maquillarse o no, depilarse o no, los kilos, lo que se adapta y no al rol de género al que nos han dicho que pertenecemos.

Lo somos cuando entendemos que lo que tenemos entre las piernas no señala como nos sintamos o identifiquemos.

Lo somos cuando abrazamos la diversidad y aprendemos de ella.

Lo somos sin importar nuestra orientación sexual o nuestro estilo de vida.

Lo somos cuando rompemos las ideas que tenemos del amor romántico.

Lo somos cuando queremos y cuando NOS queremos.

Lo somos cuando enseñamos referentes a les más pequeñes. Cuando les animamos a que sean lo que quieran ser.

Y, más importante, les enseñamos a que se quieran como sean.

Y que hay opción de cambio si algo que haces no es adaptativo.

Que se puede viajar hacia dentro al igual que hacia fuera.

Y que ese viaje es a veces confuso y duro pero también precioso y evolutivo.

Somos el feminismo del futuro cuando rompemos aquellas normas que nos han sido marcadas y no van con nosotres.

Lo somos cuando tenemos libertad de reproducción: sea hacerlo o no.

Lo somos cuando nos quejamos de lo poco que se conoce el cuerpo de la mujer desde el ámbito médico. Cuando nos informamos de cómo siente una mujer un ataque al corazón porque eso del pecho, el brazo, etc. que tenemos en nuestro imaginario, es solo para los varones.

Y demandamos cuidados cuando, ante dolores, se tiende a menospreciar el de las mujeres.

Lo somos cuando hacemos sentir incómodo al que hace algo mal.

Lo somos cuando nos percatamos de nuestros propios errores y les ponemos remedio.

Lo somos cuando dejamos que una mujer exprese su ira sin juzgarla y que el hombre exprese su llanto en total libertad.

Lo somos cuando tenemos relaciones equitativas de puertas hacia dentro.

Somos el feminismo del futuro cuando decimos “no es no”. Cuando nos sale del corazón un “no estás sola”, cuando afirmamos que “ni una menos” y cuando sentenciamos «la manada somos nosotras«.

Seamos aquellas personas que nuestro yo adolescente hubiese necesitado cerca.

Seamos aquellas personas que queremos ser en un futuro.

Hagamos del futuro un lugar mejor.

Sea como sea, seamos.

Porque somos.

Somos el feminismo del futuro.

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