Julia nos habla este mes de la desnudez y el peligro de la apropiación patriarcal de nuestro cuerpo.
¿Podemos normalizar la desnudez, descargarla de prejuicios, convertirla en arma empoderante? La desnudez ni siquiera es universal, pues las concepciones en torno a ella siempre se encuentran influidas por la cultura, el momento histórico y las tradiciones.
Yo crecí en un entorno muy abierto con respecto a la desnudez. En verano, todes mis primes y yo pasábamos varias semanas en el cortijo de mis abueles. Allí, todes nos bañábamos desnudes, abuela y abuelo incluides. Sin embargo, y aunque durante mi infancia y juventud mi desnudez no supuso ningún problema en la intimidad de mi casa o con mi familia, al comenzar a compartirla en otros espacios sentí las mismas dificultades y miedos que todo el mundo.
¿Qué convierte al cuerpo desnudo en peligroso, por qué desnudarnos ante el mundo sigue resultando controvertido? Es inevitable plantearse qué dirá la gente, cómo reaccionará ante nuestra desnudez y, por supuesto, a qué peligros nos enfrentamos como mujeres al hacer uso de nuestro cuerpo desnudo.
Tradición, corporalidad y desnudez
A lo largo de la historia y a lo ancho del planeta tierra, las consideraciones sobre el cuerpo desnudo han variado enormemente. Aún a día de hoy, la desnudez no significa lo mismo en España que en Islandia o en la Amazonia. Teniendo esto en cuenta, ¿por qué en Occidente, hoy en día, el cuerpo desnudo sigue siendo motivo de debate y censura?
Si echamos un vistazo a algunos de los cuadros más icónicos de la historia del arte occidental, observaremos cómo el cuerpo sin ropa ha ocupado mucho lienzo y mucho espacio en los museos. Sin embargo, como siguen denunciando las Guerrilla Girls, si bien una aplastante mayoría de desnudos en espacios dedicados al arte son femeninos, una mínima parte de artistas expuestas son mujeres. Las Guerrilla Girls son un colectivo de artistas feministas que, desde finales de los 80, denuncia estas y otras desigualdades en el mundo del arte.
Como se explica en este artículo, el desnudo en el arte siempre ha resultado, de un modo u otro, incómodo. Es innegable, por otro lado, la gran influencia que el catolicismo ha tenido en países europeos y sobre todo mediterráneos sobre la visión del cuerpo femenino, su desnudo y su sexualidad. La contraposición binaria entre pureza y mancha ha influido fuertemente la producción artística desde la Edad Media. Aunque muchas mujeres artistas han conseguido saltar muchos obstáculos, aún tenemos que seguir rescatándolas para incluirlas en la historia.
Otra alternativa, la más interesante a mi parecer, sería la de destruir la historia/única que conocemos para conseguir dar valor a las múltiples historias que han sido enterradas y silenciadas en el camino. Como nuestra sexualidad, la producción artística de las mujeres y las minorías necesita ser explicitada, recordada, abrazada y valorada, comenzando por nosotras mismas. Y aquí llego a un debate que me parece central en la representación de la desnudez: la sexualización del cuerpo desnudo.
El debate en torno a la sexualización
Los chistes de viejos verdes promueven algo con lo que no comulgo: la censura o ridiculización de la sexualidad de las personas mayores. Pero recogen algo que sí que me parece realista: el cómo la mirada masculina es tantas veces sucia y violenta, incapaz de desprenderse del velo patriarcal que todo lo cubre. Esta mirada además ha conseguido afectarnos a las propias mujeres, de modo que en muchas ocasiones acabamos nosotras también objetificando, juzgando y sexualizando lo que miramos.
El cuerpo femenino sexualizado, desnudado, utilizado como reclamo o como excusa para hacer arte o para vender sigue siendo una problemática enorme hoy en día. Y, aunque no podemos caer en la inocencia de pensar que sexualizar no es malo, porque cuando son lobbies masculinos y machistas los que lo hacen sí que lo es, sí que es cierto que resulta triste tener que negar lo sexual que reside en todo cuerpo en pos de no despertar a la bestia. Quiero decir que todo aquello que hagamos desnudas va a estar delimitado por las consecuencias a las que nos enfrentamos como mujeres al hacerlo.
Todo cambia cuando el creador se convierte en la creadora. Cuando quien concibe y procesa la creación es una mujer. Cuando quien escribe sobre deseo y sexualidad es una mano no masculina. Cuando los márgenes toman el control del proceso creativo, trasladan el centro a las periferias y rompen los esquemas, convirtiendo al cuerpo en el centro del discurso, en un medio para la liberación y en martillo revienta estereotipos.
Por otro lado, me parece interesante el planteamiento de reapropiación de términos y escenarios que generalmente han estado vinculados a la masculinidad y a los que muchas están dando la vuelta para convertirlos en armas contra el propio patriarcado. Personalmente, admiro mucho esta estrategia, porque inquieta por igual a algunos sectores del feminismo y al machismo más recalcitrante. Así, estas estrategias se convierten en bombas de relojería, enfrentándonos a la (erróneamente temida) posibilidad de que las mujeres seamos tan libres como cualquier hombre para hacer aquello que nos brinde placer, sea esto desnudarnos o perrear.
Alternativas: ¿Nos quitamos todas la ropa o no?
En el debate sobre usar el desnudo como arma de denuncia y protesta caben muchas voces. La complejidad del tema me hace estar siempre a la búsqueda de nuevas visiones. Aunque defiendo ante todo la libertad individual de toda mujer que decide hacer uso de su cuerpo como parte de su arte o como herramienta política de denuncia, no podemos dejar de lado que existen mecanismos patriarcales, capitalistas y coloniales que pueden estar apropiándose de esto para terminar vaciándolo de todo contenido combativo para volver a situar el cuerpo femenino en un lugar cosificado y vulnerable de ser juzgado y violentado.
Considero como una de las más claras alternativas difundir y dar espacio a todas las artistas que, desde lugares no hegemónicos y alejadas de la influencia que pueden tener personajes como Beyoncé o Kim Kardashian, sí que usan su cuerpo para expresar sus luchas, sean estas individuales o colectivas. Un buen ejemplo es la iniciativa Curated by GIRLS que reúne, tanto virtualmente como en exposiciones, a un nutrido y diverso grupo de artistas mujeres que, en muchas ocasiones, hacen uso del cuerpo desnudo para relatar su experiencia.
También me parece importante que, para apropiarnos de nuestra desnudez y de la representación de la misma, se reste un poco de importancia al desnudo. No dando tanto bombo a fotos de desnudos de famosas, por ejemplo. Al final, quizás estamos todas simplemente hasta el coño de haber sido retratadas y miradas por y para el placer masculino. Cuando nos quitamos la ropa estamos diciendo: ya está bien, dejadme ser cuerpo en paz. Porque lo que realmente desearíamos es no sentir ninguna tensión al mostrarnos, desnudas, vestidas o como nos de la santa gana. Libres de juicios, de exigencias y de moralismos. Capaces de expresar nuestra experiencia, de compartir nuestra mirada, de pasearnos por el mundo y de crear sin límites impuestos desde fuera.
Porque nuestro cuerpo desnudo debería poder ser capaz de mostrarse, compartirse, autorrepresentarse y pasearse tanto como deseara, de 0 a 100, sin sentir miedo a la posibilidad de verse criticado, juzgado o violentado. Porque la desnudez es simplemente la humanidad sin envoltorios y, para las mujeres y todos los cuerpos que no encajan en el cánon, puede significar una escapatoria hacia la libertad y la plena capacidad de contar nuestra parte de la historia. Y si por el camino resulta que removemos e incomodamos a algunos en sus sillones, mejor que mejor.
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