Marta nos habla de la utilidad de la escritura terapéutica para conocerse a une misme.
La creatividad es un gran arma de autoconocimiento, empoderamiento y cuidado.
Para mí escribir es mi favorita y muchas veces lo recomiendo en terapia porque ayuda mucho.
No hablo de hacer listas de ventajas y desventajas antes de tomar una decisión -que también puede venir bien a veces- ni de escribir un diario contando lo que hemos hecho a lo largo del día, si no escribir lo que nos nace, lo que nos duele, lo que nos salga.
Normalmente cuando hablamos de escritura terapéutica podemos referirnos a una escritura más guiada, cómo puede ser cada mañana o noche escribir porqué nos sentimos agradecides. Eso nos da una perspectiva de una cantidad de cositas que nos aportan mucho y que, de otra manera, pasarían desapercibidas.
Muchas veces, dibujar, tocar un instrumento, construir algo o inventarse un plato de comida, por ejemplo, nos puede llevar a expresar lo que sentimos.
También puede ayudar escribir sobre un suceso traumático. La escritura tiene algo mágico y es que parece que el hecho de escribirlo nos resulta algo más fácil que hablarlo porque entendemos que hay una distancia: no lo verbalizo, lo pongo en un papel. Sin embargo, la magia está en que al escribir muchas veces no nos enfrentamos a determinadas barreras y resistencias y al final conectamos con un ‘yo’ más sincero y vulnerable.
Por eso, escribir sobre un momento de dolor específico, nos puede ayudar por un lado a ponerlo en perspectiva, por otro a dejarlo marchar.
Ya salió de mí.
Ahí está.
Tinta y papel que puedo utilizar para muchas cosas.
Para recordarlo cuando se me haga cuesta arriba o para quemarlo y despedirme.
Otra forma de escritura terapéutica son las cartas. Puede ser una carta a una persona con la que tienes algo que quedó pendiente e inacabado -esté o no viva esa persona- o puede ser una carta dirigida a ti misme. Igual a tu ‘yo’ de ahora, igual al que fuiste de peque o a lo mejor a tu ‘yo’ futuro.
Eso puede ayudar a buscar el perdón o perdonar, a decir aquello que no nos hemos permitido decir o a encontrar la autocompasión y empezar a tratarnos mejor.
Puede utilizarse también una escritura libre. Dejar los pensamientos fluir y ver donde te llevan, qué te dicen y, sobre todo, cómo te sientes.
O puede ser crear un diario de sueños para conocer tu subconsciente mejor, para escucharle y entender qué cositas nos afectan y de qué manera.
Todo esto se puede hacer por vuestra cuenta o con el acompañamiento de terapia que nos ayude a ‘descifrar’ lo que escribimos, a entenderlo y a ponerlo en su lugar.
Lo mismo da que sea papel y boli o una app en el móvil. Aunque, personalmente, opino que la visión que nos da nuestra propia letra escrita suma puntos. Por su tamaño, lo que apretamos o no, las diferentes formas en las que escribimos dependiendo del tema del que hablemos. Orito puro.
Al final, escribir es dejar una parte nuestra en cada texto.
Es regalar emociones, sensaciones y anhelos.
Liberarse y hacerse fuerte.
Es vivir.
Os dejo de regalo un poema de la grandiosa poeta -que no poetisa- Gloria Fuertes:
Escribo sin modelo
a lo que salga,
escribo de memoria
de repente,
escribo sobre mí,
sobre la gente,
como un trágico juego
sin cartas solitario,
barajo los colores
los amores,
las urbanas personas
las violentas palabras
y en vez de echarme al odio
o a la calle,
escribo a lo que salga.
2 Comentarios
Guauuuu me ha parecido un consejo precioso!
Siempre me ha gustado escribir, el proceso de escribir. Pero nunca había entrado a valorar el poder que esa acción podía tener.
Me lo apunto!
Gracias, Esther!! espero que disfrutes de la escritura muchísimo! un besito!