Cuando se habla de energía a mucha gente se le levanta una ceja en señal de confusión e incluso resistencia pero la realidad es que tenemos y somos energía.
Lo comprobamos cuando nos sobra y nos sentimos con fuerza, ganas y esa sensación de comernos el mundo. También cuando el agotamiento y la fatiga se hace con nuestros cuerpos.
La realidad es que, como en todo, vamos fluctuando. No somos constantes e inamovibles y, por lo tanto, nuestra energía tampoco lo es. Querríamos ser como los teléfonos móviles y que, al despertarnos, un 100% marcase el estado de nuestra batería pero eso no siempre sucede, ¿verdad?
Sabemos todo esto pero a veces no lo utilizamos. Eso nos pasa mucho, que de lo que conocemos a lo que ponemos en práctica hay un trecho y es lógico porque una de nuestras asignaturas pendientes suele ser el autocuidado.
Vivimos, por lo general, en sociedades capitalistas donde se nos inculca que tenemos que trabajar -amando lo que hagamos sí o sí-, producir -cuanto más mejor-, disfrutar cada minuto -con un millón de cosas que hacer, conocer o aprender- y todo sin perder el tiempo porque éste se agota rápido, muy rápido. Tic-tac. Tic-tac.
Que agobio, ¿no?
Un ejército de robots con ansiedad.
Por eso es importante parar, plantearse cositas, escucharse, cuidarse y mimarse. Y eso no es igual para todo el mundo.
Te propongo un ejercicio. Puedes hacerlo de manera más general o más específica o empezar con una y luego pasar a otra en función de cómo lo sientas o cómo se te de.
Modo ¡Voy a por todas!
Coge un papel y divídelo en cuatro bloques: energía emocional, energía mental, energía física y energía espiritual. Luego, en cada uno de ellos, apunta qué cosas te dan esa energía y cuáles te la quitan.
En la Emocional estaría lo que me hace sentir mejor o peor, en la Física lo que me activa y lo que me cansa, en la Mental lo que me hace estar más o menos en calma con mis pensamientos y en la Espiritual puedo apuntar lo que me conecta más conmigo o lo que me aleja más de mi esencia.
Modo ¡Menos es más!
Coge un papel y divídelo en dos, apuntando las cosas que me dan energía y las que me la quitan. Así, tal cual. Sin especificar energías.
El mero hecho de pensarlo y escribirlo ya te va ayudar a conectar con lo que estás viviendo, con qué cosas tienes en tu vida que te suben y cuáles te bajan. Igual en las que te dan energía están escuchar determinada música, quedar con alguna persona o, al contrario, tener una tarde a solas. O igual están todas porque depende del momento. No pasa nada, tú apuntalas porque no hay aciertos o errores solo información sobre ti.
¿Y luego qué hago con esto? Efectivamente, lo has adivinado: intentar fomentar y aumentar en mi vida esas cositas que hacen que me recargue y disminuir, en la medida de lo posible, las que no me suman.
Para cuidarme y sentirme mejor.
Porque solo tú puedes saber qué te da y te quita energía. Porque no existe una respuesta única y estandarizada para todo el mundo porque somos diferentes (¡y menos mal!). A una persona conectar con la naturaleza le puede llenar muchísimo, mientras que a otra es el arte o la literatura. Habrá quien se sienta con más energía rodeándose de personas y quien necesite momentos de mirarse hacia dentro.
Lo importante es que conectes contigo y te escuches para cuidarte lo mejor que puedas.
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