Mi Energía

Una Frida (Teresa) nos comparte sus palabras sobre cómo recuperar la energía en nosotras mismas y liberarnos de todo aquello que nos debilita.

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Ilustración de Paula C.

¿Qué nos llena de energía?

Ser. Dejarme ser. Respetar mi forma de ser.

A menudo invertimos tiempo y esfuerzo en justificar acciones que no deberían necesitar explicación alguna: tumbarse en el sofá a leer, ver una película comiendo palomitas de maíz, paladear con los ojos cerrados un plato preparado con amor, sonreír…

Nos sentimos mal por llevar a cabo acciones simples y necesarias. Desperdiciamos energía en argumentar no se sabe por qué o para quién.

Consideramos que concedernos unos instantes de reposo son el máximo de… ¿la dejadez? ¿la holgazanería? ¿la ociosidad? Un lujo que pueden permitirse los gatos o los perros con sus siestas a cualquier hora y quizá incluso les niñes hasta determinada edad, pero no el resto de nosotres.

Incluso cuando decimos que vamos a descansar hacemos algo: mirar el móvil, leer, ver la televisión… ¡Lo que sea menos la inacción!

¿Por qué no cambiar la idea? Aceptar que a veces lo que necesitamos en NO HACER NADA o mejor dicho, RESPETAR NUESTRA NECESIDAD DE NO HACER NADA. Sencillamente ser. Estar. Respirar. Escuchar a nuestro cuerpo.

Cerrar los ojos, inhalar despacio por la nariz sintiendo la energía de cada respiración recorriendo las células de nuestro cuerpo. Soltar con cada exhalación las cosas que nos sobran o nos agotan. 

Respirar. Sonreír dulcemente porque estamos vives para hacer otra inhalación.

Respirar. Ser conscientes de la manera en la que se van relajando suavemente los músculos de los pies… los tobillos… pantorrillas… muslos… caderas… tronco… espalda… clavículas… hombros… brazos… cuello… cara… cabeza… pelo…

Respirar. Dejar fuera el ruido y escuchar la bellísima melodía del latir de nuestros corazones, bombeando vida a nuestro cuerpo. Liberar las tensiones de las vertebras y dejar que vayan ganando esponjosidad.

Respirar hondo sintiendo el pecho libre y  la espalda suelta.

Concentrarnos en el peso de nuestro cuerpo sobre la superficie en la que estemos tumbades o sentades.

Respirar.

Apreciar los movimientos rítmicos del abdomen subiendo y bajando.

Admirar el instante, la preciosa experiencia de sentirnos en paz con nosotrxs y con el mundo. Declararnos amor incondicional.

Y seguir respirando, el tiempo que haga falta, hasta que logremos escuchar esa amorosa voz interior que siempre  nos dice: TÚ PUEDES.

Teresa Lozano Martínez.

Madrid. 37 años.

Instagram: @desamorycolera 

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