Victoria nos invita a pensar y repensar qué pasa hoy en día con la sexualidad, qué nuevos conceptos y debates surgen, qué vínculos surgen y qué prácticas caracterizan nuestra cotidianeidad.
No es sólo que Internet haya legitimado nuevas formas de “hacerlo” y de hablar de “eso” y de reinventarlo, o que haya sido no digamos artífice pero sí aliado/socio/partidario de la gesta de derechos y libertades del colectivo LGBTQI (bah, de nuestra propia lucha de género y sexualidad), o que sea el gran océano en donde nosotres – les Narcises – nos vemos reflejades y enamoramos cortesía de cada nuevo filtro de Instagram.
Bueno, sí, es todas esas cosas, pero en definitiva y pese a sus intentos por arruinarlo todo, por censurar, por achicar o estrechar, por igualar, es siempre un retorno al caos, a la sopa de falta de instrucciones que es estar vives, amar, hacerlo y rehacernos.
- “Basta de coger”. Me llevó unas cuantas búsquedas, consultas y ruegos dar con el artículo que dio el puntapié a este otro artículo. Gracias a mi cuñado y tuitstar @zetadize comprobé que no lo había inventado (las redes nos hacen eso, a veces). Una tal Mariana Beatriz había compartido un experimento llevado adelante sobre su propio cuerpo en el que se proponía, lisa y provocativamente, no tener sexo. Ella argumentaba un poco que el sexo está sobrevalorado en lo contemporáneo, que a veces lo usamos para tapar otras angustias, que nos quita tiempo y energía y que en la era de las apps y de “la libertad de coger como yo quiera” no hacerlo es un nuevo y acumulativo acto de rebeldía. El 23 de diciembre de 2019 Mariana – le dijeron – “rompió Twitter”. Se sucedieron las muestras de apoyo al experimento de celibato y también quienes citaron el tuit para defender lo que nos costó alcanzar esta liberación y argumentar, en todo caso, que la frustración y la angustia nos hacen confundir el sexo con otra cosa que no es (ni tiene por qué ser).
- Tamara Tenembaum es LA autora que quiero estar leyendo en esta nueva década. Con su libro “El fin del amor: querer y coger” (coger entendido como tener sexo) discute muchos de los mandatos románticos, sexuales y de género de la época. No voy a spoilearlo todo – leerlo es mandato – pero entre otras cosas se planta frente a la monogamia como ese contrato capitalista de opresión y control (muy buen pariente del patriarcado que todavía estamos intentando derrotar). Las relaciones sexoafectivas de exclusividad en general buscarían aplacar a la mujer libre, empoderada y que busca conocerse a sí misma.
- Algunos de los neologismos que acompañan el cambio de la monogamia pura y dura al creciente y diverso poliamor: polimono, polifidelidad, polisoltería, anarquía relacional, poligamia religiosa, unicornio…
- Nudes y un 88% de humanos que han practicado sexting alguna vez. De por qué las fotos de desnudos se han vuelto tan populares en esta era hay muchas especulaciones: el exhibicionismo que fomentan las redes basadas en la imagen, cierta hostilidad (¿quién no ha recibido alguna vez una “Unsolicited Dick Picture”?), o la oportunidad que tenemos hoy de tener sexo sin salir de casa, sin desvestirnos, sin mirar a nadie a los ojos, sin gastar dinero ni recibir feedback en el momento, sin – digámoslo – ninguna de las amenazas de tener sexo.
- Nuevas apps y nuevas reglas. Hace unos días le pregunté a un amigo por el código que usaban en Grindr para distinguir y filtrar preliminarmente a sus “matches”. Hay palabras para etiquetarse como amante pasivo, activo o versátil (y algunos grises en el medio) pero también códigos (emojis) para etiquetarse/descartarse mejor y más rápido.
A saber algunos:
Vicios/cocaína
Marihuana
Dotado
Buen trasero
No menores
Taxi boy/escort/sexo por plata
- Existen más de 1100 charlas TED sobre el sexo. Y más de 3000 sobre el amor. En estos tiempos más que nunca tratamos de entenderlo todo, de desglosarlo en hilos de Twitter, de tener a mano recetas prácticas que podamos guardar en Instagram para saber amar. Yo misma tengo guardados unas decenas de artículos en Pocket sobre pareja saludable, feminismo y parejas hetereosexuales (¿es posible ese dúo?) y algunos tips de amor del bueno que no sé cuándo ni con quién podré poner en práctica mientras sigo likeando fotos de personas que quiero ser.
- Antes de pedir el divorcio en “Marriage Story” Scarlett Johansson era una inteligencia artificial (Samantha) en la película “Her” de 2013. Como evolucionan nuestros móviles y nuestra ciencia, en el futuro cercano pensado por Spike Jonze las relaciones también lo hacen y se convierten en poliamor. Sobre el final de la película Sam le revela a un impactado Theodore (Joaquin Phoenix) que así como se ha enamorado de él también lo ha hecho en simultáneo de otres miles de personas. Ella dice que así su amor se vuelve más fuerte.
Las redes son efímeras, colectivas y siemprevivas. Pero eso ya lo sabiamos. Ahora también las amamos porque nos permiten amar más, ¿mejor? Y son escenario de una apasionante primavera sexoafectiva.
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