Satisfyer: cuando un estimulador de clítoris tambalea la masculinidad

Hablar del satisfyer o de sexualidad femenina y de masculinidad son dos conceptos inversamente proporcionales; cuanto más aumenta una, más disminuye la otra.

un satisfyer abducciendo a una mujer ante la mirada de un hombre
Ilustración de Javitxuela

Llevamos mucho tiempo escuchando los beneficios de este tipo de juguetes ya sea el Satisfyer o el SONA, aunque el nombre se lo ha llevado el primero por su precio, que no su calidad.

Son los mal llamados ‘succionadores de clítoris’ ya que succionar no es lo que hacen. Pero bueno, con sus ondas sónicas masajean y… ¡que lo llamen como quieran!

El mayor logro de este tipo de juguetes ha sido el que muchas mujeres hayan sentido el suficiente apoyo social para hablar abiertamente de masturbación. Para reconocer que el autoerotismo es algo de lo que disfrutan y para animar a otras mujeres de su entorno a hacerlo.

Solo por ello ya se merece un altar.

Pero, ¿qué sucede cuando muchas mujeres hablan de orgasmos, de placer y de lo que se divierten solas en este mundo cishetero en el que vivimos? Que los hombres se quejan.

Lo hacen en las redes. También lo hacen con sus parejas, entre su grupete de amigos y allá donde quieran darle voz.

No nos van a necesitar‘, ‘Nos van a sustituir‘, ‘Una mujer que necesita un satisfyer es que su pareja no le da lo que necesita‘ y blablabla. #maletears

La realidad es que de sorprendente tiene poco -muy muy poco- porque ya sabéis que la masculinidad es débil y quebradiza.

Por eso quiero tranquilizarles y contarles una cosita. Con juguete o sin él, el autoerotismo, independientemente de tu sexo, género, identidad y orientación, es una parte de la sexualidad propia.

Es decir, que es una comunicación conmigo que siempre va a estar ahí, va a existir para el gozo y disfrute, para conectarme o relajarme cuando quiera. Eso no es dependiente de que estemos o no en una relación.

Por otro lado… sí, las mujeres cis  tenemos un clítoris. Y también juguetes, duchas, almohadas, fantasías y cualquier cosilla para estimularlo pero aún mejor: tenemos manos.

Independientemente del género prácticamente todo el mundo las tiene. Boom!

Así que lo que estáis demostrando no es que temáis a los estimuladores de clítoris, si no a nuestra sexualidad.

Y parece mentira que a estas alturas del mambo tengamos que decir esto pero sí, nos masturbamos.

Y eso no nos convierte en mejores ni en peores personas al igual que no lo hace con vosotros.

Además los orgasmos son propiedad de cada persona. No necesitamos de nadie que nos ‘regale’ orgasmos al igual que no nos regalan estornudos.

Es una cuestión de responsabilidad sexoafectiva, de quererse y tocarse cuanto se quiera, como se quiera y con quien se quiera.

Así que seguiremos hablando de sexualidad en las mujeres, de personas que no sólo somos objeto de deseo si no sujeto de deseo.

Porque deseamos, nos excitamos y también elegimos cómo mostrarlo o hablarlo. A veces desde la intimidad que dan las amistades y otras gritándolo al viento. Porque no siempre es fácil tener que luchar todo el rato contra los estereotipos.

Y seguirán apareciendo hombres blandengues y ofendiditos que llorarán por miedo al reemplazo. Lo mismo que sucede ante lesbianas y bisexuales. Ese miedo a no ser necesitados, a hacerse pequeñitos.

Pues -sorpresa- no sois necesarios ni imprescindibles. Nadie lo es en este mundo.

Somos elecciones y deseos, no requisitos ni obligaciones. Y eso está fenomenal.

Para todas, todos y todes.

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