Mujeres semilla: no están pero no han desaparecido

Esto es un homenaje a aquellas mujeres que ya no están pero que no han desaparecido.

No sé, a día de hoy, cuántas veces he oído aquello de “da igual lo que hagas, el mundo no va a cambiar”. Es la típica frase con la que te encuentras cuando estás luchando por cambiar las cosas, independientemente de que estas sean objetivamente grandes o pequeñas.

Los cambios crean resistencias, porque al final es más fácil seguir la corriente que luchar contra ella. Y, cuando hablamos de cambiar la sociedad, de luchar contra el patriarcado, no sólo te enfrentas a la fuerza de esa corriente si no que además tienes a tu alrededor el mensaje de “no lo hagas, no vale la pena” porque ese cambio, si se lleva a cabo, también va a afectar al resto.

Puede ser porque quien lo dice es una persona cómoda en su privilegio -que no quiere ver tambalear-, o porque no encuentra energía para luchar y que tú lo hagas hace que la culpa aparezca en sus pensamientos o, sencillamente, personas que han intentado provocar esos cambios y no lo han conseguido por lo que hablan desde su frustración y dolor.

Da igual cuál de esas opciones sea, el tema es que la lucha por cambiar las cosas no deja a nadie indiferente.

Personalmente creo que TODO cambio importa.

Me da igual que sea una gota en mitad del océano aunque a veces, no os lo voy a negar, me da mucha rabia que se sienta así.

Muchas mujeres nos han allanado el camino que ahora recorremos. Si pensamos en ellas, nos vendrán a la mente las sufragistas, las escritoras y pensadoras, cineastas, artistas, actrices, matemáticas, cocineras, cantantes y brujas.

Casi todas tendrán para nosotras nombres y apellidos y las recordaremos por sus logros, hazañas y luchas. Pero también estarán las que hicieron MUCHO por conseguir que el mundo fuese más libre y mejor para nosotras y que no lo sabemos.

¿Recordáis aquel proverbio que decía que “el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo”? Eso es lo que han hecho muchas mujeres antes de nosotras. Eso es lo que podemos hacer nosotras.

Porque una acción anónima y de la que desconozcamos su origen, puede traernos inmensas alegrías.

Ya sabemos la importancia de los referentes pero, igual de importante, son las mujeres que han estado en las sombras cambiando las cosas.

Porque por cada mujer que ha dicho NO a algo de lo que el patriarcado tenía establecido para ella en su hogar, ha provocado un cambio aunque solo sea en su entorno. Igual ha podido beneficiarse de ello o desafortunadamente no pudo hacerlo, pero es algo que removió las ideas de sus hijes o vecines.

Por cada mujer que decidió libremente si quería o no ser madre.

Por la que perdió la vida por hacer suyo ese derecho.

Por cada mujer que huyó.

Por cada mujer que amó a quien quiso sin importarle las consecuencias.

Por aquella que no dejó de escribir a pesar de no poder firmar sus palabras.

Por la que perdió el apoyo de su familia por no seguir las normas.

Por cada mujer que apoyó a otra.

Por todas ellas se ha creado un cambio.

Porque aprendemos de ellas y de sus vidas. Aprendemos lo que queremos y lo que no queremos. Sabemos qué caminos puedes ser arduos y peligrosos por lo que vamos con cautela. Sabemos cuales nos pueden reportar más beneficios.

Todas esas mujeres se transformaron en semilla.

Algunas veces hemos podido regarlas y cuidarlas para que creciesen y floreciesen.

Otras siguen esperando.

Lo que está claro es que sin semillas no hay vida, no hay crecimiento. No hay cambio y evolución.

Por eso hoy quiero recordarte que tú tienes el poder de ser semilla, flor, fruto, árbol o agricultora, lo que quieras. Que, aunque a veces se haga pesada y cansada la lucha feminista, a pesar de que a veces nos de la sensación de que no pasa nada: sí que PASA.

Y que muchos “poquitos” hacen un “muchito”.

Cojamos la fuerza y sabiduría de nuestras ancestras, sintamos su energía y aleteemos con fuerza nuestras alas de mariposa para que el tsunami feminista no deje indiferente a nadie en el mundo.