Luisa nos abre su corazón feminista y nos invita a conocer su interior más íntimo, aquel que ha sido tomado por el feminismo y que la posiciona frente a la vida de un modo ya inevitable.
Qué te miren a los ojos y te vean y nos vean. El cosquilleo de tu lucha volando dentro de mí, nuestro “Ya basta” dándome pulso e impulso y mis heridas cicatrizando junto a las tuyas, junto a las nuestras. Debemos protestar, defender, ser derrotadas y volver a rebelarnos contra la sumisión hasta vencer.
Nadie más volverá a enfrentarse a él con el silencio cómo único aliado. Estamos aquí para recuperar nuestra voz, tu derecho a decidir, mis oportunidades, su integridad y entidad y sobre todo, nuestro poder.
La revolución heredada nos pide confianza, nos susurra que la victoria llegará, que todo habrá valido la pena y que ellas somos nosotras. Dame la mano y si tú no te rindes, yo tampoco.
Hace 5 años me contagié del feminismo, uso contagiar no porque sea malo, ni mucho menos, me curó de muchos males como la ignorancia, la sumisión y la culpa. Utilizo el verbo contagiar porque desde que me atravesó, no puedo sacarlo de mí, tampoco quiero. Digo contagiar porque espero trasmitirlo por el aire, que otras personas oigan los tambores de la lucha y vean la luz del feminismo. Y que poco a poco, nos contagiemos todas y el cielo nos reciba vestido de color violeta.
Durante estos años, todo ha cambiado. Ahora hay chistes de los que no me sale reírme, discusiones en las que no puedo evitar meterme y desigualdades que ya no son invisibles. Hay muchas personas que me han tachado de ignorante, otras de subirme a una moda y la gran mayoría, me han señalado de radical. A todas ellas, sí. Ignorante porque lo que más me ha regalado el feminismo, son preguntas. Miles y miles de preguntas y algunas respuestas. ¿Esto también es sexista?, ¿Si mi cantante favorito agrede a su mujer, debo dejar de escucharlo?, ¿cómo me posiciono ante la prostitución?, ¿y en referencia a la maternidad subrogada?, ¿soy capaz de sentir sororidad siempre?, ¿eso que me ocurrió, fue una agresión sexual? Me declaro ignorante en proceso, el feminismo es un camino de crecimiento, en el que escalón a escalón, florezco.
En cuanto a lo de subirme a una moda, también. A las personas que hemos habitado en este espacio y tiempo, se nos ha ofrecido la oportunidad de subirnos a la cuarta ola del feminismo y yo, sólo tengo ganas de sumergirme en ella y arrasar con todo lo que se nos presente. El hecho de que esté de moda, es relativo, puesto que cuando un movimiento crece en ciertos espacios, se genera el anti-movimiento en otros grupos de personas, sumando la gran mayoría silenciosa. No obstante, suponiendo que sí, que está de moda, me produce sentimiento de responsabilidad. Las modas son beneficiosas porque llaman a muchas aliadas pero también peligrosas, provocan confusión y que otros intereses infecten la esencia que la creó. Por eso, hay que ser responsables con aspectos como la comercialización de la lucha feminista, porque no olvidemos que el capitalismo es el hermano del patriarcado.
Finalmente, radical ¿y qué voy a decir? Gracias. Me encanta el concepto radical, cuando alguien lo utiliza como insulto, en especial, mi madre, se me forma una pequeña sonrisa en las comisuras de los labios. Ir a la raíz del problema, a la raíz de la estructura patriarcal de nuestra sociedad y arrancarla al completo. La Real Academia Española (RAE) recoge la palabra radical derivada del latín radicalis con las primeras acepciones: 1. Adj. Perteneciente o relativo a la raíz. 2. Adj. Fundamental o esencial. 3. Adj. Total o completo. Así que sí, feminismo radical.
Pero no voy a mentir, la lucha feminista no es fácil. Es más, considero que en los momentos que me siento cómoda, significa que no estoy luchando con fuerza. Que tampoco pasa nada, cada una debe conocer y respetar sus ritmos. Pero en el momento que luchas, la revisión es tan constante, que araña y la deconstrucción es tan profunda, que duele. Te empapas de un auto-cuestionamiento diario, al mismo tiempo que te esfuerzas por conquistar el amor propio. Te arrancas los mandatos y culpas que te han impuesto, con el pensamiento que aún queda mucho por hacer. Pero lo dicho, cada una debe conocer y respetar sus ritmos, así como el de las demás. El de las demás. Porque la lucha feminista es colectiva, la sororidad es un pilar fundamental, y aunque nunca nos hayan enseñado a practicarla, debemos salir de nuestra zona de confort y amar a nuestra camarada.
La revolución heredada nos pide confianza, nos susurra que la victoria llegará, que todo habrá valido la pena y que ellas somos nosotras. Dame la mano y si tú no te rindes, yo tampoco.
Porque aunque no sea fácil, la lucha feminista, es lo mejor que me ha pasado nunca.
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Luisa Gual de Torrella Bennasar
@nakup.enda
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