Si queremos un feminismo que nos incluya a todes, éste debería ser transinclusivo, no TERF.
Hace unos días, escuchaba las palabras de @lajedet en #EsteEsElMood, el programa que presenta @amarnamiller y me hizo pensar sobre este tema que expongo a continuación.
Antes, me gustaría aclarar que desde mi visión transfeminista considero que, dentro de esta lucha por la consecución de objetivos de igualdad en el alcance y acceso a derechos de las personas, se tiene que incluir a las personas trans respetando la libertad de cada quién de SER libremente, sin obligación de responder a patrones o etiquetas externas impuestas.
También, he de decir que como no soy una persona transexual, pido perdón de entrada por las ideas que pueda plasmar en estas palabras que no recojan la realidad trans tal cual es. Y estaría encantada de que quien quiera, se sienta libre de decirme que lo que yo percibo es erróneo y mostrar la realidad según se vive en estos casos. Con esta publicación, se pretende dar visibilidad a situaciones irrespetuosas y opresoras que, desde hace tiempo, se están permitiendo en nuestra sociedad.
Todo surge, como comentaba, cuando escucho las palabras de @lajedet hace unos días en las que ponía sobre la mesa que“el término TERF no deberíamos usarlo (…) una mujer trans excluyente no es feminista. (…) No te puedes llamar feminista si nos dejas fuera a las trans. Entonces, está mal usado, hay que buscarle otro nombre.”
Profundizando más en este término, se puede explicar en palabras de Violeta Alegre, (2020) -para Pikara Magazine- en el blog de la Agencia Presentes:
“Terf forma una palabra que une las iniciales del inglés Trans Excluyent Radical Feminist (feminista radical trans excluyente). Son un grupo de feministas cuya base teórica genera la exclusión de las mujeres y hombres trans, y con exclusión me refiero a vulneración, estigmatización, criminalización, patologización y negación de nuestras identidades e historias de vida”.
Recapitulando, las personas trans excluyentes se creen erróneamente feministas; pero si feminismo es entendido como “el conjunto de creencias e ideas que pertenecen al amplio movimiento social y político que busca alcanzar una mayor igualdad para las mujeres” (pág. 211, Fiss, O. M., 1995) y las mujeres trans son mujeres, pero son excluidas de este grupo; entonces no existe igualdad y, por ende, no existe feminismo en su discurso.
¿Con qué nos encontramos realmente? Con una flagrante discriminación por razones de carácter biologicistas y basadas en el binarismo de género, obviando el espectro amplio, rico y real que conforma la sociedad. Esta discriminación latente no se puede negar y si se niega, se demuestra una absoluta falta de sororidad.
Además, si analizamos el perfil de las personas que espetan estas perlas sin impunidad en los medios, además de ser seres influyentes con poder político o fama que permite que sus mensajes lleguen a muchas personas, nos encontramos con que sus características se encuentran en las cotas más altas de privilegios como mujeres: blancas, europeas o norteamericanas, CIS y no han sentido la doble discriminación por el hecho de ser mujeres y trans.
Pero sería interesante, así como necesario, escuchar el punto de vista y dar voz a otros perfiles para conformar un discurso plural y representativo de la sociedad; es decir, poner el foco en lo que tengan que decir las personas trans -incluyendo los hombres trans, que son personas muy invisibilizadas tanto en la sociedad como en los medios-, las personas racializadas, las personas migrantes, las personas intersexuales, las personas no heterosexuales o las personas con diversidad funcional (por poner algunos ejemplos) y un amplio etcétera de perfiles con características diferentes a las personas a las que, lamentablemente, se les da la palabra normalmente y que ofrecen sin impunidad su discurso hegemónico.
Quizás, lo que estas personas trans excluyentes no saben -o quieren obviar- es que las personas transexuales son constantemente sometidas a vejaciones, ataques, preguntas irrespetuosas e indiscretas promovidos por el morbo, la ignorancia y la falta de escrúpulos. Quizás, no tienen en cuenta que, a las personas transexuales, se les patologiza psiquiátricamente por el simple hecho de existir, ya que algunes lumbreras consideran que padecen un trastorno mental denominado “disforia de género” gracias al DSM-V de la American Psychiatric Association.
Quizás, quieren omitir que los trabajos desarrollados a lo largo de la historia por las personas trans no son tan amplios y variados, ya que se les ha relegado durante mucho tiempo y se les relega aún hoy en día, únicamente a ámbitos de la noche como los shows, las discotecas, pubs o la prostitución; pero las empresas, la mayoría de corte tránsfobo, no dan cabida a contratar como parte de su plantilla a estas personas.
O quizás, quieren obviar que el 50% de les adolescentes trans han intentado suicidarse, el 85% reportaron tener pensamientos suicidas y el 73% había planeado un intento de suicidio según la Universidad de Pittsburgh publicado en la revista de la Academia Americana de Pediatría. (Mor.bo, 2020) porque vivimos en una sociedad que deja mucho que desear. Es por ello que, es necesario parar los pies a estas personas que con sus mensajes incitan al odio; haciendo un llamamiento indispensable al respeto y favoreciendo sociedades inclusivas y seguras para todas las personas.
A partir de esto, también podemos pararnos para valorar cómo podemos repensar en el día a día aspectos que parecen nimios y no se les da tanta importancia e incluso molestan, pero en realidad son importantes como es el uso del lenguaje. Lo diferente, lo novedoso o lo poco común nos molesta y nos irrita como seres humanos acomodades en la seguridad que nos producen las situaciones conocidas y el rechazo que nos generan los cambios y las resistencias que ponemos ante ellos.
Como comenta Emma Goldman en 1908 en el diario New York World «en qué creo es algo más bien cambiante antes que algo irreversible. Lo definitivo es para los dioses y los gobiernos, no para la inteligencia humana«. Es por ello que en el lenguaje, el uso del masculino plural se lleva considerando lo correcto desde tiempo inmemoriales, incluso en personas con ideario queer y transfeminista; pero esto responde a una supremacía del binarismo y de lo masculino se mire por donde se mire. Molesta leer “lxs” o “les” aunque seamos personas inclusivas, pero el lenguaje es excluyente y precisamente, si tratamos de acabar con la exclusión de manera integral, necesitamos incluir cambios en la forma en la que nos dirigimos a otras personas.
Las personas más puristas, dirán que “lxs” o “les” no es correcto según la R.A.E., pero de poco sirve una Academia que acoge personajes del calibre de Arturito Pérez Reverte, un señoro, y tener que aguantarle a él sí que NO es correcto.
Entonces, ¿qué es lo correcto? Que algo no lo haya sido durante décadas, no implica que no podamos darnos cuenta y lo modifiquemos y así, reaprender y ver que estábamos equivocades. No nos olvidemos que la R.A.E. sigue definiendo el término “gitano” en su quinta acepción como “trapacero” lo cual, según esta misma institución significa que «con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto”, o que emplea trapazas; entendidas éstas como un “artificio engañoso e ilícito con que se perjudica y defrauda a alguien”. (R.A.E., 2020).
Es por esto que hay que ir actualizándose e incluyendo en el lenguaje las formas correctas para referirnos a la gente. Aunque, desde tu sillón privilegiado, te sientas identificade con “los” o “las”, hay personas que, desde una posición no binaria y de género fluído, no se consideran ni lo uno ni lo otro y se debe escribir “les” para no ser excluyente como lo son las personas trans excluyentes, como se comentaba anteriormente.
Y, ¿por qué? Porque no podemos negar la realidad y esto ocurre porque, como decía Wittgenstein, el lenguaje crea la realidad y viceversa y no podemos obviar esto:
“el lenguaje, el pensamiento y la realidad tienen la misma forma lógica, de modo que el lenguaje y el pensamiento pueden pintar los hechos de la realidad”
(Pág. 12, Robinson, J., 2011)
¡Creemos una sociedad más inclusiva, compis! ¡Hagamos que el feminismo no deje fuera a nadie!
___
Referencias bibliográficas
Alegre, Violeta. (2020). Quiénes son las terf y por qué las queremos lejos del feminismo. Recuperado de https://www.pikaramagazine.com/2020/09/quienes-las-terf-las-queremos-lejos-del-feminismo/
American Psychiatric Association. (2014). Guía de consulta de los Criterios Diagnósticos del DSM-5. Recuperado de https://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm-v-guia-consulta-manual-diagnostico-estadistico-trastornos-mentales.pdf
Flick. (2018). Más de la mitad de los chicos trans adolescentes han intentando quitarse la vida, según un estudio americano publicado en «Pediatrics». Recuperado de https://www.dosmanzanas.com/2018/09/mas-de-la-mitad-de-los-chicos-trans-adolescentes-han-intentando-quitarse-la-vida-segun-un-estudio-americano-publicado-en-pediatrics.html
Mor.bo. (2020). Los adolescentes trans tienden más riesgo de suicidio que sus pares cisgénero, según estudio. Recuperado de https://ismorbo.com/los-adolescentes-trans-tienden-mas-riesgo-de-suicidio-que-sus-pares-cisgenero-segun-estudio/
Real Academia Española (2020). Búsqueda. Recuperado de https://dle.rae.es/buscador
Robinson, J. (2011). Wittgenstein, Sobre el lenguaje. Recuperado de https://eltalondeaquiles.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/2017/03/wittgenstein-sobre-el-lenguaje-robinson.pdf
Los Comentarios están cerrados.