Mireia nos habla sobre la pérdida de la ilusión y la necesidad de recuperar la magia en el día a día.
Tan magullada estaba que me senté a descansar cerca de ti y así fue como me perdí. Me perdí en tu mirada sin piedad. En tus ganas de castigar por querer hacerte imponer. ¿Qué pretendes conseguir?
Entré sin querer en un silencio que no era el mío. En el pensar antes de actuar. Sin ganas de decidir. Por precaución.
Y así mil y una vez.
Y dejé de sonreír.
¿Dónde puedo volver a encontrar las noches de verano sin nada mejor que hacer que salir a pasear?
Solo así podremos volver a sentir. Solo así seré capaz de ver lo que realmente me hace feliz. Entrar en casa y oler a café. Calzarme las botas de agua y salir a pasear. Sin nadie en la calle y con mucho que decir.
Recuerdo y añoro escenas pasadas una y otra vez. Será porque estos días extraños no me dejan apenas crear nuevos recuerdos y mi alma, implicada en salvarme, me rescata a esos momentos.
¡Cuantas veces he llorado…! Que no todo en el pasado fueron alegrías pero había algo…había algo… Un brillo en mi mirada. Una calma conseguida. Un sosiego que me decía: párate y mira ¡qué bonito!
Añoro esos momentos de pequeña felicidad y de gran placer. Los tenía bien catalogados. En los momentos de pequeña felicidad el cuerpo vibra y hay algo muy aquí cerca de ti que te dice: Sí. Esto es.
En los de gran placer ya es otro cantar y el cuerpo, el alma y todo tu ser reconoce lo que ha venido a suceder. Todos los pasos que te han llevado a él.
Así eran mis días antes de ti. Antes de este tiempo detenido que nos ha tocado vivir. ¿Porque no lo voy a decir? La magia. Se trata de la magia. Ya no puedo conocer a nadie sin una distancia de precaución. Hemos perdido la espontaneidad. El «pues aquí me quedo que creo que estaré bien».
Cuando yo me dejaba ir pasaban cosas que no se pueden predecir. Llegan trenes vacíos sólo para mí.
Me dijiste «vuelve a ser» Y yo te digo: claro que volveré. Volveré a lo que sé. De momento me quedaré un ratito aquí junto a mi vida, mi carne, mi sangre, mi todo, mi ser.
Llamaré a mi amiga, esa amiga de reír. Esa amiga de llorar. Esa amiga de contar y de callar. Y a ella le pediré con urgencia una tarde con sus cartas del Tarot. Y que mis ancestras te cuenten la manera de ser feliz.
Que te cuenten…
Que te cuenten como hacerlo para que sea fácil. Para que las cosas se sucedan sin tener que competir. ¿Que sé yo de competir? Eso no es para mí. Que te expliquen como mirar para ver lo que hay en tí. Estate siempre atento a sus voces. ¡Que te digan! Escucha su sentir. Mira y siente con atención. Descubre lo que puedes llegar a ver.
Solo así atenderás a lo más sutil. A ésta forma de vivir que poco espera y mucho ofrece. Solo así podrás ver a gente correr con un ramo de flores. A un abuelo silbar mientras sale a pasear. Treinta siete vueltas da al jardín. Ni una más. Ese olor a tierra mojada y sol. La voz de una madre cantar.
La torre, el mundo y la reina de oros. Y yo no lo supe interpretar.
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