Paulina nos habla de la sabiduría de escuchar al cuerpx, sus tiempos y sus mensajes.
Habitar una cuerpa con una enfermedad crónica ha significado aprender a escuchar la sabiduría interna ante las imposiciones médicas y en la búsqueda de autonomía corporal. Este no ha sido un camino fácil. He encontrado guía en prácticas feministas de salud autogestiva e ideas de distintas genealogías para ir trazando un camino propio que me devuelva a la cuerpa. Entre las ideas que alimentan mi pensamiento se encuentran las del filósofo Iván Illich quien, a finales de los sesenta, escribió un libro llamado «Némesis médica».
Illich habla de la medicalización de la vida que implica medicalizar etapas naturales de la vida como la vejez. Un ejemplo más tangible es el uso de anticonceptivos para tratar acné o suavizar la piel, ya que esto implica medicar a una persona considerada “sana”. El acné no es enfermedad. En todo caso, bajo esa mirada, sería un síntoma. Los síntomas siempre indican que algo está fuera de balance o que algo necesita atención. Tratar al síntoma no erradica la causa que lo genera lo que significa que cualquier “alivio” es temporal.
Otra de las ideas de Illich tiene que ver con cómo la sobre dependencia en un agente externo para todo lo que concierne la salud, impide la búsqueda del camino propio. Es decir, no hay posibilidad de autoconocimiento, lo cual de alguna forma limita o hasta puede impedir establecer la relación con la propia cuerpa. Yo creo que la posibilidad de sanar se encuentra en forjar esa relación. Este es uno de los motivos que me inspiran a seguir creando espacios para hacer de la salud un tema de aprendizaje y desaprendizaje colectivo. Me interesa que podamos desarrollar herramientas para el autoconocimiento y hacer de sanar una experiencia feminista.
En realidad, el camino por establecer una relación amorosa y de cuidado con mi cuerpa ha estado lleno de desaciertos. No siempre he tomado las mejores decisiones.
Me refiero a decisiones que contribuyen a mi bienestar en todo sentido. Por ejemplo, intenté prácticas que desviaban la atención del dolor. Esto impidió que escuchara a mi cuerpa para saber cuándo poner límites. Algunas de esas prácticas me daban la chispa que necesitaba para cumplir con las exigencias sociales y académicas que se presentaban en el momento. Eso, por supuesto, no es sostenible. El problema es que las sociedades donde vivimos no están preparadas para sostener a quienes lo necesitamos, no consideran las realidades corporales de quienes vivimos con enfermedades crónicas y dolor.
Creo que esta cuerpa y yo nos seguimos conociendo, también creo que lo que necesito ahora no es necesariamente lo que será indispensable más adelante. Lo que tengo claro es que la sabiduría reside dentro, debajo de la piel, en las entrañas. Es la sensación que surge cuando algo nos “huele mal”, es la intuición. Creo que es necesario aprender a escucharla para abrir la posibilidad de formar vínculos que nutran las relaciones y cuerpas que habitamos. Aprender a dar espacio a las sensaciones, a la sabiduría interna, es parte del camino de la salud autogestiva.
¿Cómo y por qué hacer de esta una apuesta feminista?
Esto es algo que deberán plantearse en colectiva en cada contexto para forjar prácticas que respondan a sus realidades y luchas. Reconociendo la capacidad para sanar que todes tenemos. Hay que estar consciente de las estructuras que permean la posibilidad de un trato humano y acceso a la salud en las sociedades en que vivimos. Este es un tema de justicia social que habla de jerarquías de cuerpxs, racismo y sesgo de género en la práctica médica. También de desigualdad.
El sesgo de género indica cómo se ha puesto en el centro al sexo masculino en la investigación y prácticas médicas lo cual va acentuando esa brecha entre cuerpos que habitan la norma y quienes están fuera de esta. También nos habla de cómo se reproducen estereotipos e ideas sexistas que pueden influenciar las prácticas y experiencias de quienes acuden a clínicas y hospitales.
Lo importante es preguntarse, ¿qué sucede cuando dejamos el poder del conocimiento corporal y las prácticas de la salud exclusivamente en manos de un externo? ¿Se puede sanar más allá de las instituciones? El cómo es algo que nos toca ir construyendo paso a pasito para ir trazando juntes el camino y el mapa que nos lleve de vuelta al cuerpx.
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Referencias
Criado-Pérez, C., 2019. Invisible Women: Exposing data bias in a world designed by men. New York: Abram Press.
Illich, I., 1975. Nemesis medica: La expropiación de la salud. Cuernavaca: Barral.
Jackson, G., 2019. Pain and prejudice, a call to arms for women and their bodies. Oxford: Oxford University Press.
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