Una Frida (Elena) nos comparte sus escritos sobre el proceso de aceptación de su embarazo y posterior aborto, el dolor en el cuerpo, los miedos e inseguridades. Primera entrega.
Mi gran culpa
Mamá me ha dicho que no lo cuente.
«La gente es muy indiscreta»
Y yo cierro la boca y me pongo un velo negro en la cabeza.
Para que sepan que estoy rota y que nadie pregunte.
Me he tragado un sermón que no va conmigo y he asentido al final.
Arrodillada para que todo pase más rápido.
Esperando a levantarme y que ya no haya dolor,
esperando a despertarme y tener el cuerpo de otra,
un cuerpo limpio, donde no sienta que convivo con un cadáver.
«Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.»
Siempre les odié en ese momento por hacernos sentir
tan sucias en todos nuestros actos.
Hoy bajo la cabeza y lo repito bajito por dentro:
«Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa»
y siento en cada golpe un navío chocando
y trayendo un sinfín de enseres que no me pertenecen:
trapos para cuerpos que no existen,
dientes para cuerpos que no existen,
velas para cuerpos que no existen.
Yo no lo he pedido y se me está acumulando.
Se me han echado encima sus voces
y no hay pastor que lleve a estos demonios a otro prado.
Comen de mi piel y obstruyen cada poro.
Ya no hay vía disponible para salir corriendo,
ya no hay posibilidad de salir corriendo,
solo espero despertarme en el cuerpo de otra,
un cuerpo limpio, un cuerpo virgen, un cuerpo sano.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa……..
1 Comentario
Pingback: Esas dos líneas rosadas - Parte II - Proyecto Kahlo