Julia, una Frida, nos comparte este texto sobre los cambios en las diferentes etapas en la vida.
I
El otoño trae el olor a tierra, las hojas muertas enmohecen, se oxidan, impulsan la mutación. La mía, la nuestra. Mis ojos miran de cerca el pequeño tambaleo. Presa del mundo exterior, todo lo ajeno se torna propio. Lo agarro con las dos manos. Reconozco el peso de mis acciones y me envuelvo de una lucidez extrema. El país se cae, sellado bajo tierra. Se iza la bandera del león. La marcha prolifera y la hago mía. Mi salto hacia la adultez.
II
Llega el frío y te veo marchar. Me zambullo en la noche. Ya no quedan mariposas. La nieve palpita, desgarra mi pecho. Hay angustia. El blanco va y viene. Se rompió nuestro universo secreto. La raíz no crece, busca el nutricio. Tú eras el mío. Al oír tu silencio ya no estoy. Mamá dice que es el fin. Se acabó el descanso. Tu falta golpea violenta. El hielo se derrite y corre por mi espina dorsal. Me envuelvo el cuello con tu bufanda de lana gruesa, esa que tanto te gustaba. Cruzo el Atlántico y te dejo en ese mar en el que tú y yo aprendimos a nadar. Pero decides que no y me agarras. Todavía hoy tu cabello huele a invierno.
III
La primavera acontece, me descalzo, corro, salto la verja, soy la primera en llegar. Me doy permiso. La familia pesa, llevo su obra a cuestas. Ya no dejo que me paralice. Es mi turno. Me siento frente a la hoja en blanco, retuerzo el lápiz, entrelazo las letras frente al ventanal y dejo que la luz me atraviese.
IIII
Los meses de calor me atrapan desnuda. Aquí, lejos. Encuentro color en la sombra. Los pinceles me traen el bosque, un bosque de pinos inexplorado con fragancia marina. Pinto el error, el más bello y lo hago mío. Lo pinto magenta. A veces verde limón. Pinto un espejo y me veo. Por fin me veo.
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Júlia Garcia Hernández, 38 años, Barcelona
Instagram: @julgarciah
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