Y me atreví a pintarte,
me despojé de mis miedos
y comencé a recordarte.
No hizo falta modelo,
recordaba las líneas de tu perfil
y las curvas de tu cuerpo.
Solo acerqué tu bufanda a mi nariz
perfumada por tu cuello.
Tu fragancia emborrachaba
las imágenes que de tus gestos, posturas y miradas
en mi mente se creaban.
Mis manos de pintura untadas
cubrían el lienzo con las formas
que mi mente evocaba.
Mis manos, a conciencia lavadas,
agarraron un carboncillo
para difuminarte sobre el papel
sin que hiciera falta un pincel.
En un viejo cuaderno
continué trazando con ceras de colores
cada uno de los pensamientos
trayéndote al presente sin errores.
Terminé untando las paredes de mi habitación
con líneas y salpicaduras
que me evocaba tu alma
con intensidad, anhelo y pasión.
Te pinté y pinté todo de ti para que estuvieras presente,
para poder recordarte
en todas las formas y lugares.
Pintarte para no olvidarte.
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