La idea de un apuesto y carismático chiquillo aproximándose a ti en un tren mientras viajas por Europa para luego invitarte a pasar una noche recorriendo las históricas calles de Viena parece una historia sacada directo de Wattpad. Cada frame de la película exuda la misma inquietud de espíritu de estos jóvenes adultos que notaremos en películas futuras (recordemos que Antes de… es una trilogía) como empieza a desgastarse.
No me avergüenza admitir que en algún momento soñé despierta con encontrar al Jessie de mi Celine mientras emprendo un viaje de autodescubrimiento por el continente europeo. Pero después me pongo a pensar… Si por razones de la vida se me presentara tal oportunidad, ¿me bajaría del tren? ¿con un absoluto desconocido? Mi sentido común me dice que no.
Desde niñas nos enseñan que si un hombre extraño se te acerca o te dirige la palabra es más seguro alejarte, incluso si ese individuo es un joven Ethan Hawke en chaqueta de cuero. Me parece interesante que si la película fuera estrenada hoy quizás la premisa inicial no sería considerada lo suficientemente verosímil.
En la medida que los tiempos cambian, también lo hace nuestra percepción de ciertas historias. No estoy diciendo que por resultar menos verosímil el filme pierde su calidad (es una de mis películas favoritas y la considero una masterclass de guión). Sin embargo, es posible disfrutar de algo y aún ser críticos de ese producto, especialmente cuando nos referimos a obras del pasado.
Si bien mi instinto me indicaría en contra de bajarme de aquel tren, es bonito fantasear en torno a ese primer intercambio de miradas, ese coqueteo incómodo e inminente despedida donde acordamos ilusos vernos una vez más. En retrospectiva, es algo deprimente pensar que la razón por la que Antes del Amanecer constituye para mí una fantasía es el miedo; mi vida no debería peligrar al tomar la misma decisión que Celine pero bueno… soñar es gratis dicen por ahí.
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Fernanda Lagomarsino
23 años, Santiago de Chile
Instagram: @ferlagomarsino
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