La nouvelle moi

Una historia de viajes, crecimiento y búsqueda personal que nos lleva a través de la vendimia de la campiña francesa y nos inspira a aprender de cada ciclo de nuestra vida.

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Ilustración de Yolanda

28 Julio 2019

Cuando no sé qué hacer, me doy una ducha de agua helada. Trato de apagar en vano mis pensamientos metiendo la cabeza bajo el agua. Noto cómo se me va entumeciendo el cuerpo y mi corazón empieza a palpitar más rápido. Entonces, salgo de la ducha, me miro desnuda frente al espejo tiritando mientras observo el reflejo de mis ojos: primero el derecho, luego el izquierdo y así varias veces.

No sé qué más puedo hacer ya para conseguir pagar las facturas. Sobrevivo como puedo compartiendo habitación con otra chica en un piso, en unas condiciones insalubres, en el que viven otras cinco personas más. Cada vez que mi compañera de habitáculo se mueve en su colchón, chirría la estructura de la litera y se tambalea mi cama entera llegando a despertarme en la mayoría de las ocasiones. Me gustaría trabajar en el típico bar de mala muerte para ir a ver hoy a mi ficticio jefe explotador y despedirme tirando mi ficticio delantal al suelo mientras salgo con la cabeza alta por la puerta; pero no tengo esa suerte y, por ende, no puedo llevar a cabo esa escena tan cliché en el drama de mi vida. En realidad, sustituyo a Fausto, un hombre de la limpieza de parques y lugares públicos los días que él tiene que permanecer encamado. Es una buena persona, pero algunas veces siente grandes vértigos que no le dejan mantenerse en pie. Es entonces cuando me llama por teléfono, voy a su casa, me visto con su uniforme, cojo las llaves del almacén de cubos con ruedas y cepillos de cerdas gruesas con recogedor de metal y hago su recorrido. En la empresa que trabaja Fausto no están al tanto de esto, por lo que además de ser un trabajo intermitente, es economía sumergida y no tengo derecho ni a paro. Estaba a la espera de una ayuda social para personas en desempleo con familiares a cargo porque mi tía, que me ha criado toda la vida, era una persona físicamente dependiente que no podía moverse por sí misma. Pero tras su muerte hace dos meses, me tuve que marchar de la casa que el inquilino reclamó tras el primer mes de impago y así, es como he llegado a esta situación.

La semana que viene un grupo de jóvenes del barrio alto salen en un camión rumbo a Francia para vendimiar la temporada que empieza y tengo hecha la mochila para probar suerte. Me han pedido la documentación renovada porque dicen que el patrón, un hombre con hectáreas que conocen de otros años, regulariza a todxs los trabajadorxs. Así que, he pagado con el dinero que tenía para comer esta semana, mi nuevo pasaporte. Nunca he salido de aquí, por lo que nunca he necesitado un pasaporte, desconozco completamente el idioma y, de los nervios, tengo cortes de digestión recurrentes ya varios días que apenas me dejan dormir. Mi tía me dijo hace unos meses que teníamos algún familiar en Francia así que, no descarto la idea de reencontrarme con algún primo lejano, aunque esa persona sea completamente desconocida; la verdad, es que estoy completamente sola y no me vendría mal un poco de arraigo, o eso creo por lo que he leído en el capítulo tres del Manual para sanar tu salud emocional del doctor Velasco llamado Tu familia y tú.

Me visualizo dentro de un mes en una cama más estable que la del piso destartalado en el que malvivo, me da igual que sea una cama vieja o dura; mientras no se mueva tanto como mi colchón actual, me conformo. Por cierto, estoy aprendiendo palabras sueltas y cama en francés se pronuncia li aunque se escriba lit.

04 septiembre 2019

Llevamos varias semanas por aquí y sigo alucinando con todo. A pesar de ser verano, es todo súper verde; ni por asomo, tan árida y seca como mi tierra en esta época. La zona es húmeda y la gente autóctona risueña, educada y silenciosa.

El viaje hasta aquí fue larguísimo y un caos absoluto. Se rompió la correa de distribución del camión, paramos varios días reuniendo dinero y yendo a un taller, en fin, menos mal que éramos bastante gente y entre unxs y otrxs algo apañamos. El viaje se demoró, eso sí, cuatro días más de lo programado y al llegar, se nos había adelantado otro grupo de trabajadrorxs quedándose con parte de los puestos con los que contábamos. Así que, algunas personas nos hemos venido a otra zona un poco más húmeda y fresca si cabe.

He empezado mi labor de investigación ya que es más fácil encontrar a una persona con el apellido Castrillo-Pacheco en Francia que cualquier otro apellido francés que miles de personas tengan a lo largo y ancho del país. Las redes sociales algo me han ayudado, pero solo he encontrado a Castrillos o a Pachecos; apellido compuesto por ambos, cero resultados. Tengo en una libreta apuntadas varias direcciones de personas con alguno de los dos apellidos y cuando acabe mi temporada en las viñas, quiero hacer algunas visitas.

20 febrero 2020

El invierno está siendo horrible, pero tan horrible que vestiría de neopreno si no fuera una persona tan meona.

Ya acabaron mis días como temporera y mientras cobro el paro, echo una mano días sueltos a mi amiga Eva en una cafetería de un pueblo muy pequeño pero muy bonito. Eva lleva aquí tres años y dice que no va a volver, que el clima es horrible pero además de haberse enamorado, cobra mejor en una cafetería de Francia que en su ciudad natal ejerciendo de lo que estudió. Ahora tengo una habitación preciosa, una lit para mí sola mullida y calentita en una casa que comparto con Eva y su novio y hablo francés muy fluido.

Estas semanas he visitado a algunas de las personas de mi lista, no habiendo encontrado información relevante. Aún me quedan dos personas por visitar. Una vez finalice mi búsqueda, me plantearé qué hago con mi vida. No termino de saber si quiero regresar o quedarme ya por aquí hasta el próximo verano cuando me vuelva a apuntar a la vendimia en la zona donde he estado. La experiencia ha sido maravillosa, he conocido a muchas personas de diferentes partes del mundo y he empezado a entender la tierra, sus ciclos, la conexión astral que tiene y en qué afecta a la siembra, cómo germina, la recogida, etc. Además, estoy en mejor forma física de lo que pensaba y eso me ha sorprendido gratamente para el cuerpo escuchimizado que mi tía siempre me decía que tenía.

17 abril 2020

Me he mudado, he decidido que me quedo en Francia y he encontrado a mi tío Gustave, primo lejano de mi madre y mi tía. Gustave es un hippie de setenta años que se conserva mejor que yo misma, hace tai-chi cada mañana bien temprano, come más sano que una vaca y tiene una preciosa familia. También, he conocido a la tía Coralie y a sus hijxs ya mayores con sus respectivxs hijxs, algunxs ya adolescentes.

Me estoy quedando en su casa unas semanas porque estoy buscando casa para mí sola en la ciudad, ¡por fin puedo vivir sola! He conseguido trabajo como pinche de cocina y me están enseñando con trabajo duro, los secretos y virtudes de la cocina francesa. El padre de Gustave renució al apellido Pacheco cuando emigró y se quedó únicamente con el apellido Castrillo y así, mi tío nacido y criado en Francia ha sido algo más difícil de encontrar en primera instancia.

La tía Coralie dice que ya he pasado mi retorno de Saturno y que ahora, parece que la vorágine de episodios que llevan ocurriéndome los últimos cuatro años, se están estabilizando. Imagino que todo son ciclos. El ciclo que cerré meses atrás al subirme a ese camión ha dado pie a que me zambulla de lleno en esta nueva aventura. Me siento feliz y sobre todo, tranquila después de mucho tiempo. Estoy haciendo lo que realmente quiero y pensando mucho en mí, tanto que dejé el libro del Dr. Velasco a medias y ya no me interesa ni lo más mínimo su psicología barata de frases enlatadas.

Au revoir Dr. Velasco e bonjour à la nouvelle moi.

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