…pero no se le permite predicar como a sus compañeros varones.» Una lectora nos cuenta sobre la realidad de la Iglesia Evangelista y reflexiona sobre su papel en el Chile del siglo XXI.
Corre el 2014, pleno siglo XXI. La de Edad Media acabó en el siglo XV, y para la sociedad actual no debería ser más que un mal recuerdo. Contamos “avances” que empaparon de sangre la Historia Universal, pero que lograron sacarnos del dominio absoluto del catolicismo. Hoy somos sujetos pensantes con deberes y derechos.
Mi madre; diplomada en psicología, fitoterapeuta, emprendedora (término que patento el gobierno pasado para referirse a la persona que lidera su propio negocio), diplomada en teología, ejerce además como pastora evangélica.
En su calidad de pastora, fue invitada a predicar (impartir un sermón) a una convención de mujeres (encuentro femenino) de una congregación pentecostal y legalista. Una mezcla terrible que lleva entre su doctrina sentencias para la mujer como la prohibición del maquillaje, de la depilación, el uso de faldas hasta el piso, e incluso algunos llegan a dividir sus templos con una especie de cordel en el techo para separar a los hombres de las mujeres. Ni hablar de la planificación familiar y los métodos anticonceptivos, porque sabe Dios con qué castigarían los masculinos líderes religiosos a quienes llaman sus hermanas.
Mi madre, que preparará su sermón como de costumbre; pues además de ser una muy buena cocinera, tener unas uñas envidiables, y usar el maquillaje perfecto para cada ocasión, estudia mucho y lee como pocos. Ella no podrá subirse a la plataforma, púlpito, escenario o como se le llame, pues es un lugar reservado sólo para los hombres.
Ella tendrá que impartir su sermón a ras de suelo y sentarse junto a “la plebe”, mientras hombres de traje ocupan esos tronos ridículos dispuestos de forma ofensiva sobre sus púlpitos, tribunas religiosas llenas de jerarquía y desigualdad. Todo, porque un apóstol, Pablo, un hombre corriente y común que lleva un libro bíblico bajo su nombre, igual que Rut, igual que Ester, dijo en una de sus cartas “No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en trasgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia”.
Ahora, yo me pregunto, ¿dejará esta gente de enviar a sus hijos al colegio si la profesora jefe es una mujer? ¿Romperán la receta médica si quien los atendió fue una doctora?
Nos guste o no, por segunda vez la presidenta electa en este país, es una mujer. De los veintitrés cargos de Ministros de Estado, nueve son ocupados por mujeres. Veinte Gobernaciones Provinciales a nivel nacional son dirigidas por mujeres. La jefatura de mi carrera está en manos de una mujer, la dirección de mi colegio de enseñanza media (adventista, por lo demás) estaba en manos de una mujer, y fui la presidenta del Centro de Alumnos por dos años consecutivos.
Me sigo preguntando ¿tanto valen las palabras de Pablo para los evangélicos?
¿Dónde dejan la figura de Cristo y su valoración a la mujer? Nació de una mujer, rompió la doctrina religiosa por salvar del apedreo público a una prostituta, y me cansaría de enumerar los milagros que involucran a mujeres. Sin embargo, son los primeros en alterarse públicamente si las minorías sexuales reclaman igualdad de derechos y el fin a la discriminación. Que me perdone el santo padre, pero lo que este fragmento de la Iglesia hace con la mujer es discriminación.
Volviendo al contexto social actual del Chile en el que vivo, quiero destacar que el pasado 27 de marzo se anunció la creación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género. Chile contará con una instancia formal e institucionalizada que velará por la equidad entre hombres y mujeres.
Dicho esto, quiero advertir que con la conectividad y los avances tecnológicos con los que contamos, me demoraría 10 minutos en convocar a una manifestación virtual, y llevar a estos templos pancartas y gritos en masas. Hay mujeres en esos lugares que sufren violencia física y psicológica, que no pueden disfrutar de su femineidad, que no pueden opinar ni en público ni en sus casas, que son esclavas de un modelo represivo e injusto. No puede ser posible, no en este Chile.
Mientras estos líderes religiosos predican un evangelio de inconsecuencias y desaciertos, la mujer que ya está silenciada por reglamento eclesiástico, debe mantenerse satisfaciendo al marido, lavando la ropa, criando a los hijos, y anulada socialmente, pues la Iglesia que comporta como tribu urbana, quiera o no, es un centro social.
Mi madre me comentó su decisión de no aceptar más invitaciones bajo estas condiciones, pues claramente es denigrante. Yo me puse a escribir, pues aunque no profeso ninguna religión, amo a mi mamá, y el proceder de sus “colegas” me parece asqueroso.
Natalia Paz
Licenciada en Comunicación Social
Universidad de Concepción (Chile)
6 Comentarios
Que daño hacen las malas interpretaciones de la Biblia! Menos mal que Jesús nunca habló así de las mujeres! Mi apoyo para tu madre y para ti, un abrazo
Se dice PresidentE no presidentA , Gracias.
Se dice presidentE por una costumbre machista del término, porque antes no existían mujeres que ejercieran el cargo. Pero ya que hay mujeres que se encargan de llevar a cabo esta labor, debería decirse presidentA. Si estamos de acuerdo con las diferencias de género, por supuesto.
Si realmente fueran buenos cristianos, nada más seguirían las enseñanzas de Jesús y no de otros personájes bíblicos.
Yo soy cristiana evangélica y sólo puedo decir que este es un claro ejemplo de cuando la bíblia es mal interpretada bajo criterios meramente humanos. Lastimosamente hay iglesias metodístas cuyo legalismo llega hasta puntos inimaginables (y eso que ya nisiquiera vivimos bajo la ley, sino bajo la gracia). Esto no pasa porque Dios es un Dios machista que hizo a las mujeres plato de segunda, sino, por la mala intepretación de su palabra. Yo soy mujer y líder en mi iglesia desde hace 6 años (tengo 23) y se que Dios me creó con dones y talentos que quiere usar, independientemente de mi género. Como iglesia tenemos mucho por hacer (y dejar de hacer) porque muchas veces lo que nos mueve es la mera religión y costumbres sociales y no lo que Dios nos ha mandado a hacer. Pablo, el primer misionero hacia los gentiles, no tiene ningun libro bajo su nombre. Todos los libros que son bajo su autoría son cartas enviadas a diferentes personas o iglesias y lo que en ellas está escrito, está basado en el contexto de lo que estaba sucediendo. No nos apresuremos a sacar malas conclusiones y a acusar a Dios o su palabra, sin detenernos a pensar que quienes tnemos la culpa somos nosotros al no detenernos a estudiar la biblia. Saludos.
Si convocas a una marcha, da por seguro que muchas mas estaremos allí apoyando. Muy buen articulo compatriota, saludos!