«Si hicieras un libro de tu vida, ¿cómo sería su portada?». Una lectora va más allá y nos detalla partes, capítulos y contenido.
Recuerdo haber visto este enunciado en algún rincón del espacio cibernético, lo cual me hizo mucho eco, y en vez de sólo imaginarme la portada, me arriesgué a imaginarme el libro entero, que sería algo como parecido a lo que sigue.
Si hiciera el libro de mi vida, probablemente tendría una foto mía en la portada, alegre, pero no sonriendo, porque me veo muy cachetona si muestro los dientes, probablemente estaría vestida con algo negro pero con aros y un pañuelo llamativo, con tacos para verme más estilizada y maquillada, pero con el pelo natural.
Continuando, lo separaría en secciones y capítulos.
La primera sección se llamaría «los traumas de mi infancia».
Contaría en el primer capítulo cómo odio la ropa deportiva porque en el jardín de niños tenía una compañera que no me dejaba sentarme con las piernas cruzadas porque me mandaban con pantalón deportivo y decía que yo era hombre por que no usaba falda. Yo le hacía caso, no me sentaba con las piernas cruzadas y nunca más lo intenté, no porque hubiera asumido una identidad masculina, al contrario, me sentía súper femenina, pero el problema fue que en ese momento me asumí como obediente; decidí a mis 5 años de vida que sería una persona sumisa, sólo porque alguien me lo decía y por miedo a preguntar, decidí asumirme así.
En el capítulo dos contaría la historia de la goma de mi tía Tute. Resulta que un verano de vacaciones, éramos 4 niños chicos en la casa, y cuando alguien se portaba mal, mi tía Tute sacaba su goma mágica y nos «borraba»; así de simple, dejábamos de existir para todos en la casa, nadie nos podía ver. Aunque ese privilegio me encantaría tenerlo ahora en mi adolescencia, me dolía cuando pequeña, me ignoraban por horas sólo por haber levantado la voz o haber llorado, me enseñaron que hacerme escuchar o permitirme sentir era motivo de ser ignorada, lo que explicaría por qué hoy en día soy tan hermética con mis sentimientos o por qué no hablo de política y/o religión con tanta soltura.
En el tercer capítulo hablaría de mi eterna crianza con asesoras del hogar, tuve el desfile entero por mi casa, no puedo negar que les tomé harto cariño y que les debo mucho por la mujer en que me convirtieron, pero eso no sólo hizo que sepa cómo cocinar tan bien hoy en día, sino que dieron pie al desapego con mi madre. Mi primer período, mi primer corazón roto, mis malas notas, mis logros, mis fracasos… todo tiene en común la ausencia de mi mamá. Sé que no lo hacía a propósito, pero igual se sintió, así que no se ofenda madre si no tiene mi confianza o soy más apegada a mi papá, porque resulta que el apego es directamente proporcional con la presencia.
Y por último, en el cuarto capítulo, relataría la trágica mudanza de mis primos a USA. No hay mucho que relatar aquí, pero cabe explicar que mi prima es de mi misma edad y que éramos como hermanas, hacíamos todo juntas, y el hecho que se fueran a mis tempranos 9 años, hizo que ahora no logre tener la confianza con alguna amiga. Sí, tengo un grupo de amigas y las adoro, pero ninguna tan cercana como para llamarla hermana.
La segunda sección sería mucho más corta, tendría un solo capítulo: «la huella significante del colegio en mí». Mi escuela no sólo me dio grandes amigas y enseñanzas, sino que también me inculcó el régimen de la presión: la presión por ser perfecta, la presión por tener buenas notas, la presión por ser buena cristiana, la presión por ser aquello, por ser lo otro… lo único que lograron fue hacer que sólo funcionara bajo presión. Hoy en día, si no siento la presión de algo/alguien, me empiezo a presionar yo misma; pero no de una forma sana, es totalmente insano, tengo crisis de ansiedad por presionarme sola. Gracias por gatillarme la locura, a mis cuarenta no seré capaz de dormir sin un cóctel de pastillas.
La tercera sección, se llamaría «amor en tiempos de independencia». Cada capítulo relataría los bellos momentos vividos, seguidos de las batallas campales por la independencia, partiendo por mi primer amor correspondido.
Ese capítulo se llamaría «playa, sinónimo de ausencia», tenía sólo 12 años cuando conocí un verano a mi primer amor, beso y amor de verano; fueron tres semanas llenas de aventuras, risas, miradas e incontables abrazos, pero cuando llegó el momento del beso, no sólo fue único, sino que el más incómodo que alguna vez tuve. No fue como lo cuentan todos, no tuve mariposas en el estómago ni reventaron fuegos artificiales dentro de mí. Fue vacío, no sentí absolutamente nada más que humedad, y como si esto no fuera suficiente decepción, al volver de las vacaciones no supe nunca más de él porque me las di de ser una chiquilla súper empoderada de la relación, la que llevaba las riendas del asunto, así que yo le pedí su número telefónico para tener el poder de yo manejar la situación y así fue cómo perdí el papel con su número, desatando así mi primer llanto por culpa e impotencia y por abandono amoroso auto-forzado.
El segundo capítulo se llamaría «playa otra vez, antónimo de constancia» y esta historia no tiene nada que ver con el chico de la primera, pero sí es la misma playa. Resulta que en el verano todo es color arcoiris, pero de vuelta a la rutina, nada resulta, y es que a mis 16 años al volver al colegio, me tuve que obligar a no dormirme en clase y ser más responsable con mis notas, lo que no dejó tiempo para nadie más, desatando así la tercera guerra mundial por agendas ocupadas y no ser prioridad.
El tercer capítulo se llamaría «perdiendo el tiempo» a mis 17. No estaba experimentando con el sexo opuesto ni con el mismo, o yendo a fiestas para desatar mi locuras, sino que estaba perdiendo el tiempo esperando a que decidieran prestarme un mínimo de atención. Pero como dicen, «si amas a algo, déjalo libre y si vuelve es porque es tuyo». Decidí dejarlo en libertad y comprobé que tenían razón, no era para mí.
El cuarto capítulo se llamaría «siglo XXI». Comprenderán que una joven de 17 años del siglo XXI no dejaría que un hombre la amarrara, estamos en la era de la tecnología, no en la colonia, y resulta que el mismo chico del capítulo dos juraba de guata que por ser sumisa con mis padres los dejaría controlarme a él también. Sí le agradezco mucho, porque gracias a esto logré hacerme respetar y dejar mis tiempos de ciega, sorda y muda, para adentrarme en el mundo de la mujer feminista que no aguanta que un hombre la minimice por el hecho de ser mujer y que no permite bajo ninguna circunstancia que él trate de adueñarse de ella. Y es que los Beatles tenían razón: “no hay nada que puedas hacer, que no pueda ser hecho”. Y así lo hice, tomé el mando de mi vida y alcé mi voz para dársela a conocer al mundo, le grité en la cara que era libre y ante su notable enojo salí arrancando.
El quinto y último capítulo se llamaría «soy tan independiente y feminista que caigo en la timidez a la hora de conquistar». Tengo tan arraigada la idea que no quiero ser la mujer de tu vida, porque soy la mujer de la mía, que la relación más seria y constante que tengo es con mi período, que me visita todos los meses. Resulta que mi pánico a sentirme ahogada por el compromiso hace que ante cualquier atisbo de éste, salga corriendo, lo que no me permite dejarme sentir algo más serio por ningún hombre. Esta mujer feminista e independiente no es capaz de ir frente a un hombre que le gusta y decirle «me gustas, salgamos», porque se siente tan libre y poderosa que evita cualquier contacto con alguien que le quite la riendas de sus sentimientos al enamorarla.
Y finalmente, de la cuarta sección en adelante, estaría escrito probablemente cómo al final esta luchadora con causa se deja enamorar o cómo logra pararse frente a su madre y resolver sus problemas. Pero eso es algo que todavía me queda por escribir, o mejor dicho, vivir.
María José (18), Chile
8 Comentarios
Me has dejado sin palabras, realmente escribes muy bien, increíble tu ligereza para narrar. Mucho éxito en tu vida.
Ídem que Aletheiae,
Yo tengo 20 años, toda la secundaria sufrí bullying (que por qué no me fui? porque la educación era EXCELENTE y estaba becada en un colegio muy bueno)
A los 16 me metía con hombres turbios y muchísimo más grandes, jugaba a la Lolita que tiene el control de todo (gracias a Dios nunca se fue nada de control.. pero podría haber tenido consecuencias funestas)
después de un tiempo me cansé de eso, me empoderé aún más
y de los 17 a los 18 salía con algunos muchachos, espantándolos a propósito en parte, ante la idea de ‘no te enamores de mí porque nunca me vas a poder atar’… y sufría. Posta que sufría porque pese a todo eso, nadie se jugaba a quedarse al lado mío.. yo esperaba a alguien que viera que abajo de toda esa gran máscara de superheroína había sólo una mujer que quería ser amada por lo que era (incluso por mi carácter fuerte y algo contestatario)
a los 18 llegó, yo me mudé de mi ciudad natal a otra más chica para estudiar en la facultad
andaba rearmandome y buscando la mujer que soy (sigo en la búsqueda)
Ahí lo conocí:
Siempre me llama ‘mi compañera’
acepta que yo sea muchas veces la de carácter fuerte y la que sieeempre quiere tener sexo jajajaj
jamás me censura
me ama, y sobretodo me acepta y me acompaña.
(y ni que decir que no tiene tabúes sexuales de ningún tipo, no le tiene nada de miedo a la menstruación…)
A lo que voy, no es para presumirte mi novio NI AHI
porque de hecho lo que para mí es zarpado para vos puede ser un horror…
pero el punto es que puede llegar, hay un montón de chicos así
por suerte hay una nueva generación de hombres antipatriarcales, sin miedo a su sensibilidad…
(con sus traumas y sus cosas, como todo el mundo).. pero los hay
y el que quiera quererte se va a dar cuenta de qué hay atrás de tus máscaras
y te va a hacer dar cuenta, solita, tranquila, a tu tiempo, que no hay por qué esconderlo
y que se puede ser una mina feminista e independiente sin andar con los tapones de punta todo el tiempo
(algo que igual yo sigo trabajando día a día)
Muchos ánimos y un abrazo fuerte amiga!
Tu tocaya, del otro lado de la cordillera 😀
¡Magnífico escrito! Me haz hecho reír, pensar y recordar…eres muy joven, haz vivido muchas cosas que han dejado huella para bien o para mal, y así seguirás por algunos años más (muchos, espero)…pero espera, muchas cosas buenas pasarán, algunas malas, pero eso sí todas con grandes sorpresas y con enseñanzas…qué buena reflexión! Ánimo y suerte con los siguientes capítulos y no olvides que los finales sorpresivos son mucho mejores!
Es curioso que me llame igual que tu y que halla tenido experiencias y sentimientos semejantes a los tuyos. Pero yo en este momento necesito auto empoderarme.
Jiji yo recién escribí arriba.
Somos 3 Marías. VAMOS!!!
No te preocupes, tu vida se sigue escribiendo aún, tienes 18 años y te queda mucho qué recorrer… hay cosas que igual que tú las viví, pero a los 34 años (que es mi edad) descubres tantas cosas nuevas, que piensas que todo lo vivido hasta entonces es apenas una introducción.
Mucha suerte y me gustó leérte
Queridas quisiera compartir mi historia. ¿dónde puedo mandarla? Saludos. Y muy buena historia seguramente fuera libro aseguro a comprarlo. 🙂
¡Este mes esta dedicado a mi!
Te entiendo muy muy muy bien María José, pero he pasado por ese último capítulo que nombras -aunque en mi caso añadiría unos cuantos capítulos con tropiezos varios antes de emponderarme así que te admiro profundamente por haberlo hecho- y puedo decirte que con el tiempo aprendes que enamorarte no es sinónimo de encerrarte en una jaula sino todo lo contrario, el amor te hace libre, te abre puertas en ti misma que desconocias, te hace descubrirte a ti misma profundamente y todo ello con el apoyo infalible de la persona que tienes al lado.
Eso si, es imprescindible encontrar una persona que este dispuesta quererte tal y como eres, y sobre todo que te permita serlo, a cualquier precio y en cualquier situación. Parece muy difícil y lo sé bien, pero el mundo esta lleno de buenas personas, y quiero pensar que cada uno de nosotros se encontrará su cuota, no porque no se pueda vivir sin amor, la historia que nos venden del romanticismo yo tampoco me la creo, sino porque nos lo merecemos. Y sino llega nunca, es que la vida nos llenará de otras cosas, amistades, aventuras y mucha plenitud con nosotras mismas. Lo importante es que este mundo esta lleno de energías que, en mi humilde opinión, siempre terminan moviendose a nuestro favor si les damos la oportunidad, solo tenemos que creer en nuestras propias fuerzas y capacidades para que todo cambie.
Y en fin… estoy un poco espesa, pero espero que la esencia de lo que quería decir se haya entendido. De nuevo insisto en que te admiro mucho por haber descubierto el feminismo tan pronto, y con ello te hayas liberado de muchos tropiezos. Me pareces muy valiente, gracias por abrirnos tu libro.
¡Un abrazo! =)