Hablamos de Soultana, Shadia Mansour y Keny Arkana, voces femeninas que enriquecen y diversifican la escena del rap árabe y francés.
Tenía quince años cuando empecé a escuchar rap y R&B con frecuencia. Traía de casa una cultura musical de los más variopinta, desde Lisa Stansfield hasta los éxitos de Rafael, pasando por Erykah Badu, óperas como Turandot, salsa y son cubano, Queen y Simple Red. Con el tiempo me di cuenta que el rap era el estilo que mejor comprendía, pero nunca renuncié a todo aquello que había aprendido en casa.
El rap es un estilo fácil, diréis, una base de ritmos, instrumental y un tío que habla, pero nada más lejos de la realidad. El rap tiene una base ideológica de paz y convivencia y es un arma que dispara balas con mensajes y que hay que saber utilizar correctamente. El rap no es decir palabrotas, tampoco creerse mejor que el de enfrente ni montarse en un cochazo y rodearse de mujeres en bikini. De hecho, nosotras también tenemos mucho que decir sobre esto y sobre nuestra realidad.
Antes de realizar mi Trabajo de Fin de Grado titulado Voces femeninas del rap árabe y francés: el camino al triunfo a través de un ‘Univers Macho’ tenía la necesidad de expresar mi propia visión acerca de las dificultades que hallan las mujeres a la hora de hacerse un hueco en el mundo del rap. En el proceso de construcción de este proyecto tuve la oportunidad de discutirlo con mucha gente, tanto amigos como conocidos y gente entendida en la materia.
Muchos me decían que ese problema ya casi no existe, que en su momento faltó una visión femenina dentro del rap, pero que ahora existen muchos referentes musicales que son mujeres. En estos casos solía defender mi punto de vista alegando a cosas tan simples como una batalla de gallos (pelea vocal entre dos MCs – raperos– para demostrar su talento y capacidad de improvisación frente al público que ejerce de juez) en las que casi siempre se utilizan los defectos físicos del contrincante como talón de Aquiles para derribarlo y, de manera frecuente, humillación a través de la sexualización de sus argumentos.
Además de esto, existen aún muchas letras con una apariencia tan inocente como denigrante es su significado para las mujeres. La peor parte es que muy poca gente se percata de este tipo de cosas que habitan bajo la superficie. Claro que existen grandes raperas que han sido y siguen siendo referentes, pero no se puede negar la existencia de un patriarcado musical que reclama a gritos una revisión crítica por parte de musicológicos y artistas.
Por estas razones decidí ponerme manos a la obra para hallar esas voces acalladas con nombre de mujer. Mujeres que no rapean tan distinto de muchos MCs hombres, ni siquiera en aquello que piden y reclaman para ellas mismas, porque ellas tienen un espíritu inclusivo innato, un instinto extraordinario para fomentar la unión y el entendimiento sin límites.
Shadia Mansour, Soultana y Keny Arkana son tres referentes del rap en Palestina, Marruecos y Francia respectivamente. Son tres mujeres con pasados complicados, pues la vida es fácil sólo para unos pocos, y las suyas están todas plasmadas en sus letras: «Adolescencia bajo las estrellas o la odisea de una cabalgata / de la que guardo las cicatrices y no olvido qué estúpido puede ser el hombre», dice Arkana en su tema Vie d’Artiste.
Esta francesa de origen argentino canta a la libertad, a las alternativas de vida en un mundo lleno de convencionalismos y prácticas inhumanas. Habla precisamente de aquello que es invisible a los ojos si no miramos dos veces, de aquellas personas que yacen en la sombra porque unos pocos ansían poder de cualquier tipo, como lo que relata Soultana en Ṣawt nssa’ (La voz de las
mujeres) sobre la prostitución:
«Ella vio en tu cara la vida que había perdido / Tú la miraste como si fuera algo barato (…)
Ella vende su cuerpo porque tú lo estás comprando / Y cuando ella va andando, tu finges ser un buen musulmán (…)
No los insultes, por favor. No los humilles».
De poder y dominación habla también Shadia Mansour en Al-kufiyya ʔarabiyya (El pañuelo palestino es árabe). En el momento en que supo que una empresa americana estaba fabricando dichos pañuelos en otros colores, Shadia se armó de rabia y sabiduría para proclamar que ese símbolo, originalmente blanco y negro, pertenece a la identidad palestina y compara esta falsificación con la humillación de su cultura por tomarla como una simple moda de Occidente:
«Aprended cómo ser humanos antes de llevar nuestro pañuelo / (…)
Esto es por lo que levamos el kufiyya, porque es patriótico / El kufiyya, el kufiyya es árabe /
Esto es por lo que llevamos el kufiyya, nuestra auténtica identidad (…) / Venga, devolved el kufiyya».
Sin adentrarme en cuestiones puramente políticas y religiosas de las sociedades en las que viven cada una de ellas (algo en cierto modo inevitable), vemos que sus canciones reflejan verdades vividas, pues si no lo fueran sería del todo imposible coger impulso para continuar en una carrera de fondo en la que las mujeres son o bien objetos sexuales y/o decorativos o bien se han visto obligadas a adoptar ciertas actitudes mal consideradas exclusivamente “masculinas” como la agresividad o rodearse de hombres para dar veracidad a sus acciones.
Así pues, sería injusto decir que el rap tiene nombre de hombre o que se trata de un género musical machista per se, y no puedo sino decir que en su condición de arte, es un reflejo de lo que ven los ojos de sus artistas. Es precisamente en la voz de estas mujeres donde se esconde la clave de un progreso social real.
«Même si ça vous importune, on porte une cause. Ami d’infortune, déploie tes ailes, et deviens qui tu es, ose !»
(«Aunque esto os importune, traemos una causa. Amigo de la desgracia, despliega tus alas y conviértete en quien tú eres, atrévete!»)Keny Arkana
Nature Sauvage
* Lady Lastee (2005), Indeegal.
Paula Timoneda (26), Barcelona
darbukaymacumba.wordpress.com
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