Cuando la escritura es tu amante

Ilazki nos habla sobre su pasión por la escritura, su amante inseparable en el día a día.

Antes de salir de casa toca revisar el bolso: cartera, llaves, móvil, un buen libro, un cuaderno y bolígrafos, ¡cómo no! Cualquier momento es bueno para escribir un par de ideas, copiar alguna bonita frase que motive una redacción… Y sentirme acompañada entre el papel en blanco y las palabras que se van plasmando en él.

Recuerdo mi infancia entre juegos con las amigas, los viajes en familia y los papeles que desperdigaba por todo el cuarto… escribiendo cuentos y cartas.

Escribir es magia. Para mí es mucho más que juntar letras y crear frases con sentido. Es la mejor manera que tengo de expresar mis sentimientos, sensaciones y opiniones. En esos momentos en los que he tenido la necesidad de desahogarme, de ordenar las ideas que he tenido dando vueltas en mi cabeza durante días, dar cuerpo a esa abstracción mediante la escritura me ha servido para dar sentido a esa revolución mental.

Cuando más disfruto escribiendo es mientras viajo. En esos momentos de cervecitas en algun barecito, antes de dormir en la habitación, etc. Anotar las anécdotas del día a día del viaje, los datos curiosos que voy descubriendo de cada lugar. Tengo cuadernos y cuadernos de apuntes, anotaciones, frases y reflexiones… a los que acudo de vez en cuando y me recargo de ideas y sensaciones pasadas que revivo al recordar el lugar donde escribí esa nota. Soy feliz escribiendo.

Estudié comunicación porque quería escribir historias sobre esas personas a las que le quitan la voz, quería entrevistar a campesinos y campesinas, a pescadores y rederas, a todas esas personas que luchan por un mundo más justo y no salen en las noticias. Quería contar historias; escribir un libro. No sabía dónde podría trabajar ni qué podría hacer, pero lo que siempre he tenido claro es que quería escribir. No he podido contar esas historias, ni escribir un libro (aún), pero sigo escribiendo. La mayoría de veces, para mí misma. Pero lo que sí sé es que necesito escribir, al igual que necesito leer y viajar para ser yo misma y sentirme libre. Porque la escritura me hace libre, volar con mi imaginación a lugares reales o imaginarios, a situaciones divertidas o duras… y soñar.

En los últimos años, en los que la tecnología va tan rápido y cada día surgen nuevas aplicaciones, redes, comunidades para comunicarse de manera efímera, valoro más que antes, escribir en papel. Coger mi cuaderno y anotar lo que me inquieta, preocupa o interesa. Para que, después de unos meses o años, pueda volver a él y releer esas reflexiones. Y ver cómo voy cambiando y cómo va cambiando mi entorno, mis motivaciones y objetivos. Porque está muy bien escribir en el móvil, el ordenador, la tablet o cualquier otro aparato, pero, yo sigo con mi papel, que, a menos que se queme, sé que estará ahí. Sé que no depende de un cambio de aparato en el que se perderán mis escritos, que, para la mayoría de la gente seguramente no serán interesantes, pero para mí son mi pasado, mi autoconocimiento personal. A veces me avergonzaré de algunos pensamientos y sentimientos, pero son los míos y esa soy yo. No tengo opción de borrar lo escrito pulsando “control + z”; y eso me gusta. La permanencia, la consciencia del momento.

Escribir es mi medicina. Mi pasión. Mi amante en los buenos y malos momentos.