Cómo somos los humanos, tenemos la costumbre de interactuar con nuestro entorno, relacionarnos con las personas que lo habitan y hay veces que ¡chás! nos enamoramos, si es que estamos muy locos…
Es muy habitual que la primera relación amorosa que tengamos en nuestra vida sea con una persona de nuestro mismo colegio/instituto. A nadie le asombra ni extraña, también es muy corriente que podamos conocer a una pareja en la universidad, por ejemplo, ¿verdad? Pero basta que conozcas a alguien en tu lugar de trabajo para que muchas personas arqueen una ceja mientras puedes leer claramente en su mirada “¿dónde te estás metiendo?” y la pregunta es ¿qué diferencia hay? (Además de los años que van cayendo, claro…).
Un porcentaje muy alto de las personas que están en una relación estable y duradera se han conocido en su lugar de trabajo. Qué raro, en un sitio en el que paso taaantas horas, con gente que tiene cosas en común conmigo, muchas veces llevando proyectos en grupo, comiendo juntos, oooh… Espera, que va a ser que no es nada raro.
La verdad es que es lógico y normal que se creen vínculos emocionales en el trabajo, ya sean de amistad, de enemistad, romances y ya no hablemos de relaciones extrapareja, que ahí más de una persona se sonroja.
El problema surge cuando se ve como algo alienado, extraño o se tiene que ocultar porque el resto de compañeros no lo van a comprender o, lo que más miedo da, que sean los “de arriba” los que no lo aprueben (¡¡vivan nuestros derechos!!).
Pero como todo en esta vida tiene sus pros y sus contras, y es que es verdad que una relación puede interferir negativamente en el ambiente de trabajo cuando ésta no es sana, también puede afectar en las relaciones con otros compañeros que vean favoritismos donde no los hay o que se sientan coartados a la hora de trabajar con uno o con otro. Pero esta negatividad también va a hacer que esas personas trabajen mucho más duro “para que no se diga”, como si sintiesen que tienen que demostrar que no les afecta en absoluto, al menos para mal.
Cuando te enamoras, te enamoras, por mucho que intentes no mostrarlo se nota, se ve, se siente, además de que, con el chute emocional que llevas, estás más feliz que una lombriz y las risas y las sonrisas afortunadamente son contagiosas por lo que tu entorno va a llevarse una parte de eso también. Y ya no digamos si ha habido gente involucrada en que os juntaseis, el típico que se hacía el despistado para dejaros a solas, la típica que llevaba el “trabajo retrasado” y no podía ese día ir a comer… Ya me entendéis.
Hay empresas que lo prohíben (¿esto es algo legal? ¿en serio?) y esto puede hacer que las personas lo vean como algo duro y tedioso y que, precisamente, el «que no se note» hace que la relación se enfríe o se creen problemas (¡ay, los celos!) mientras que otras parejas disfrutan de ese morbillo que tiene lo oculto, lo prohibido, el juego de «que no nos pillen».
Sin embargo, hay muchas personas que se cohíben, se lo tragan, lo dejan pasar porque parece que los “peros” siempre van a pesar más que los “¿y si sale bien?”. Por miedo, no vaya a ser que se enturbie algo, y yo me pregunto ¿no es esa misma autoimposición lo que hace que el ambiente se enrarezca?
Lo sorprendente es que muchas de esas personas que no se permiten expresarse o dar ese paso luego aprueban por ejemplo que una pareja de amigos monten un negocio juntos… ¡Ah! Que como ya venían juntos de casa es lo más normal del mundo… ¡Ains!
Con esto no os estoy diciendo que vayáis mañana al trabajo a lanzaros al cuello del de al lado (¡o sí!) pero sí el que si surge, si pasa, que tengáis en cuenta que es normal, que somos seres sociales y emocionales, que el roce hace el cariño y ya sabéis donde nos lleva… Uhmmm.
Sed felices y trabajad mucho ;).
4 Comentarios
Hay!! què lindo tema! Donde vivo hay una conocida frase que dice «donde se come no se caga» aludiendo a este tipo de relaciones. Mi respuesta a ello es: jajajajajjajaj!! Me cansè de verlo a lo largo de mi vida laboral. Primero, si hoy estoy en este mundo es porque dos personas se enamoraron en su trabajo, se casaron y me tuvieron a mi y a dos hijos màs. Por otro lado, hoy llevo 8 años de pareja con un «compañero de trabajo». Asì que, por màs que digan lo que digan la leyes laborales y prohiban lo que quieran, ponerle un contrato a los sentimientos es claramente una de tantas estupideces con las que hay que lidiar dìa a dìa dentro del ambiente de trabajo…
Salud mujeres!! y pàdelante nomàs que muchas reglas han sido hechas para romperlas!!
Me encuentro justo en esa situacion. Hemos salido un par de veces para ver que resulta, hay un compañerismo y confianza previos desde hace ya unos años. Hasta me dice que me ama pero es que me cuesta mucho aguantarme el temita de mantenerlo en «privado» hasta ver si la relacion progresa o no. No quiero salir a anunciarlo a los cuatro vientos ya que hay gente muy malintencionada en mi ambiente laboral que pareciese disfrutar con el hecho de generar malos entendidos. Preferiria ver si se convierte en algo mas solido porque sinceramente es la primera vez que me toca algo asi, pero siempre esta ese miedillo de que todos se hagan un banquete a costillas nuestras…
Ay Marta… con éste artículo me has dado en la patata. Yo animo desde aquí a las personas a las que les pase, que no se lo traguen y den el paso hacia adelante, pasando del qué dirán de los compañeros y de los jefes. A mí me pasó dos veces, y la primera vez tuvimos que «esconderlo» a los compañeros, ya que el jefe se enteró y fue monumental la que tuvimos con él. Esconderlo a los compañeros tuvo sus consecuencias negativas, claro. La segunda vez que ésto me pasó, no tratamos de esconderlo ante nadie, y aunque al principio no fue fácil (por el jefe), aquí estamos y la mar de felices!
Un beso grande!!!!
gracias por tu comentario, Liby! 🙂 muchos besitos!